Fajitas para comer con embutidos de “blíster” ( muy correcto término, aunque extraño, introducido por Félix) y chocolates negros, muy negros. El mejor: ese “mousse” que ofreció Rafa. Y ahora, si Los Pecos me abandonan , voy a relataros estos días por la Isla Bonita.

Todos habíamos esperado ansiosos que llegara el viernes para iniciar esta actividad que prometía ser una muy grata experiencia.

Hacia las 10 horas íbamos llegando a Barajas. Facturamos el equipaje y en la zona de embarque, tras intercambiar nerviosos sobre el viaje que nos esperaba y no sin antes intentar, aunque en vano, recuperar la navaja que Antonio había introducido en su equipaje de mano, nos fuimos distribuyendo irregularmente en el avión. Facturar por separado motivó tan aleatoria disposición.

En menos de tres horas tomamos tierra. Calor. ¡Qué gusto! En Madrid, aunque no hacia excesivo frío había estado toda la noche lloviendo. Tras recoger nuestras maletas nos dirigimos a la oficina de HERZ donde con la tranquilidad que caracteriza a los palmeros nos fueron entregando los Toyotas, el Audi a Zapata (así lo llamaba él, aunque se trataba de un Toyota Auris) y algún Polo. Ya tuvimos el primer, sin importancia, incidente automovilístico. ¿Dónde está Javier? Sube. Baja plantas en el Aeropuerto. Los coches dispuestos para salir y el Javier “desaparecido”. Él que sube. Nosotros que bajamos y así un par de veces, hasta que al fin coincidimos. La fila de los 7 vehículos se encamina hacia los apartamentos Lago Azul sin no antes dar un par de vueltas. (Estos vehículos de alquiler no disponen de GPS).

Ya en nuestras estancias. Apreciamos las vistas. 1ª línea. La Piscina delante. ¡Qué sorpresa! Tengo de vecinos a los “Roper”. Con un hambre de espanto, pues cerca de las 17.00 horas y aún no habíamos comido, salimos a la calle. Nos vamos sentando en el primer establecimiento que ofrece comida. Salvo la tarta de zanahorias, exquisita, los platos greco-alemanes no gozarán en esta crónica de grata mención.

El grupo se toma la tarde libre. Hay diversas opciones. El más numeroso, aunque a distinta hora va a Santa Cruz. Allí encontramos a “los vascos” que estaban en la isla desde el jueves, y tras degustar la “pata asada” del establecimiento “Patria” en todas sus variedades: en bocadillo, sándwich, al plato, etc., acudimos a recoger a los compañeros que vienen en el Ferris desde Tenerife y a Esther que lo hace en avión desde la misma isla.

Sentimos que el tiempo va empeorando. Comienza, aunque ligeramente, a llover. El pronóstico no es bueno para los próximos días.

El sábado se confirma la predicción. Disponemos en la mochila las capas, el paraguas, el que lo tiene, y todo tipo de ropa impermeable. Según estaba anunciado, nos cogió la lluvia al llegar a los nacientes.

Unimos dos de las más populares e impresionantes rutas que se realizan en La Palma “Los nacientes de Marcos y Cordero y el Parque de los Tilos. 1100m. de desnivel acumulado por una progresiva pero buena senda donde se sucede en un sinfín de especies la espesa vegetación alternando miradores y barrancos. Discurrimos con capas y frontales, en la mayoría de los casos, por caminos y túneles llenos de agua la mayoría donde terminó de mojarse el que aún estuviese seco. Y para colmo la escasa altura de parte de alguno de los túneles favoreció algún que otro golpe en la cabeza. En mi opinión, esta curiosidad sería más atractiva si en vez de 13 túneles fueran 3 o cuatro, aunque no hubiesen tenido suficiente para producir la energía eléctrica necesaria en la costa.

La temperatura era buena, por lo que la humedad no fue demasiado molesta. Conseguimos secar nuestras ropas, aunque yo, con zapatillas, disfruté toda la ruta con los pies mojados.

Tras una “tediosa” y embarrada bajada desde la “casa del monte” donde los “culetazos” se sucedían repetidamente, concluimos, esta ruta circular llegando hacia las 17.00 h. al aparcamiento de los tilos donde nos esperaban los coches que nos llevarían a casa. Si hubiese que establecer un ranking de caídas. Tere sería la primera. Después Rafa.

 

DOMINGO 4 DE DICIEMBRE

Aunque la previsión meteorológica era mala. El porcentaje de probabilidad de lluvia no era superior al 20 %. Así que el coordinador decidió realizar la actividad.

Nos dirigimos al aparcamiento del centro de visitantes. Al poco de iniciada la ascensión al Pico de las Nieves empezó a llover. El viento cada vez era más intenso, la niebla complicaba la situación. El desanimo se apoderaba de todos. ¿Qué hacemos? Puede cambiar, pero no lo hizo. Difícilmente pudimos llegar al Pico. La climatología era de lo más adversa y tras muy difícilmente llegar, pues el viento y la lluvia eran insoportables, nos hicimos la foto con el banderín, iniciando a toda carrea el descenso hasta el aparcamiento. Frustrados nos introdujimos en los coches. Mojados. Con frio y pensando sólo en llegar a casa para reponernos. El “super” estaba abierto. Compré una caja de Sopinstant (1) y qué rica me supo tras la deseada ducha. Nos comimos los húmedos bocadillos de la mochila y pasamos donde los vecinos a tomar el café que una de las “princess” había preparado.

