Estorbín de Valverde y Tres Concejos

Estorbín de Valverde y Tres Concejos

25 y 26 de febrero de 2017

Estupenda actividad de esquí de montaña la que tuvo lugar el fin de semana del 25 y 26 de febrero en Villamanín (León). Nos juntamos 16 esquiadores, que fuimos llegando poco a poco en 5 vehículos. A este respecto es digna de mención, a riesgo de caer en la inmodestia, la generosidad del coordinador, que siendo un "culo moyau" de pro se avino a acoger en su coche a José Antonio, “carbayón” donde los haya.

Los objetivos de la actividad tuvieron que ser cambiados sobre la marcha debido a las condiciones de la nieve. Llegábamos ya con noticias de que el excesivo buen tiempo había elevado la cota de nieve a los 1.600 - 1.700 m.

Teniendo en cuenta que la actividad del Estorbín de Valverde sale del pueblo leonés de Tonín de Arbás a unos 1.250 m. de altitud, el porteo sería inevitable. La noche del viernes preguntamos en el albergue a un chico de la zona que hace esquí de travesía. Nos confirma que en la estación de Valgrande-Pajares no hay nieve fuera de las pistas por debajo de 1.600 m. Ante nuestra pregunta de cómo estaría el puerto de Vegarada nos responde que sin duda estará mejor, porque allí siempre carga mucho más de nieve.

Sábado 25 de Febrero

De modo que el sábado emprendimos viaje de una hora desde Villamanín al puerto de Vegarada. El viaje tiene interés por  sí



mismo ya que se pasa por unos parajes preciosos, entre los que se deben mencionar especialmente las hoces de Valdeteja. Al llegar ya quedó claro que la elección había sido acertada: abundante nieve incluso a pie de coche, que permitía navegar de manera continua sin quitarse los esquís. Los objetivos del día serían los clásicos de la zona: Peñas de Faro (2.112 m) y Pico Huevo (2.155 m).

Salimos siguiendo el “track” que llevábamos y huellas de esquiadores anteriores. En cierto punto abandonamos la ruta normal para evitar el paso por la Portina de Faro, collado al que se accede por una pala empinada que nos obligaría a ponernos los crampones. En su lugar nos fuimos más a la derecha, para lo que tuvimos que cruzar un arroyo por un puente de nieve. Poco a poco fuimos ganando altura evitando los descensos a los que a veces invitaba el perfil del terreno.

Durante un flanqueo sucedió el único incidente negativo de la actividad. Araceli perdió el agarre de sus  pieles en una pala de unos 35-40º, cuando le quedaban tan sólo unos metros para salir de la zona de riesgo, y cayó unos 60 m. Como resultado se hizo un pequeño corte en la nariz, otro en el labio y erosiones en los brazos. Afortunadamente la cosa no fue a mayores. Mención especial para Antonio P por bajar a ayudar a Araceli.

Tras reponerse Araceli del susto y practicarle Ángeles unas primeras curas llegamos a la cumbre de Peñas de Faro,  para lo que hubo que quitarse las tablas. En este punto parte del grupo emprendió el descenso y el resto se fue hacia el vecino Pico Huevo, al que se llegó en tan sólo 5 minutos. Tras una breve parada en la cumbre para comer quitamos pieles y nos tiramos por la pala oeste del Pico Huevo, que estaba en unas condiciones magníficas y por ello nos deparó una bonita esquiada. Bajamos hasta el entronque con una canal que salía a mano derecha, la cual remontamos con las tablas a la espalda inicialmente. Una foqueada de unos tres cuartos de hora nos dejó en una cumbre de 2025 metros cercana a la ruta de ascenso a Peñas de Faro. Desde ahí comenzamos el descenso hasta los coches. La primera pala presentaba una capa con una costra dura y quebradiza, pero después la esquiada fue memorable.



De vuelta a Villamanín hicimos el ‘après-ski’ en Casa Maragato, en Busdongo. Nada que ver con el Marchica de Formigal. Se trata de un colmado con las estanterías llenas de productos de otras épocas. El más destacado de todos seguramente es el papel higiénico del Elefante, todavía envuelto en su celofán amarillo. Las paredes del comedor tienen unos expositores en los que hay unas botellitas con arena de playas españolas. Verdaderamente curioso. Pero bueno, el coordinador no llevó la expedición a Casa Maragato sólo para ver botellas de arena.  Lo típico de la casa son los embutidos de León: cecina, chorizo, salchichón, jamón. Además hay varios tipos de queso.

La mecánica para pedir es la siguiente: en la barra la señora pone el embutido encima de una hoja de papel de estraza, de los que ya no se ven, y empieza a cortar a una velocidad de vértigo. Cuando la cantidad satisface al cliente éste manda parar. Se pesa, se cobra y el cliente se va al comedor con sus hojitas de papel de estraza sosteniendo el embutido.

