Fecha | 6 al 9 de enero del 2011 |
Itinerario |
Jueves 6 Casa de la Tejería (Cara Sur) en las proximidades de la localidad de Aguas (915 m) – Ermita de la Fabana – Gargantas de la Fabana – Puerto de Petreñales – Llano de los Hongos - Tozal de Guara (2.077 m) – Canal de Abadejo – Barranco de Abadejo - Gargantas de la Fabana - Casa de la Tejería (915 m). Desnivel: 1.200 m. 15 km. 7,30 h. MIDE: 3-3-3-4. Viernes 7 Pedruel – Mallata Reguero – Mallata Cuna – Mallata las Cabras – Cabeza Guara (1.868 m) – Pedruel. Desnivel: 1.200 m. 17 km. 8 h. MIDE: 3-3-3-4. Sábado 8 Rodellar (752 m) – Barranco de Mascún - Fuente de Mascún – Barranco del Andrebot– Dolmen de Losamora – Otín – Camino de la Costera – Rodellar (752 m). Desnivel: 550 m. 16 km. 6 h. OPCIONAL: Ferrata Virgen del Espolón. 1 h en vía + 40 minutos retorno. MIDE: 3-3-3-3. Domingo 9 San Martín de la Val de Onsera – Barranco de San Martín de la Val de Onsera – Fuente de la Puerta del Cierzo – Paso de la Viñeta – Collado de San Salvador – Senda del Burro – Ermita de San Martín de la Val de Onsera. Desnivel: 500 m. 10,5 km. 4 o 5 h. MIDE: 3-3-4-3. |
Desnivel y Distancia | |
Horario | 4 días. |
Mapa | |
Tracks |
El miércoles 5 de enero, noche de Reyes, llegamos a la Escuela de Alquézar 13 de los 16 participantes de esta salida. Lamentablemente, dos tienen que regresar a Madrid por enfermedad de un familiar. Al final seremos 13 federados, entre ellos un menor, y un no federado al que se le hizo el correspondiente seguro. Quedamos al día siguiente en ir al Cabezo de Guara. Hemos decidido alterar el orden del programa para que puedan hacer el Tozal los tres participantes que se nos unirán el fin de semana.
Embutidos, frutas variadas, pan en abundancia, tostadora, cereales... Los desayunos de la Escuela son demasiado generosos para unas personas frugales como nosotros. Lo correcto es no comérselo todo, dejar siempre un poco, algunos esto lo llevan a rajatabla (lo de dejar siempre un poco). En la Escuela todo ha sido amabilidad hacia nosotros, además de obsequiarnos todas las noches con un buen menú de cena. Sin lugar a dudas uno de los mejores alojamientos que he visitado con el club. Les vamos a conceder nuestra primera estrella Pegaso-Michelín.
JUEVES. Salimos de la escuela un poco tarde en dirección a Pedruel, punto de partida de la excursión. Vamos 7 personas, otras 5 se quedan a hacer turismo por Alquézar. Pedruel es un pequeño pueblo donde sólo vive una persona: a él y a su acompañante nos los encontramos al bajar de los coches y nos preguntan si vamos al Tozal de Guara, empiezo a dudar de si me habré confundido de excursión, pero resulta que no, que así se llamaba antes el Cabezo de Guara para los habitantes de la zona hasta que alguien decidió “traspasar” su nombre al pico más alto de la sierra. Comenzamos a andar sobre las 10:45h. La marcha es larga, vamos subiendo entre encinas por camino bien marcado, a través de una loma pedregosa desde la que no se ven vistas. Hasta llegar a la cuerda del Cabezo, a 1400m, desde la que uno se asoma el barranco del río Alcanadre, que corre 700m más abajo. También se abren las vistas hacia el norte, vemos un trocito de los Pirineos nevados antes de entrar en la niebla que cubre la parte superior de la montaña. A 1580m nos encontramos con una valla de 3 metros de altura con un cartel que indica que se trata de una finca particular protegida por un sistema “sónico” de detección de “presencia humana”. Atención a la bala del cartel:
Al lado hay carteles tirados por el suelo (“coto privado de caza”), suponemos que donde dice “caza” se refiere a animales de cuatro patas. Damos las gracias a los propietarios por perdonarnos la vida haciendo una ofrenda al lado de la valla en forma de “mojón”, y no me refiero precisamente a amontonar unas piedras. Una vez reconciliados con el espíritu de Silvano sus balas ya no son peligrosas para nosotros, así que seguimos un rato paralelos a la valla y luego giramos a la derecha buscando la subida a la cumbre del Cabezo. Empieza a llover y a soplar el viento y en unos minutos pasamos del otoño al invierno, que era en realidad la estación en la que estábamos aunque no lo pareciera. Llegamos al vértice geodésico y bajamos por el mismo camino (en realidad en este último tramo no encontramos camino, nos guiamos por el GPS), un poco más mojados que a la ida, claro. Cuando nos faltan unos tres cuartos de hora para llegar al coche se nos hace de noche, pero ya vamos por camino totalmente marcado y llevamos frontales.
