Antes de llegar a este primer alto, hicimos una gran parada para reagrupar a los últimos del grupo, uno de los cuales (Japi) tuvo un pinchazo en una rueda y gracias al compañerismo de Chinto logró solventarlo sin novedad.
Cada uno a su ritmo fue llegando al Collado Hornillo donde paramos otra vez a reponer fuerzas y esperar a los últimos.
Desde aquí fuimos un buen tramo en descenso y luego llaneando a gran velocidad sintiendo en nuestra piel el fresco aire matinal y la caricia de unos rayos solares que atravesaban no sin cierto obstáculo las densas copas de los pinos.
Antes de llegar a una zona asfaltada y a la altura del campamento Peñas Blancas, otra parada, de nuevo otro pinchazo en la rueda de nuestro compañero, esta vez solventado con la ayuda de Carlos. Finalmente fueron 3 los pinchazos que sufrió, parecía que llevara neumáticos de plastilina o que le hubiera mirado un tuerto. Juraba en hebreo contra los que le habían hecho la última revisión a su bici.
Con más cámaras a su espalda que TVE en sus mejores tiempos prosiguió la ruta ya sin ningún incidente.
En el tramo asfaltado que conduce al Alto de Abantos fuimos sufriendo lo empinado de la cuesta en fila india, con el único inciso en la fuente de Las Negras, parada obligada para beber y descansar. Mas adelante el grupo se dividió en dos o en tres según se mire. Un grupo (4 personas) paró en un lugar cercano al puerto de Malagón para tomar un ansiado bocadillo con cierto relax, mientras que otro se dirigió a un mirador cercano a la cumbre del Abantos.
Dos personas de avanzadilla (Alfredo y J. Antonio) lograron llegar a la cima, podríamos considerar que en representación de todos, ya que no apetecía mucho empujar la bici los últimos tramos de cuesta.
Estos dos participantes se reunieron otra vez con nosotros en el mirador, donde pudimos tomar algunas viandas entre una amena charla.
Después de esta parada proseguimos la ruta. Uno de los integrantes, Chinto, nos dejó para dirigirse por su cuenta a Collado Mediano.
J. Antonio fiel a su estilo indómito y hastiado de tanta parada enfiló la bajada del puerto de Malagón en solitario y llegó a Villalba separado del grupo.
En mitad del descenso del pto, pasado ya el Arboreto Luis Ceballos y en una de las muchas fuentes que nos encontramos, contactamos con el grupo de 4 que había parado a repostar.
Reunido el grupo entero (o casi) terminamos de bajar a gran velocidad por una carretera en mucho mejor estado que la 1ª parte de la bajada. Teniendo el Monasterio de El Escorial y el pueblo a tiro de piedra, se desgajaron del grupo Pascual y Japi que querían coger el tren en la estación de Cercanías próxima.
El resto, ya solo nueve ciclistas, nos dirigimos a Villalba por una pista muy conocida y rápida.
Sobre las tres y cuarto llegamos finalmente a Villalba donde se dio por terminada esta bonita travesía ciclista.
En realidad, no se iba a dar por finalizada hasta que encontráramos un sitio cercano a la estación de tren para saciar nuestro desmesurado apetito.
Antonio propuso un lugar apetecible por lo menos exteriormente, pero el menú a 18 euros, nos incomodó a todos y buscamos una pizzería cercana “La Gorgonzola “o algo así, donde a base de pizzas variadas, lasaña, ensalada, crepes y tiramisú dejamos a nuestros estómagos más tranquilos.
Por supuesto todo esto fue convenientemente regado con jarras de cerveza con o sin limón, refrescos varios y una copita de licor de hierbas regalo de la casa. Una pizzería con buen servicio y trato agradable que invita a repetir.
Hasta la próxima salida
Francisco