Antonio L. Abilio y Rafa desde el aparcamiento se fueron al Roque de los Muchachos y según nos dijeron pudieron contemplar la magnífica vista de los observatorios e incluso recorrer las inmediaciones del borde superior de la caldera de Taburiente.

Casi la totalidad del Grupo, una vez recuperados y no antes de descubrir el Paseo marítimo, nos dispusimos hacia el pueblo de Los Canarios con la intención de visitar el Centro de Interpretación del Teneguía. Era tarde y próximo a oscurecer dimos un paseo por las salinas de Fuencaliente y las proximidades del faro. Ya en los Canarios repostamos “cachapas” y alguna que otra especialidad venezolana. (1)

 

LUNES 5 DICIEMBRE

Hoy realizaremos la ruta estrella de la Isla. Se trata de una ruta de Norte a Sur por toda la espina dorsal de la Palma. Discurriremos desde el refugio del Pilar hasta los Canarios en Fuencaliente.

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El aparcamiento del refugio del Pilar es una zona sombría en la que creo que llueve bastantes días. Sólo hay que ver las barbacoas cubiertas con tejadillos.

Llegamos al aparcamiento y, para no variar llovía. ¡Qué desaliento! Una ruta tan larga y lloviendo. (Yo tenía las zapatillas mojadas del día anterior). Así que nuestros pensamientos iban en una sola dirección: Terminar cuanto antes. ¡Qué triste! Yo estuve hace tres años y es de los sitios más bonitos que se pueden ver. Hoy no iba a ser posible. La niebla no permitiría descubrir las bellezas que recoge el “Parque de la Cumbre vieja”. Todos coincidíamos que la previsión mejoraba hacia las 12.00 horas. Salimos a las 9 de la mañana. Y, “clavado” a mediodía empezó a clarear. Ya no llovía y a ratos podíamos ver más allá de la mochila del de delante. Subimos al volcán Martín, y un grupo de 7 decidimos regresar al aparcamiento. De esta forma evitaríamos a los conductores desplazarse desde los apartamentos en “Los Cancajos” a por los coches y sólo perderíamos los últimos 5 kms. que restaban hasta los Canarios. En su mayoría bosque. De esta forma pudimos descubrir la belleza de los volcanes que nos habían pasado inadvertidos. Hubiera pasado horas contemplándolos. Vistas al Teide, a la Gomera, a la Isla del Hierro. Todo un espectáculo que nos emocionó sobradamente. ¡Qué acierto! ¡Qué día tan bueno! Próximo a oscurecer regresamos a por los coches. Cansados, pues habíamos caminado más de 26 km. durante casi 9 horas, pero felices y dichosos por no haber perdido esta quien sabe si única oportunidad.

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Y como ya el tiempo “pintaba bueno”, para descansar y podernos contar todo tipo de detalles, chascarrillos, y “cotilleos”, el coordinador tuvo la buena idea de proponernos para el martes lo que llamó jornada “lúdico gastronómica”. Prácticamente todo descenso. Así que “bla,bla,bla…bla,bla,bla”. Aunque no dejamos de admirar la belleza de esta ruta que desde el Parque Cultural de la Zarza tras más de una hora de curvas y más curvas por una carretera en la que dudo cupiésemos dos vehículos en distinta dirección, llegamos a la Zarza. Tras unas pequeñas discusiones, pues no dábamos con la interpretación correcta del panel informativo, (Antonio y Roberto habían ido a estacionar los vehículos al punto de destino) transcurrimos por un casi intacto bosque de laurisilva descendiendo después por los barrancos de la Zarza y la Magdalena. Bosques encantados que invitan a la melancolía. Aparecimos por unos acantilados de vértigo. Barrancos interminables de la zona norte de la Palma hasta Tablado. Cansados y con hambre, pues nos habían prometido una copiosa comida marinera en La Fajana. “Ay qué risa María Luisa”. Parece que hay dos destinos con este nombre que distan 10 kms. Antonio se equivocó y creyó que el de los Restaurantes y las Piscinas naturales era donde terminamos. También llamado Fajana, pero con el único atractivo de grandes platanales en los que pudimos “tomar” algunos frutos muy buenos por cierto. Allí sacamos nuestros embutidos, barritas, frutos secos…Eso sí, baratito que nos salió el menú.

Pronto olvidamos este incidente, pues el recuerdo de la ruta merecía sobradamente este equívoco.

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Creo que Rafa habrá perdonado a Antonio, pues cuando parecía que en el Tablado íbamos a comer, le dice que aún quedan 5 kms. La exclamación, mejor ni la cuento.

