BTT Riaza

A.D. Grupo de Montaña PEGASO

BTT

Riaza

Sábado, 16 de noviembre de 2024

Llego al punto de encuentro y descubro a un puñado de ciclistas preparándose para lo que será un gran día. Unos bajando las bicis de los coches, otros decidiendo cuál será la ropa adecuada ... y todos con muchas ganas de dar pedales.

Tras las presentaciones de aquéllos que acuden por primera vez a una actividad del club, el reparto de emisoras y una foto de grupo, salimos en busca de la primera subida del día. Una subida que nos hace entrar en calor rápidamente después de la heladora bajada que nos saca del pueblo de Riaza.

Allí empezamos a charlar y dar pedales como si no costara. Pero, poco a poco, la subida va haciendo mella en nuestras fuerzas y poniendo a prueba nuestra pericia. De manera que, en un cruce con la carretera que sube a la Ermita, algunos deciden continuar por ella, mientras que los más locos continuamos por sendero.

Una vez arriba, tenemos el primer hito del día ganado. Por supuesto, acompañado de unas maravillosas vistas.

Continuamos hasta el mirador de Peñas Llanas para terminar de deleitarnos con las vistas, comer algo y abrigarnos para la bajada.

Bajada que genera mucho disfrute en la gente, cosa fácil de adivinar por sus caras al llegar a la pista donde nos reagrupamos y esperamos a que vayan llegando todos los componentes del grupo.

Desde aquí, empezamos a visitar los primeros pueblos. Poco a poco y uno a uno, van cayendo a nuestro paso, uno tras otro, cada uno de los pueblos que tenemos en la lista.

Más o menos al mismo ritmo, van apareciendo sorpresas por senderos, lugares y paisajes que te obligan a mirar. De ésos que no quieres perderte.

Algunos empiezan a inquietarse por el lento avance que llevamos en cuanto a kilómetros. Pues hemos cubierto tan solo tan solo 17Km en 3h.

Sin embargo, la dureza de una ruta no puede medirse solo en kilómetros... Hay más factores. Y uno muy particular es el tipo de terreno. Veo algunas caras preocupadas por el avance y, sin embargo, para mí vamos muy bien. Intento dar algunas esperanzas, pues la segunda mitad de la ruta es mucho más favorable en este sentido.

Una vez llegados a El Muyo, nos alejamos de la falda de la montaña, el firme cambia y cogemos velocidad. Llegamos a Madriguera, aún parece haber gente preocupada por el ritmo y me voy de allí con la sensación de no haberle dedicado a este pueblo todo el tiempo que se merecía. Pues es bien bonito y está muy bien cuidado y conservado.

Ahora, entre campos de cultivo, por pista, avanzamos mucho más rápido. Cuando llegamos al siguiente pueblo ya son las 2:00 pm. Mi estómago me dice sutilmente que o le doy comida o me va a hacer la vida muy complicada en los próximos instantes. Por lo visto no soy la única con hambre y el Tele Club del pueblo está abierto. Decidimos que es momento de hacer una parada un pelín más larga para reponer fuerzas. En un abrir y cerrar de ojos ya hay gente con bebidas energizantes en la mano e incluso algunos se han aventurado a pedir un bocadillo. Al final esta parada se nos va un poco de las manos pues tardan más de media hora en empezar a sacar los bocatas... Eso sí, recuperamos fuerzas para continuar con la ruta.

Seguimos adelante con la ruta y sorprendiéndonos de todo lo que esconde esta zona. Pistas, pistas y más pistas. Unas en mejor estado que otras, algunas con más hojas que otras. Y es que todos los robles han perdido ya su hoja cubriendo los caminos, haciéndonos dudar a cada centímetro si rodamos sobre suelo firme o sobre cualquier objeto peligroso que pueda poner a prueba nuestra pericia sobre la bici. Aunque estas dudas llevan asaltándonos toda la ruta, yo por lo menos, no llego a acostumbrarme.

Ya apurando las últimas fuerzas, el grupo consigue superar las últimas rampas que nos llevan a una zona del polígono de Riaza. Desde aquí ya vamos por asfalto. El sol se ha escondido entre las nubes y empieza a caer. La temperatura se desploma. Pero ya estamos entrando en la plaza de Riaza. Allí nos despedimos que aquellos que deciden marchar. Otros cuantos nos quedamos en una terraza, donde comprobamos que, efectivamente, cuando el sol se va, hace frío.