Els Ports (Beceite)

Jueves 31 de octubre de 2013. Nunca pude pensar que de nuevo Cataluña encerrase en el límite con las provincias de Teruel y Castellón un espacio natural tan sorprendente para los 23 asistentes que fuimos llegando a Sant Joan de Horta en Tarragona.

Ya de noche, y como siempre bastante distanciados fuimos llegando hacia las 20.00 h. a Sant Joan de Horta. Entre las voces de  niños que “truco o trato” nos pedían  caramelos.  En medio de los capirotes de brujas más o menos auténticas, y perseguidos por improvisados disfraces que ajenos a provocar miedo nos recuerdan que mañana se celebra la festividad de  “Todos los santos”. Nos podían dar de cenar. El salón estaba muy animado, pero preferimos ir a ver que daban por allí. Después de dejar acostado a Jesús con síntomas de gripe Y para comenzar con fuerza la travesía decidimos cenar la que suscribe y su acompañante,  unos pies de cerdo dignos de recordar. Exquisitos!

A la llegada al albergue, nos obsequiaron con un no despreciable licor de avellanas y dulces otoñales (batatas, panellets y castañas) Buen comienzo!

El plan contaba con dejar algún coche en Beceite para poder realizar la vuelta. El cansancio, y el retraso de alguno de los participantes dispusieron que se llevaran el viernes al comienzo de la travesía. Así que tras un variado y suculento desayuno, sobre las 7.30 horas del primer día de noviembre. Con un tiempo espléndido, entre caras conocidas y más de una desconocida, nos dirigimos hacia la pista en dirección a Ligallo dels Viernets para iniciar seguidamente el camino  que se dirige al Barranc de Vall D’ Uixo. La jornada se presentaba larga, pretendíamos hacer las 5 etapas de la travesía en 3 días. 106 kms con 8.560 m. de altitud. Tan sólo prescindiendo de algunos kilómetros considerados no tan atractivos. Esto de recortar tiempo en las travesías no es novedoso para el Pegaso.  Descubrir la “cova de Picasso”. (se puede prescindir perfectamente) y superar unos momentos de “incertidumbre” con los “tracks”  mantienen a casi la totalidad del  Grupo en su andadura.

Bosques de pino silvestre, boj, encinares, agua, barrancos en esta época transitables, hicieron de esta primera etapa, con su paso por el Coll de Miralles donde tuvimos un descanso para reponer fuerzas, una delicia para el aguerrido grupo.  En dirección hacia el Pla de Centelles y muy cansados por la exigencia de la etapa nos aproximamos al Barranc de Casserres para llegar tras un continuo sube y baja donde alguien, producto del cansancio, confundió los cables del tendido eléctrico por una tirolina, al Refugio  Mont Caro. Este primer día no nos dejó echar la partida de cartas previa a la cena. Y menos subir al Monte Caro, a pesar de encontrarse a más o menos kilómetro del refugio, como en principio estaba previsto. Más de 8 horas de etapa,  28 kms. y sus mil y no pocos metros de altitud. Era tarde y tan sólo nos pudimos duchar antes de probar el pollo al tomillo. Qué rico! Lástima que no pudimos llevarnos el que sobró. A pesar de la austeridad de las instalaciones de los dos refugios visitados, este lo recomiendo por la buena comida y el trato del personal.

El sábado, era obligado subir al Monte Caro, así que tuvimos que  optar, en el desplazamiento hacia el siguiente refugio, por el recorrido más  corto, aunque no menos impresionante. De lo contrario la noche se nos hubiese echado encima.

Tras un apresurado desayuno, salvo 4 participantes, que lo harían después, y por otro  camino al recomendado en el albergue,  decidimos coronar el punto más alto de este Parque Natural . En poco más de una hora, pudimos contemplar el delta del Ebro, no perdiéndolo  durante gran parte del recorrido. Y como no! El Mediterráneo. Tras una fuerte y entretenida bajada, continuamos por la loma hasta alcanzar el Camí de la Solana. De nuevo otra etapa a la que  no me importaría volver. Llegamos a la Cova de Vidre que no visité. Tampoco creo me perdí nada. Pasamos por la Font de la Llangosta para alcanzar Cassetes Velles dejando de lado el refugio Mas del Frare.

