El Moncayo y su cara oculta
19 y 20 de Novienbre de 2016
TODOS AL MONCAYO
Ferrateros y alpinistas
Montañeros…senderistas
Ya veis que ni en casa callo
Apuntaos pronto ya!
Que las plazas escasean
En la salida al Moncayo
Y a la llamada de estos versos, previamente anunciados…Nos trajo un “lleno total”.
Dos en lista de espera, uno que pasa a inscrito, alguien me llama….entraré? Jueves…Viernes…Qué sinvivir!. Baile en el apunte. Llamo al Albergue: Por favor una plaza más….Tic-tic…tic-tic…el what’s app suena. Una y otra vez. Y si le quito el sonido? Mejor. No me enteraré en el momento, pero, al menos, podré trabajar.
Está muy claro: “Ni uno se quede sin subir al Moncayo”.
Había conseguido mi objetivo!
Ultima actividad del 2016 de la Sección de Montaña. Y al final. Lo de siempre: Dos o más bajas de última hora. Llegan los fríos y los virus hacen estragos en los participantes.
A pesar de todo, muy, muy satisfecha. El bus “abarrotao”. Por fin llegó la hora de descubrir “la cara oculta”.
A penas pude dormir. Había quedado en ir a recoger a la estación de Autobuses a Jose.
Venía desde Alicante y llegaba a Madrid a las 6.30 h. No podíamos correr el riesgo de perderle. Así que fuimos a buscarle en coche. Nos enteramos de que hay niebla llegando a Madrid. Unos minutos de retraso. La tensión correspondiente y “a toda pastilla” a Canillejas. Tan temprano y con tan poco tráfico, pudimos tomar café antes de salir.
Cogemos a tres compañeros en “La Garena”. Rumbo a Noviercas, destino intermedio, donde nos espera Mario. “Aguanta Mario…Aguanta.” Más de una hora en la ermita. Cuántos cafés habrá tomado!. Era necesario hacer una parada de 30 minutos en Medinaceli. Esta demora no la había controlado.
Nos estamos retrasando. A qué hora vamos a llegar al Santuario de Nuestra Señora del Moncayo? Yo había previsto hacia las 12.00, pero no fue hasta las 12.45 cuando nos dispusimos a subir. En la bodega quedaron crampones, polainas, piolets…A lo largo del viaje pudimos comprobar que no había nada de nieve, a pesar de habérmelo confirmado dos días antes el “Gobierno de Aragón” y el más humilde establecimiento hostelero de Cueva de Ágreda.
Desde el aparcamiento de Agramonte, sumamos 2,25 kms. y 360 m. de desnivel. A través del bosque, ascendiendo por sendas no muy bien delimitadas nos pusimos en escasamente una hora en el Santuario.
Tengo que controlar que nadie se pare en la apetecible y acogedora terraza al sol. Prometía tanta placidez que a mí no me hubiera importado empezar con un buen almuerzo. Hacia tan bueno!. Me quedé la última. Es norma en Pegaso que el coordinador vaya recogiendo a los más tranquilos. Así que a este paso, por el pedregoso pero bien definido sendero, entre tupida arbolada de pinos silvestres llegamos al Pozo de San Miguel. Ante nuestros ojos con claridad absoluta la Hoya de San Miguel y el Pico San Miguel ó Moncayo. Llegué a las 15.30 h. a la cumbre.
Como casi siempre el viento nos acompañó toda la loma y ni siquiera pude tocar el vértice. Rápidamente nos introdujimos en el “abrigo” y tomamos algún que otro bocado.
El día estaba despejado. Este hecho nos dio tranquilidad. Visibilidad total, tendido y rápido descenso. A las 18.00 h. sería de noche.
No me consta que algún participante subiera a Peña Negrilla. El viento hacia muy complicado transitar por la cuerda.
Nos dio tiempo a tomar una, dos y quien sabe hasta tres cervezas en el Mesón de Cueva de Ágreda. Y a las 18.00 h. como estaba previsto. Salimos hacia Calcena por carretera equivocada. A los 6-7 kms. Ya de noche nos percatamos de ello y vuelta a Cueva de Ágreda.
Ya desde aquí por una siniestra, estrecha y amenazante vía, Claudio el conductor, hizo mil y unas pericias para poder reconducir el bus sin caer a los barrancos. ¡Qué miedo! La rueda se salía de la carretera. Los bajos golpeando. Yo quería bajar y salir andando. El resto? Habían tomado demasiadas cervezas. !Qué 25 kms. Tan largos!
Por fin en Calcena. Todavía quedaban participantes de “La Calcenada”. Andada popular que hubiese sido parte del programa de no ser porque la cambiaron al sábado en lugar del domingo tal y como estaba previsto.
Nos presentamos en el concurrido Albergue. Visita a las duchas. Visita al Bar y a las 8.30 en el Gran Comedor 48 personas se disponen a cenar macarrones con salsa de nata y setas y pollo al vino (muy rico por cierto). Los vegetarianos también disfrutaron de su menú.
Tras un breve paseo por Calcena que poco ambiente tenía ya, nos recogimos. Habíamos madrugado bastante y no tardamos en quedarnos dormidos. Bueno hubo a quien le costó conciliar el sueño. El 3-0 del Madrid /Athetic. Fue una mala pasada que arruinó el tradicional “chupito” de yerbas gentileza de Jesús.
Y el domingo, la lluvia no estaba prevista tan temprano, pero llovía, ligeramente llovía, así que los “ferreteros” no pudieron disfrutar de la “Hipocrática”. Se unieron a los “andarines” y todos a Purujosa. Después de un caótico desayuno que nos habían dispuesto en el que pretendimos calentar 48 cafés en un microondas. 48 tostadas en un tostador casero. No podíamos atender las dos cosas y el resultado fueron cafés fríos. Vasos de plástico deshechos y restos del pan de la cena achicharrados. De nuevo 6 kms. de tortuosa carretera. Era de día y esto ayudó a controlar los nervios. Al menos a mí se me hizo más llevadero.
20 personas decidieron no realizar “El barranco de Valcongosto”. La llovizna les hizo abandonar la idea. 37 personas iniciamos la andadura. Mañana espléndida. Nublado. Buena temperatura y un paisaje otoñal que nos hizo disfrutar durante 3-4 horas sin gota de lluvia, aunque J. estrenó las polainas. No podía regresar a Madrid sin estrenar parte del equipo que para la actividad había adquirido.
Los que decidieron quedarse en el pueblo, al ver la bonanza del día salieron a nuestro encuentro.
Llegando a Purujosa, tal como había dispuesto, terminamos en el Albergue. Yo había avisado para que nos ofreciesen bebida y algún que otro bocado. Allí nos surtieron bien de tortilla de patata, torreznos, queso con membrillo y hasta bizcochos caseros que habían preparado para los más golosos. Así que después de un buen homenaje, y una vez apareció J. Santos que no estaba dispuesto a perdonar ni un minuto a la actividad, regresamos a Madrid, previa visita de la ermita en la que “el ermitaño” Francisco. Así se hizo llamar, pues era el único habitante de Purujosa. Estábamos empezando a descubrir qué era eso de “la cara oculta”. Nos enseñó la iglesia y nos ilustró sobre los frescos. Por un momento, cuando Merche preguntó si eran del Greco, me vino a la mente el "Hecce Homo". ¡Menos mal que no habita nadie!
Agradecimientos a: Arturo A., Pedro C., Pedro B. y A. Moreno. Sin ellos no hubiese sido posible llevar a cabo esta actividad.
Desde aquí quiero trasmitir a Marisa S. nuestro más sincero deseo de recuperación.
Naty G.