VIERNES. Salimos un poco antes que el jueves en dirección a Rodellar para hacer la marcha del Barranco de Mascún. Las previsiones no son buenas y ya empezamos la marcha con paraguas. La gente se empieza a rajar, así que decido hacer la excursión en sentido inverso al previsto para ver la parte más bonita, el barranco, al principio. Nada más salir del pueblo comenzamos a ver las paredes y concavidades que han dado fama a Rodellar y a este barranco como uno de los paraísos de la escalada deportiva de dificultad, entre ellas, el famoso “delfín”. Si os fijáis un poco podéis ver justo debajo de la “aleta” una cinta express colgando: este techo también se escala.
Nos entretenemos haciendo fotos. Cruzamos una y otra vez el río Mascún y pasamos por la Surgencia, el punto desde el que brota misteriosamente el río de las rocas. Hay varias teorías, pero lo más probable es que el agua se filtre desde los barrancos a través de un sistema de galerías que ha ido excavando el agua en la roca caliza. Pasamos también por el inicio de la vía ferrata del Espolón de la Virgen, una vía aérea pero muy bien equipada, considerada de iniciación y que teníamos pensado hacer. Pero sabíamos que iba a estar imposible con la roca mojada, así que nos dejamos el material en Alquézar. Dejamos el barranco y comenzamos la subida hacia Otín por el camino de la Costera mientras deja de llover y sale un momento el sol. Delante nuestro vemos una sucesión de agujas y formas góticas que caen a pico hasta el fondo del barranco.
Una vez arriba cambiamos totalmente de paisaje, en medio de una meseta aparece el pueblo abandonado de Otín. Nos colamos en sus casas medio derruidas rodeadas por la vegetación, en la iglesia, vamos buscando cualquier cosa extraña o curiosa. Curiosidad, morbo, nostalgia... Las sensaciones se mezclan, las preguntas se amontonan. Preguntas de difícil respuesta, como dónde encontrar un sitio para comer sin peligro de que se nos caiga un techo encima. Después de comer salimos hacia el otro barrio de Otín, que está a escasos 500 metros, en un barranco, resguardado del viento. Las casas no parecen tan antiguas. Entramos en una, parece que ha estado habitada hasta hace poco: hay lavadora, cuarto de baño, una caja de “Just for Men” y hasta antena parabólica. Pasamos por la puerta del bar, todavía hay cajas de cerveza en el suelo, algunos colchones tirados y una pizarra donde pone “Bar Camping Otín” En la fachada hay pintado un mapa que debía servir de orientación a los viajeros de hace 40 años. En el camino de vuelta a Rodellar nos paramos en el Dolmen de la Losa Mora, un megalito (monumento funerario) construido hace 5000 años. Si nos vieran los campesinos neolíticos hacernos fotos encima de su megalito probablemente nos pegarían una paliza y luego nos meterían dentro a hacer compañía a sus muertos.
Camino de subida a Otín
Bajamos por el barranco de Andrebot saliendo al comienzo del barranco de Mascún. De regreso a Alquézar unos cuantos nos vamos al estupendo rocódromo de la Escuela a seguir machacándonos.
SÁBADO. La noche anterior han llegado los 3 que faltaban del fin de semana. Madrugamos a las 7,30 h con intención de salir pronto hacia el Tozal. Al final nos retrasamos y dudamos qué carretera coger, escogiendo la peor posible, con muchas curvas, lo que nos retrasa bastante. Empezamos a andar sobre las 10,30 h y a 2 o 3 km de la Casa de la Tejería donde deberíamos haber llegado con los coches. Esto nos retrasa aún más. Los cazadores que invaden la zona nos preguntan adonde nos dirigimos, a lo que les respondemos que al Tozal y no nos ponen pegas, menos mal, están cazando por otro lado. Vamos los 14 participantes con buen humor, el sol ha salido y el día promete buen tiempo. Sobre las 12 de la mañana llegamos a la Ermita de la Fabana, vamos mal, a este paso no llegaremos. Nos adentramos a continuación en las Gargantas del mismo nombre, especie de encañonamiento con un arroyo con pozas que tenemos que vadear en sucesivas ocasiones. A continuación nos topamos con un bosque frondoso y húmedo que en interminables zigzags nos conduce poco a poco al Puerto de Petreñales, son ya casi las 13,30 h y aún quedan 500 m de desnivel.
