Viernes 6 de julio del 2013. Empezamos a llegar a la plataforma de Gredos (Hoyos del Espino) sobre las 19.30h allí nos reunimos los 9 que iniciábamos esta actividad el viernes de un total de 17 que compartiríamos experiencia, el resto (8) se uniría el sábado temprano. Caminamos hasta el Prado de las Pozas buscando un lugar cómodo y bonito para pasar nuestra primera noche de vivac. Encontramos “El Sitio” no podía ser mejor, cascada, poza de agua cristalina, mullido suelo de verde hierba…así que montamos el campamento y cenamos a la luz de los frontales. Teníamos luna nueva en puertas por lo que el cielo se dejaba ver como un planisferio perfecto, todas las constelaciones nítidas y mientras las localizábamos un montón de estrellas fugaces nos regalaban los ojos.
Sábado día 7. La primera noche al raso acabó bien prontito con los primeros rayos de sol, a las 6 de la mañana algunos estaban corriendo por la montaña. Un poquito más tarde, mientras los hornillos calentaban el café, otros saltaban a la comba y gastaban bromas sobre qué hacer hasta que llegasen los compañeros a las 10 de la mañana. Lo solucionamos yéndonos a dar un baño mañanero a las pozas y comenzando los talleres en las rocas con los pies en el agua y cuando llegó el resto compartió bañito y abordamos la primera parte del taller sobre prevención, planificación, gestión del riesgo y debate sobre la legislación y jurisprudencia actual y en qué nos afecta.
Recogimos el campamento y tiramos hacia el Morezón, hicimos una parada para picar algo y se impartió el procedimiento a seguir en caso de incendio en montaña. Decidimos comer en la cumbre del Morezón con unas vistas espectaculares y una brisa que mitigaba la solana y permitió que disfrutásemos de la comida y de una entretenida tertulia filosófica, no había prisa, llevábamos la casa a cuestas y no había rigidez de horario ¡que gozada!
Rumbo a La Mira paramos en el Refugio del Rey para abastecernos de agua y hacer un simulacro de accidente en alta Montaña con rescate aéreo.
Aún nos quedaban cuatro horitas de camino para llegar a tiempo a contemplar el atardecer en la Mira, llegamos buscamos sitio idóneo cerca de la fuente y el Refugio de los Pelaos y nos subimos a ver el impresionante ocaso de Sol con el Almanzor, la Galana etc, de frente y el Galayar a nuestras espaldas, todo teñido de un naranja brillante y sin una sola nube que enturbiara tan maravilloso espectáculo, que regalazo para los sentidos…
Bueno, a hacernos la cenita y a dormir que mañana el día es durillo y nos espera el ascenso al G. Galayo y la vuelta a la plataforma
Domingo día 8. Nos levantamos, algunos ya se están calentando el café, desayunamos, desmontamos el campamento. Bajamos hacia el refugio Víctori para retomar la canal del G. Galayo, que subimos ya trepando, S. Trocha Palomo.
Nos situamos en la base del G. Galayo para iniciar la última trepada, hacer cima y recrearnos la vista en este peculiar, maravilloso y escarpado paisaje que impresiona tantas veces como se mire. Hicimos cima y parte del grupo decidió no irse sin subir también a la Aguja de Don Servando.
El regreso fue durillo pues no nos cobijó ni una sombra hasta llegar a la plataforma, es por ello que suspendimos los talleres previstos para ese día, eso sí algún bañito de agua de deshielo nos dimos de camino y unas buenas cervezas fresquitas en el chiringuito, donde cambiamos impresiones sobre los talleres y la experiencia, en especial los que no habían hecho nunca vivac y sobre lo enriquecedor de la convivencia y la aportación mutua. Más no conformes decidimos premiarnos con unas suculentas viandas en Hoyos del Espino en local hostelero famoso por sus exagerados bocadillos y platos combinados capaces de lastrar a un montañero para más de un día.
En resumen fue una actividad muy completa, en la que se realizó una bonita ruta con cuatro ascensos, docencia con la aportación de las experiencias de los presentes y convivencia e interacción del grupo en el medio natural.
Quiero expresar mi agradecimiento especial a Fernando Serrano por su apoyo y su participación en la elaboración y desarrollo de los talleres y a Oscar Pinto por su implicación a la hora de ayudarme a impartirlos y por sus aportaciones técnicas. La mayor parte de los contenidos de los talleres que fue imposible impartir quedan pendientes para darlos en el aula sujetos a la organización del club.
Elvira González