Luego de un opíparo desayuno, los integrantes del primer grupo cogemos los coches para desplazarnos 3 km, hasta Fuente Dé, el acceso natural a la mole del macizo de los Urrieles o macizo central de Picos de Europa.
Comenzamos a caminar alrededor de las 8:30 y subimos a buen ritmo hacia la canal de la Jénjuda (o Jenduda, según seas aborigen o no) que es una brecha natural que salva el inexpugnable muro calizo y da acceso a la plataforma central del macizo. Somos 24 valientes con muchas ganas de pasarlo bien.
La primera parte de la ascensión no presenta dificultad pero si gran belleza. Serpentea por la ladera dejando ver en la lejanía todo el valle y el precioso manto arbolado con hayas y otras especies caducifolias que empiezan a mudar el color. Se adivina el otoño…
Al cabo de una hora, llegamos a la boca de la canal . Tras un escueto recorrido, primera sorpresa del día: hay que remontar una repisa encajonada en el hueco por una cuerda fija. Lo sorteamos con poca dificultad y continuamos “piano piano, arrivando lontano”.
Una vez fuera de la canal continuamos por la “autopista de Picos”, el GR que actúa de espina dorsal del macizo y que no lleva a Roma, pero sí a todos los puntos emblemáticos de la zona.
Alcanzamos Cabaña Verónica y tras una refracción frugal, retomamos la marcha, esta vez cogiendo un desdibujado sendero capruno que se encarama en la roca. Con paso cauteloso, enfilamos hacia el Jou Trasllambrión que, ¡segunda sorpresa!, está anegado de nieve (a mediados de septiembre).
Subimos una empinada cuesta con hitos que se dirige hasta la misma cumbre del pico. Ya hemos subido 1.500 metros y estamos cansados.
A partir de este punto, comienza el “rock ´n ´roll” de verdad. Al terminar la subida “natural” nos encontramos con una pared infranqueable que, aparentemente, solo tiene una vía para proseguir: una chimenea con pasos de II y alguno de II+. El suelo está húmedo y el corredor es bastante estrecho, tanto que algunos nos tenemos que quitar el mochilón para atravesarlo.
Después de un ejercicio acrobático, corto pero expuesto, llegamos a la cresta cimera y ¡por fin!, hollamos la anhelada cumbre, sitio para reponer energía y esperar a los del grupo que subió por el teleférico.
A pesar de la dificultad de la ascensión, no es necesaria ninguna maniobra especial y, al rato, nos reunimos con el grupo del teleférico en la cumbre. Entre tanto, el grupo de avanzadilla, compuesto por 7 magníficos, enfila la ascensión a La Palanca.
La travesía por la cresta del Tiro Callejo no está exenta de obstáculos. A los dos minutos, nos topamos con una pared de piedra con pocos agarres que nos exige montar una cuerda fija para ayudar a todos los compañeros. Tercera sorpresa del día. Al mismo tiempo, este resalte es lo suficientemente complicado como para montar una rápel de descenso de unos 8 metros, para facilitar el destrepe.
El patio a ambos lados, es impresionante, y la sensación alpina la paladeamos con un regusto especial. El Llambrión no tiene costumbre a que le visiten 30 personas de una vez pero se está portando bien y, nos permite domarlo.
Una vez sorteado este obstáculo, llegamos a una encrucijada en que solo es posible 2 opciones: continuar descendiendo por la canal del Tiro Callejo, escarpada donde las haya, con nieve y roca descompuesta, o buscar una vuelta más cómoda hacia El Cable.
La mitad del grupo decide retornar a El Cable y bajar hasta Fuente Dé en el teleférico. Otro grupo de osados continua por la canal.
El grupo de El Cable mete gas. Son las 16:00 y el teleférico cierra a las 18:00. Si no llegan a tiempo tendrán que volver a bajar por la Jénjuda.
