Antes del Risco de la Campana hicimos una parada para reagruparnos. Dos personas se dieron la vuelta y comenzaron a bajar directamente al pueblo de Tornavacas. Bordeamos las piedras del Risco y bajamos hasta la Portilla de Galindo (1893 m) abriéndonos paso por una senda casi perdida entre piornales. Desde aquí comenzamos a subir por palas de nieve hasta el Canchal del Turmal (2338 m). Antes de llegar hicimos una breve parada para comer y disfrutar de las impresionantes vistas de toda la cuerda de los Asperones que nos quedaba por recorrer hasta el Torreón y del circo que se extendía a nuestra derecha. En la bajada hasta la Portilla de Talamanca la cuerda se estrecha y tiene pasajes rocosos que nos obligaron a utilizar las manos ya que estaban parcialmente cubiertos de nieve.
Desde la Portilla seis personas emprendieron la bajada hacia el pueblo de Tornavacas. Esta bajada sigue un valle para desviarse luego a la derecha en busca del camino que baja del Torreón.
El resto del grupo continuamos la cuerda hacia el Torreón. Una canal de nieve nos elevó a la cresta y nos obligó a sacar el piolet de la mochila. La cresta tiene algún pasaje aéreo aunque sencillo, pues no estaba totalmente cubierta de nieve. Con más nieve y hielo este tramo es delicado. Llegamos al Risco de la Talamanca que es una ancha loma que pasa desapercibida delante de su vecino el Torreón, del que le separa el Paso del Diablo. Tras bajar por la cadena llegamos al Torreón (2397 m, 6h). Parada para comer.
Para bajar desde el Torreón nos desviamos de la ruta prevista, pues bajaba demasiado directa por el circo situado al sureste del Torreón. En su lugar seguimos la cuerda hacia el suroeste hasta encontrar una bajada más suave. Bajamos por el valle del Arroyo Tejadillo, sin senda, y tras cruzar el arroyo varias veces llegamos a unos chozos a unos 1460 m. Desde aquí ya sin ninguna complicación comienza a bajar un camino marcado como PR. Llegamos a las Casas de Becedas (1200 m), y después de cruzar el río una pista nos dejó en el pueblo de Tornavacas (880 m, 10h15’).
La marcha fue dura pero el esfuerzo mereció la pena. Además, pudimos aprovechar la ventana de buen tiempo entre dos frentes que duró lo justo para terminar la marcha sin calarnos.