Y por la noche buena dosis de hidratos en “Los Mor B (en inglés) two (en español)” Dos horas estuvimos muy placenteramente allí.

Terminamos los panecillos y el vino (Yo que apenas bebo, con el primer trago ya empecé a cantar villancicos inspirada por el detalle de la foto que pude tomar desde mi sitio.

Y cuando el tiempo ya se aseguraba bueno, el jueves tuvimos ocasión de introducirnos en “La Caldera de Taburiente”. La estrella de la Isla. Desde la zona Este en el punto de salida “La Cumbrecita” hasta el Barranco de las Angustias próximo a los Llanos de Aridane.

Se trata, sin duda de la actividad más complicada técnicamente de las que habíamos realizado, aunque para unos “profesionales de la montaña” como es nuestro caso, los pasos aéreos, con la ayuda de cadena en la mayoría de los casos, era “pan comido”.

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Nueve horas con algunos descansos, empleamos en esta ruta. Y al final…El Barranco de las Angustias que no se terminaba nunca. Gracias que dejamos la “Cascada de colorines” (que en mi opinión, no es la “Octava maravilla”) pues de haber ido allí hubiésemos llegado de noche.

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Cansados y como si de un pelotón miliciano se tratase. Los 6 participantes más rezagados nos pusimos a cantar. No paramos hasta el aparcamiento. Allí se escuchó de todo. Aunque la copla muy bien dirigida por Félix no desmereció en ningún momento el Pop de final de los 70. Allí apareció El último de la fila, Camilo Sesto, Miguel Ríos…Aunque la “estrella” del concierto fueron Los Pecos que entre la amenazada calma nos dejó ver a un grupo de “hippies” que con sus guitarras nos amenizaron al paso. ¡Qué recuerdos Para las cuarentonas y no tan cuarentonas! Creo que yo anticipaba que era mi última salida en La Palma y quería no pensar que sea acababan estas vacaciones. El jueves volvía a Madrid muy a mi pesar el viernes tenía que trabajar. Era la segunda vez que visitaba esta Isla y no por ello dejé de sorprenderme y jurar que volvería. Fijo que volveré. Como Escarlata O’ Hara en “Lo que el viento se llevó” A Dios pongo por testigo…

Así que llegó el Jueves. Yo, un paseo por la costa desde “Lago Azul” hasta Santa Cruz. Vuelta, maleta. Vienen “las princesas” a recogerme y al Aeropuerto. Muy triste. Todo son recuerdos. Estoy sola. Sí vuelvo a casa, pero dejo a Antonio, amigos y compañeros con los que he compartido muy gratas experiencias.

Móvil en mano empiezo a ¿“whatsappear”? , envío y recibo fotos. Asun me manda playas. Ya que no pudieron hacerlo el domingo, han subido con los coches al Roque de Los Muchachos. Muy relajados, por lo que incumplieron el objetivo previsto. Me cuenta Antonio que contemplaron la grandiosidad de la caldera de Taburiente y los observatorios astronómicos. Intentaron acceder a los picos más emblemáticos: de la Cruz, El Cotillón, Piedra Llana…y de regreso, visitaron algunas playas de la Isla reponiendo fuerzas previamente con pizzas, papas y los más conservadores tomando café.

Finalizada la actividad queda reservar y concretar la cena que a lo largo de la semana, por ser el último día se había acordado sería en el “Chipi Chipi”. Lugar, unánimemente recomendado por toda la Isla.

Al parecer no quedaron muy conformes. Al menos así me lo ha transmitido Antonio que no entiende por qué tiene una mención en la Guía “Michelín”. Poca variación en la carta. Y mucha carnaza, eso sí con sus correspondientes “mojos”. En esta ocasión, al parecer acudió casi la totalidad del Grupo. Se bebieron “palmeras” (cervezas de la isla), Malvasía y entre bienmesabes, príncipes Albertos, y demás dulcerías, a los postres se brindó por los “Pegaso”.

Llegado el viernes no queda más que después de ajustar cuentas, intercambiar tickets de gasolina y formalizar la entrega de los vehículos y llegada al aeropuerto, despedirse de la capital: Santa Cruz de la Palma. Se hacen compras, se visita de nuevo la iglesia, se toma algún que otro vinito y al unísono, en la mente de cada uno el “Pobre de mí”.

Ya en el aeropuerto, tras facturar, y pasar el control, visita obligada a la “Duty Free”. Larga espera hasta el embarque. A un lado el Océano y al otro El Roque, el Pico de las Nieves, el de la Cruz… nos recuerdan que aún estamos en la Isla.

Ya en el avión, ¡Qué susto!: Anuncian que habrá un retraso de dos horas y media. No fue así. ¿Se trataría de la niebla que cubría Madrid? Creo que Asun tiene razón: El piloto secunda una huelga pasiva poniendo a los pasajeros contra la nueva “spanish low cost”. Ya en barajas, nos ponemos las olvidadas chaquetas y, de noche las luces nos recuerdan que está próxima La Navidad.

N.G.M.

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