Paramos a comer y reemprendemos la marcha. Cuatro deciden volverse, el resto tiramos para arriba, yo soy consciente de que a estas horas no voy a llegar, me encuentro débil y dolorida por la gripe y el camino no acaba de ganar altura, unas veces sube, otras baja, vaya cordal más raro, y seguimos sin ver gran cosa. Llegamos a unas campas y nos asomamos a la vertiente sur por donde nos hemos aproximado. El bosque es tupido y los barrancos parecen intransitables, mejor no arriesgarse a bajar por cualquier sitio y retroceder al puerto. Decidimos continuar un poco más hasta las 15 h, hora razonable para volverse y poder cruzar las Gargantas de día. Llegamos a un cruce señalizado y aún nos quedan un par de repechos para la cumbre que además permanece cubierta por las nubes. Decidimos los 3 que seguimos volver por donde hemos venido. Delante nuestro Juan, Ángel y Roberto serán los únicos que logren hacer cumbre, un poco al límite sobre las 15,15 h, regresando a continuación por una pedrera que les permitirá adelantar algo en la bajada, encontrándonos con ellos en las Gargantas. Se nos hace de noche al llegar a la Tejería y llegamos al coche de noche cerrada, no sin antes haber visto la carnicería que los cazadores han hecho con algunos jabalíes de la zona.
DOMINGO. Nos dormimos los 3 de la habitación, también Roberto e Ismael están griposos y tras la paliza de ayer, se nos pegan las sábanas. Nos despierta Juan y bajamos a desayunar. Parece que hoy vamos a ser pocos para la marcha. La mayoría prefieren quedarse por el pueblo y alguno regresa directamente a Madrid. Empezamos a andar también hoy sobre las 10,30 h, desde el aparcamiento que se encuentra a las afueras de San Julián de Banzo, próximo al inicio del barranco de San Martín de la Val de Onsera. Está lloviznando y cogemos los paraguas, pues la ruta es fácil. Empieza con un suave descenso por un camino ancho, que rápidamente se interna en el fondo de un barranco seco, por donde avanzamos a buen paso, un sendero a la derecha nos aleja del antiguo cauce, está señalizado por una estaca con rayas verdes como las que hemos visto al comienzo de la ruta. Tras algo más de media hora a través de un tupido bosque y atravesando algún lugar pintoresco, donde las paredes del barranco casi se tocan, llegamos a una bifurcación donde se divide la ruta de ascenso, a la izquierda el paso de la Viñeta y a la derecha la Senda de los Burros. Allí, al abrigo de la pared coincidimos con otros 3 excursionistas que van haciendo la misma ruta, paramos un momento y decidimos seguir por la Viñeta. A los pocos metros de subir, nos encontramos con un cable de acero al que agarrarse para facilitar la trepada. Guardamos los paraguas y nos ponemos los chubasqueros. Aunque la roca está mojada, tiene muy buen agarre y los pasos no revisten ninguna dificultad por lo que los atravesamos sin mayores incidencias. Llegamos a un alto, el mirador de San Salvador, y aquí empieza lo bonito de la marcha, unas vistas espectaculares al barranco de enfrente al que hemos subido, al fondo del cual se encuentra la ermita que da nombre al mismo. Enfrente los buitres planean desde lo más alto de los murallones.
Decidimos continuar, esta vez de bajada y ayudados por los cables que facilitan la travesía de las lajas. En unos 20 minutos, hemos llegado al fondo del barranco, continuamos por el único sendero visible, a través de un tupido bosque, hasta la cabecera del barranco, donde rodeada de paredes verticales e inaccesibles, se encuentra la ermita, que a primera vista parece en ruinas, pero atravesada la primera pared, tras cruzar una puerta se abre un recinto circular excavado en la roca y con una pared levantada unos 8 m desde el suelo y que se apoya en la roca. Algunas figuritas del santo y una virgen con el niño, además de velas y estampitas completan el modesto altar que resulta bastante pintoresco. La temperatura en el interior es más suave que fuera, como sucede en las cuevas. Hay abundantes traviesas de madera, además de parrillas para barbacoa. Especulamos cómo habrán podido transportar todo esto, las caballerías no llegan y el barranco es intransitable e inexpugnable, por lo que han tenido que bajar con todo a cuestas por donde nosotros. Curiosa romería la de este santo, bastante extremo. Fuera una cascada se precipita desde lo alto de la pared del barranco. Es un sitio increíble. Decidimos regresar, la subida la hacemos despacio, ayudados por los cables, pero sin ninguna dificultad. Desde lo alto volvemos a asomarnos, el día parece mejorar y se abren claros e incluso sale el sol, los buitres abundan ahora en los peñascos de enfrente. Regresamos esta vez por la Senda de los Burros que nos ofrece unas panorámicas espectaculares, para adentrarse más abajo en bosque y acabar la marcha por donde habíamos empezado. A las 15 h estamos en los coches, hemos tardado 4,30 h, tiempo estimado según el cartel informativo. Echamos unas fotos, nos cambiamos y tras despedirnos de Ángel, emprendemos viaje a Madrid.
Autor: Carmen y Juan