Tras echar a correr en algún tramo, llegan a las 18:10. Teleférico cerrado. “¿Y ahora qué hacemos?” se preguntan. El tuerto que les miró hace un rato se retira y entonces irrumpe la diosa Fortuna. Un amable samaritano conductor de un Land Rover se ofrece amablemente a bajarles hasta la civilización en la parte de detrás. Allí se suben, ni cortos ni perezosos los alegres pegasos, que, con jacaranda y zumboneo, llegan, animados y descansados hasta Fuente Dé.
Mientras tanto el grupo de intrépidos que decide hacer la ruta integral afronta la bajada por la canal del Tiro Callejo. Los obstáculos continúan: repisa enorme con cuerda fija que hay que bajar al pulso. Es la cuarta sorpresa del día. Dos integrantes descienden por ella directamente. El resto montan una segunda cuerda de seguridad y, con poco esfuerzo salvan la barrera.
Hay una segunda destrepada equipada con cuerda. Es mucho más larga pero más sencilla.
Aprovechamos las paradas para comer (17:00), ya que el día ha sido tan entretenido que el apetito no ha querido manifestarse.
A partir de este punto, todo es coser y cantar. Caminar 3 horitas por un PR muy bien balizado para terminar descendiendo por la sobrecogedora canal de El Embudo y sus innumerables “tornos” (curvas) que se precipitan 1.000 metros a cañón.
Horario de llegada: 20:45, justo para cenar. Resumen del día: impresionante.
Ascensión: 2.100 m. acumulado. Bajada: 2.100 acumulado. Los que hicieron la torre de la Palanca: 2.450m. Tela.
Domingo 18 de septiembre de 2016
Desde la misma mañana realizamos varios grupos. Estamos todos cansados de la larga jornada anterior. 20 personas completaremos la ruta planificada, la torre del Friero. 2 deciden hacer una de las opciones, el pico Valdecoro, y el resto se va a hacer vías ferratas o turismo gastronómico-cultural, ya que el sitio lo merece.
El grueso del grupo, los de la torre del Friero hacemos un viaje de 1.30 horas hasta el lugar de salida, el puerto de Pandetrave.
Llegamos al punto de salida a las 10 horas. Está muy nublado y en las cumbres se aprecia claramente una tupida capa de niebla densa: “Que no llueva, que no llueva”.
Somos un grupo bastante compacto pero aún así, desde los primeros compases se crean dos facciones, una con 7 miembros y el resto.
La primera parte de la ascensión consiste en sortear sotobosque por un camino desdibujado pero intuitivo. Luego da paso a varios collados hasta la entrada en la canal de la Chavida. Ahí comienza el pedregal, inicialmente con canchos grandes y fácilmente salvables para, posteriormente dar lugar a zona de derrubios y piedra fragmentada.
Pero como no hay mala suerte sin buena, la entrada a la zona más dificultosa, la piedra suelta, llega con recompensa. La niebla de disipa y deja paso a Helio con su aura de cielo azul azulísimo y pintorescas nubecillas de algodón.
Antes de remontar el hombro del pico un compañero tiene un resbalón con una roca suelta y se hace un ligero corte en la mano. Tras las curas pertinentes y viendo que los ánimos siguen a tope, comenzados la trepada final (unos 200 metros) driblando todo tipo de barreras geológicas que pasamos con poca dificultad.
Llega una angosta chimenea y otra más, abierta, que atravesamos hábilmente, hasta que ponemos el pie en la impresionante cima la torre del Friero. Desde esta atalaya podemos contemplar el embriagador paisaje y la inmensidad de Picos de Europa.
La bajada, sin contratiempos, deshaciendo el camino andado. En menos de 2 horas estábamos abajo. Ya ahora rumbo a casita, a soñar con nuevas aventuras pegasianas.
Hemos subido y bajado unos 1.200 metros. Hemos disfrutado, lo indecible.
Nota final: quería agradecer a todo el grupo lo bien que ha salido todo y en especial a Fran González y a Jesús Esteban por colaborar activamente en la seguridad del grupo.
J. Javier Crespo