Continuamos, dispersos, pues el camino estaba bien señalizado y el día era inmejorable, con un suave ascenso para mantener la altura durante unos 2 kms. Atravesamos el Mas del Sargento. Descendemos suavemente, de charla, relajados. El calor, nos muestra las piernas más bellas de la travesía. Luis cambia al pantalón corto. Cristina, Araceli y yo pedimos a Jesús que saque la garrafa que viene porteando desde Madrid. Un traguito y de seguido Qué le estará pasando al probre Miguel.  Siempre acompañados del más exquisito bosque para traspasar la Font Bassiots,  llegar alrededor de las 17.00 horas a nuestro nuevo alojamiento. El  refugi  (en catalán) Font Ferrera. Destino obligado en esta travesía. Más de 20 kms. en total y de nuevo más de  1.000 metros de altitud.

Buena chimenea, aunque no hacia frio. Cervezas, elección de  literas, duchas, previo pago. Revisión de mochilas.

Tiempo para jugar a “Pumba” el juego estrella de las travesías y algún otro nuevo como el Saboteador que tan pacientemente nos explicó Almudena y que, de pura casualidad gané la primera partida.

Y la sorprendente  cena: Macarrones dulces. Sí: Dulces. A mí me gustaron, pero a la mayoría…Preguntamos el porqué de su sabor y nos respondieron que echaban azúcar para quitar la acidez del tomate. Yo eso ya lo sabía. Lo que desconocía era que se echaba todo el azucarero. Y de segundo plato: carne con pisto también dulzón. Bueno: no está mal. Conseguimos nivelar el déficit de glucosa. El refugiero, que vestía almidonado delantal,  quiere quitarnos los vasos para fregarlos. Ni hablar!. No sin antes vaciar el contenido de la tan querida  garrafa de Jesús. Alguien dice: “Yo por el chupito…..MATO!”

Y nos ponemos en el domingo, último día de la travessa como se dice en catalán. Etapa básicamente de bajada hacia Beceite. Mochilas preparadas, cantimploras rebosantes, y…despedida del  carismático “refugiero”  que tantas veces nos mandó callar. Algunas se lo tenían merecido. Verdad Cristina?

El  comienzo discurre por senderos y pistas para introducirnos posteriormente en el Barranco de la Coscollosa. Muy encajonado y con grandes bloques de piedra. Seguidamente, espesa vegetación. Helechos en su mayoría. Tiempo para charlar. Para conversar con el hombre que siempre va conmigo. Planear…El paisaje invita. Parada en torno al tejo de la Coscollosa. Fotos. Minutos de “relax”. Si hubiésemos podido tomar un café, podríamos hasta emular las palabras de afamada alcaldesa “Keep Calm. Relaxing  cofffe….in Coscollosa’ s tejo” Je, Je.  Y bajando, bajando el río Matarraña. Se visualiza la entrada de este río al Parrissal.

Al llegar a Les Gubies tuvimos que decidir pasos asistidos (Pas de Romeret) o barranco. A mí no me quedó elección, pues mientras esperaba a los últimos para recomendarles las vistas del barranco, el resto ya andaba por las “clavijas”. Gracias a Luis L. que se ofreció de soporte humano, pudimos pasar con más o menos dificultad parte del barranco. La caída al “jacuzzi” era probable y aunque el día era bueno. Con el baño no habíamos contado.

Los que fuimos por el barranco contactamos mediante la emisora con el resto del grupo. Hasta Beceite no nos vimos de nuevo.

Seguimos el cauce del Parrissal. Empezamos a encontrar excursionistas, familias, niños…Las pasarelas sobre el rio más y más transitadas, aunque no se pierde la belleza del paraje. Llegamos al Plá de la Mina. 7 kms. de pista, cansancio. Paradas. Por fin en Beceite.

Nos dirigimos al aparcamiento donde dejamos los coches. Nos juntamos  con el otro grupo. Comemos algo. Nos despedimos de algunos compañeros, y… los que no queremos terminar todavía estas tan entrañables jornadas, decidimos ir a  comer de Restaurante. El único que creo había en Beceite. Rissotto, platos combinados, longaniza, que no butifarra, pues estamos en Aragón. Tarta de queso, helados….ahora sí el “Relaxing coffe”. Y de nuevo doy las gracias al G.M. Pegaso por proporcionarme estos inolvidables días.

…Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.

Todas la tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando, 
las campanas del campanario.

Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado.
mi espíritu errará, nostálgico…

Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.

Poemas agrestes (1910-1911). El viaje definitivo. Juan Ramón Jiménez

Y mientras tanto, disfrutaré con vosotros de este regalo. Naty García

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