Domingo 26 de Febrero

El domingo, visto que esquiar el día anterior por la zona de Vegarada había sido un éxito, nos fuimos a la cercana estación de esquí de San Isidro, para la que tuvimos que hacer otra hora larga de viaje desde Villamanín. La expedición se partió en dos, ya que unos entramos desde Vegarada por el acceso de Riopinos y otros llegaron al mismo puerto de San Isidro pasando por Boñar. Puesto que los dos sectores están conectados por las pistas pero no por carretera decidimos que lo mejor era que cada grupo fuera ya por separado.

El grupo del coordinador salió del aparcamiento de Riopinos en dirección a la Collá del Tubo, que separa la estación de San Isidro de la de Fuentes de Invierno. Desde ahí seguimos la cresta en dirección a otro collado desde el que ya se tiene una visión completa del pico Toneo. Tras una breve bajada pusimos pieles de nieve para alcanzar la cumbre del Toneo (2.091 m), desde el que se tienen unas magníficas vistas de la zona.



Tras el descenso subimos una pequeña cota al otro lado del Collado Toneo, donde nos encontramos con el grupo que  había entrado por San Isidro. Después de despedirnos bajamos por el Tubo de la Solana, que sigue el cauce del Arroyo de Cebolledo. Un tubo magnífico, pena que la nieve estuviera ya muy pesada por el efecto del sol. Una nueva foqueada nos dejó en un remonte abandonado ligeramente por encima de la Collá las Agujas, desde donde bajamos la pala con  orientación noroeste que nos llevó ya de vuelta al aparcamiento de Riopinos.

En el camino de vuelta paramos a comer en Redipuertas, en un bar restaurante llamado El Aprisco. Fue un descubrimiento casual porque nadie conocía el sitio. Comimos de menú muy bien, con platos tales como sopa de setas, patatas con langostinos, potaje de garbanzos y bacalao, pluma ibérica, bacalao, mousse de limón, tarta de queso... Todo muy rico y por 16 euros.

En Redipuertas nos despedimos y llegamos a Madrid sin mayores contratiempos.

En resumen, una actividad preciosa y disfrutona que creo ha dejado un muy buen sabor de boca en todos los participantes.

El coordinador quisiera aprovechar la ocasión que le brinda la redacción de esta memoria para señalar algunas normas de actuación que los participantes en este tipo de actividades deberían observar con el fin de mejorar la dinámica del grupo en futuras convocatorias. Algunos de los problemillas que describiré a continuación se dieron en esta actividad y otros no, pero podrían darse en el futuro si los participantes no lo tienen en cuenta.



Mi única intención es que en futuras actividades el funcionamiento del grupo sea algo más fluido. Espero que nadie se  enfade por ello.

El esquí de travesía es una actividad en la que las paradas pueden ser bastante frecuentes: poner y quitar pieles, echarse crema, beber, comer, poner cuchillas, poner y quitarse ropa... Es importante que los miembros del grupo estén sincronizados y más o menos todos hagan lo mismo al mismo tiempo. De lo contrario los retrasos que introduce cada uno con su parada se van acumulando y pueden llegar a afectar el transcurso de la actividad.

Ni qué decir tiene que cuando se queda a desayunar a una hora hay que ser puntual, de lo contrario se traslada el retraso al resto de miembros del grupo que tendrán que esperar para salir hacia el punto de partida. También es importante que cuando se queda a una hora para un cierto evento (típicamente el desayuno) se acuda con la mayor cantidad de "deberes" hechos. Hay que llegar ya vestidos con la ropa con la que se va a esquiar, salvo obviamente las botas.

Idealmente, después del desayuno debería uno cepillarse los dientes e ir al baño... nada más. Si unos acuden vestidos y otros esperan a después del desayuno para vestirse, los tiempos del grupo los marcarán los segundos y los primeros no habrán adelantado nada. Entre los "deberes" hechos a los que me refiero incluyo también las reparaciones del  material; éstas deberán hacerse preferentemente la noche anterior.

El número de paradas debe minimizarse en la medida de lo posible. Esto se consigue aprovechando las paradas obligadas de los compañeros para ir adelantando tareas. A modo de ejemplo, si un compañero se para y quita ropa, yo puedo aprovechar para echar un trago de agua, echar protector solar, comer una barrita, etc. De este modo ya no tendré que provocar yo una nueva parada al cabo de un rato.

En el fondo la cosa es tan sencilla como pensar en todo momento que se va en un grupo y que hay que ir de la forma más coordinada posible. Con esta idea en mente el resto de cosas van saliendo solas.

Espero que estas recomendaciones sirvan para hacer más fluida la marcha en futuras actividades. Del mismo modo, el  coordinador agradecerá cualquier comentario que los participantes puedan hacer sobre la organización de la actividad.

Coordinador: Roberto H. S.

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