El resto comenzamos desde este punto una subida constante por una pista, en algunos casos con el firme roto, rodeada de árboles hasta un punto en el que los caminos se cruzaban, el bosque quedaba a nuestros pies y con la proximidad de un repetidor.
Allí nos congratulamos, una vez reagrupados, de haber pasado esta dura prueba. Que era sólo la primera de esta magnífica ruta, aunque dura también. Manteniendo cota llegamos a una pequeña carretera asfaltada que cruzaba el bosque y que a la izquierda tenía una pista limitada con una barrera elevable donde comenzaba una pista que con el paso de los kilómetros se hacía cada vez más empinada, quebrada y pedregosa. Y para colmo, la maquinaria pesada maderera acabó de deformar la pista hasta casi las inmediaciones de la cima.
Durante este tramo sólo los más fuertes pudieron aguantar sobre la bicicleta. La dureza de la pendiente y el terreno irregular nos obligó a la mayoría a poner pie a tierra. En el punto más alto nos reagrupamos nuevamente y aprovechamos para tomarnos una foto de grupo e inmortalizar una nueva ruta de la sección BTT de Pegaso.
Nos sirvió también de excusa para descansar. Hasta ese punto en apenas 22 kms habíamos acumulado 900 metros de desnivel positivo. Después continuamos por una senda con unas pequeñas bajadas entre árboles, que desembocaba en una carretera asfaltada por la que descendimos a toda velocidad más de un kilómetro.
Desde ahí tomamos una nueva senda, también algo rota en su principio por la maquinaria forestal y continuamos hasta el collado Salinero.
En este punto ya se empezaba a notar el cansancio acumulado y sólo llevábamos poco más de la mitad de la ruta. El grupo se dividió en dos para que esperásemos a un rezagado.
El grupo cabecero nos esperaría en el collado de las Palomas y una vez reagrupados comenzamos una bajada rápida por la pista que bordea el valle de la Puebla.
Esta pista está colgada de la ladera de las montañas, como un balcón corrido de todo el valle.
Con suaves subes y bajas al sol nos mantuvimos agrupados los 10 ciclistas con cierta dificultad, pero el bonito paisaje y el tiempo agradable eran una buena excusa para parar y reagruparnos un par de veces más.
Cuando finalmente llegamos al collado Torrecilla comenzó una bajada por pista muy rápida, que a tramos tenía curvas cerradas, por momentos los frenos bramaban y chillaban.
Fue una bajada emocionante hasta las inmediaciones del Atazar, donde, irónicamente acababa nuestra ruta en una fuerte pendiente y que tendrían que afrontar nuestras sufridas piernas cargadas ya hasta aquí con más de 50 kms y 1300 m de desnivel.
Al final de esta dura pendiente final nos espera el pueblo de El Atazar.
Parte del grupo se paró a ayudar a una ciclista ajena al grupo que tuvo un pequeño contratiempo y se produjo una pequeña herida en la pierna.
Y por fin aunque cansados pero satisfechos de haber tenido un bonito día, lo celebramos en el centro del pueblo con unas buenas cervezas.
Coordinador de la actividad: Toni Oñate