:: ASCENSION A PEÑA UBIÑA (2417m.) ::

Por el Grupo de Montaña Pegaso

 
 
Mapa de la ruta

 
 
     
 
     
 
     
 
     
 
     
 
     
     

SÁBADO 12 DE MAYO - DÍA DE LAS MONTAÑAS

(Iniciativa que apoyamos y a la que nos sumamos)
 
PEÑA UBIÑA, PEÑA UBIÑA PEQUEÑA Y TRAVESÍA HACIA TUIZA
 
 

La salida se organizó para realizar la travesía Torrebarrio – Ubiña – Tuiza. Los 15 conductores tras coronar debieron volver tras sus pasos para recoger los coches, recorrer los 65 Km. hasta Tuiza, y recoger al resto de los compañeros para alojarnos en Riospaso. Además de los montañeros del Grupo de Montaña PEGASO nos acompañaron en esta ocasión socios de PEÑALARA, CAM-MM, RUTAS y NEMUS.

Cuidando de la comunicación distribuimos 4 walkies entre los diferentes subgrupos que se podían formar (Ángel, Luis, Pedro, Pepe).

SABADO 12 DE MAYO

Comenzamos por todo lo alto, a eso de las 8, después de un buen desayuno, partimos desde San Emiliano hacia Torrebarrio. En el trayecto organizamos una bonita confusión automovilística creando un monumental atasco en el Barrio de la Cubilla que fue sobrellevado con presencia de ánimo por los lugareños, los conductores y los pasajeros.

Iniciamos la salida a las 8.45 desde Torrebarrio (Barrio de Abajo, 1230 m), siguiendo el camino agrícola que conduce a Cueto Redondo y Peña del Águila (1349 m). Nos dirigíamos hacia el Collado Ronzón (1932 m), pero parte del grupo, a unos 1820 m, divisó una canal practicable, y allá que nos fuimos. El resto siguieron la ruta normal hasta el collado, cruzaron la alambrada que lo limita y hacia la izquierda, correctamente hitada siguieron la vía de ascenso a la cima de Peña Ubiña (2417 m).

La canal era espectacular, con algunos tramos de piedra suelta y neveros, lástima que la niebla que se presentó no nos dejaba disfrutar de las primeras vistas de la comarca de Babia. Terminamos la subida pasando por el cresterío que nos condujo a la cumbre.

Ya en la cima, a eso de las 12,15 h., nos alimentamos y poco a poco fue recomponiéndose el deshilado grupo. Tras el descanso y el respiro que nos proporcionó la niebla llegaron las fotos de rigor. Pudimos ver el paisaje que hasta ese momento nos habíamos perdido, parte de los macizos de Somiedo y Mampodre.

A las 12,40 h. iniciamos un descenso muy variado: parte del grupo fue por el marcado camino de ascensión desde el Collado Ronzón, otra por neveros y otros caminos practicables. La sección intrépida del grupo hizo una escapada por el cresterío Norte hacia El Siete (2357 m).

Volvimos a agruparnos en el Collado. Unas ráfagas de viento aceleraron la salida, de los que todavía queríamos más monte, hacia la Ubiña Pequeña (2189 m). Con tiempo despejado y cargando menos peso, empezamos a caminar de forma intuitiva. Llegados a una zona de roca, ascendimos trepando hasta la cumbre. Esta última ascensión fue más corta pero nos obligó a meternos por tramos más delicados. La llegada y las vistas hacia Ubiña y el resto de los valles nos dejaron un inmejorable sabor de boca.

De vuelta en el Collado, nos pusimos de acuerdo entre los que seguían la travesía hacia Tuiza de Arriba (1230 m) y los que volvían a recoger los coches. Proseguimos la travesía por unas exuberantes praderas verdes que permitían una bajada cómoda y rápida. En las ocasiones en que miramos hacia atrás, pudimos ver una Peña Ubiña impresionante.

Llegamos al aparcamiento de Tuiza de Arriba y allí, mientras esperábamos la llegada de los conductores y hacíamos lo propio (descalzarnos, quitarnos los calcetines, frotar los pies en la hierba, mojarlos incluso…) Nati y Yolanda hicieron las delicias de los presentes: una yendo a por reconstituyentes cervezas y la otra sacrificando su salchichón (acompañado por los estupendos colines de Ángel)… ¡UN MILAGRO!

     
 
     
 
     
 

     
 
     
 
     
 
     
 
     
 
     
 
     

DOMINGO 13 DE MAYO

El día amaneció despejado y con algo de viento. Repuestos después del desayuno en la Hostería del Huerna, a las 8,15 h. comenzamos la subida desde Tuiza de Arriba hacia nuestro segundo objetivo: el Prau del Albo (2128 m).

La primera parte del camino discurrió por sendas de ganado poco pateadas a través de praderas que fueron siendo más abruptas a medida que ganábamos altura. Sin ser muy conscientes de cómo lo hizo, el viento incrementó su presencia y empezó a arreciar. La subida se fue haciendo por momentos más penosa; el agradable fresco matutino se convertía en frío y la cadencia de pasos para ascender era cada vez más difícil de mantener,

En varias ocasiones, el suelo se precipitó hacia nuestros cuerpos y los bastones hacían más de anclas para no salir volando.

Seguimos subiendo como pudimos por el Valle de los Corrales hasta llegar a un abrigo de piedra cerca del Huerto los Pioyos (1970 m), a unos doscientos metros de la cima que buscábamos. Intentamos resguardarnos de la furia de Eolo y allí, arracimados, esperamos a que el resto del grupo se uniera a nuestro pequeño respiro.

Antes de que nos diera tiempo a decidir qué hacer, comenzó a nevar, copos pequeños, ínfimos, pero que ayudados por la fuerza del aire se precipitaban contra nuestras ateridas caras de forma molesta y dolorosa.

Padeciendo así, tal despliegue de medios disuasorios, decidimos rendirnos a la voluntad del viento y volver por nuestros pasos sin haber conquistado el INCONQUISTABLE PRAU DEL ALBO. La bajada, como puede suponerse, fue prácticamente “volada”.

Para muchos de los integrantes del grupo fue la primera vez que comprobaron de qué manera tan patente, las condiciones climatológicas pueden hacer inviable la ascensión a una montaña en otros momentos accesible. Aún así, disfrutamos de la salida y le dimos un hermoso paseo a los dos litros de agua.

Miriam, Noelia, Juanbe y Pepe