A.D. Grupo de Montaña PEGASO

Montañismo

Travesía Pirenáica 2023

Viernes, 23 de junio a domingo 2 de julio de 2023

 

 

 

 

 

 

 Viernes, 23 de junio

Llegamos al refugio de Les Granges d’Astau escalonados y nos vamos acoplando. Los que cenamos en el establecimiento llegamos muy tarde y nos dejan la comida preparada para llevarla a nuestro edificio, que dispone de cocina equipada y salón, bajo las habitaciones.

Sábado, 24 de junio

Abandonamos lo que no necesitamos en los coches y hacemos grupos.

Siete personas subirán al Espingo pasando por el pico Hourgade, dos por el Col de Coume, y ocho innovamos, eligiendo subir por el GR directos al refu, acompañando a los jubilados que suben al Lac d'Oô.

Agradecemos la sombra que nos acompaña durante prácticamente la totalidad del tramo, pues la subida es pronunciada.

Llegados al refugio el guarda nos deja subir a las habitaciones y por segunda vez hoy, aligeramos las mochilas. Todos menos uno, nos dirigimos al Pic de Hourgade por el camino de bajada de la ruta larga. Sin la protección de los árboles la subida resulta bastante calurosa y, dos participantes, tras considerar más que merecida la cena de hoy, decidimos sestear tranquilamente bajo una sombra de un magnífico dolmen natural que encontramos en el camino.

Los demás siguen hacia arriba un rato más, pero poco a poco van claudicando y adhiriéndose al “equipo siesta”. Sólo dos valientes cumplen el objetivo desde nuestra vertiente.  Y según lo previsto, se encuentran arriba con los que han hecho la ruta larga.

El “equipo siesta” se va desperezando tras un buen rato de “meditación colectiva” y se pone en marcha de vuelta al refugio.

Bajamos tranquilamente hasta el Lac d’Espingo y la última subida hasta el refu se nos atraganta un poco a todos.

Ya en “casa” nos reunimos con los dos compañeros que habían ido por el Col de Coume y con el resto, que van llegando muy cansados, pero sin mayores incidencias.

El refu tiene colgado el cartel de “completo” y la cola para usar la única ducha disponible es infinita. Así que muchos optamos por las socorridas toallitas húmedas (ya nos ducharemos mañana)...

Domingo, 25 de junio

A pesar de la poca nieve que se ve desde abajo, en el refugio nos aconsejan portear el material invernal para cumplir con nuestros objetivos de hoy.

El camino comienza bajando de nuevo al Lac d’Espingo, y por tramos empedrados, continúa por el Lac de Saussat. En el desvío al Spijeoles todos abandonamos el camino principal, y seguimos la vía normal al pico durante algo menos de un kilómetro, dividiéndonos un poco más adelante en dos grupos en busca de las caras norte de los picos Belloc (en el caso de la opción larga), y del Marcel Spount (en el caso de la corta).

Yo me uno a la opción larga con pocas esperanzas, pues no llevo crampones. Llegamos relativamente pronto a la base del corredor por el que se sube al Belloc, pero está cubierto de nieve y en nuestros últimos pasos hasta él me pareció demasiado dura. Dos personas suben sin crampones, únicamente con piolet, pero yo decido no arriesgar y, junto a otro compañero que tampoco lleva equipo, intento asomarme por si pudiésemos acceder a la cresta esquivando los neveros por la izquierda.  No lo vemos asequible así que volvemos a la base del nevero y hacemos un intento de pillar a los de la opción corta. Nos movemos entre canchales de enormes rocas y la progresión es lenta.

Llegando a la base del Marcel Spount y haciendo cálculos realistas, decidimos que también abandonamos la idea de completar la opción corta, porque no queremos llegar tarde a la cena.

Tras volver por los canchales y recuperar la traza de camino, muy cerca del camino normal al Spijeoles, encontramos a otro participante que se había marchado a primera hora por no tener material y continuamos bajando los tres juntos.

Al llegar al refugio, sobre las seis de la tarde, nos sorprende descubrir que aún no ha llegado nadie de ninguno de los otros grupos.  Llamo por radio y obtengo noticias, algo inquietantes. Parece que hay dos accidentados en la opción larga, aunque han realizado la actividad durante todo el día y están bajando por su propio pie.

El grupo de la corta se ha dormido un poco en los laureles pero van llegando.

Aviso al guarda, quien amablemente acepta retrasar la cena.

Todos llegan muy cansados y de los accidentados uno tiene una herida grande en el codo (que requiere de atención médica) y la otra una pequeña (aunque escandalosa) brecha en la cabeza.

Finalmente, el herido más “grave” acepta que avisemos al helicóptero y el guarda del refu así lo hace.  Esperamos cenando a que llegue el helicóptero.

El médico que sube en el helicóptero les hace una cura “de fortuna" y en una maniobra que nos ocupa el resto de conversaciones de la tarde, el helicóptero se lleva a los dos accidentados al hospital (aprovechando el viaje), pues efectivamente el herido en el codo requiere puntos de sutura.

Quedamos pendientes de nuestros compañeros hasta que nos informan de que han llegado a Saint Gaudens, en cuyo hospital son atendidos.

Ambos se encuentran bien y con ánimo de seguir, así que acordamos, al día siguiente, ir a recogerlos para que se reincorporen a la travesía.

Este es el relato de los que hicieron la opción larga (Javier C.)

El grupo que nos ponemos crampones, nos disponemos a subir hasta encaramarnos a la brecha. Aprovecho para ponerme el casco (creo que aunque cargar con él en una travesía es un rollo, es necesario en los itinerarios que realizamos). Los crampones los hemos utilizado poco rato, porque enseguida nos lo quitamos e iniciamos un ascenso hacia la cresta que sube al primer pico Belloc, siempre por terreno y canales descompuestas y en el que hay que ir con cuidado. De vez en cuando, se escucha de arriba la expresión: ¡piedra!

Antes de la cresta, uno de los compañeros sufre un pequeño resbalón y se golpea en el codo desgarrándose la piel. Sangra bastante y le hacen un vendaje de compresión ayudado de algún buff. Los cuatro que íbamos detrás alcanzamos al grupo del herido y continuamos hacia la cresta entre trepaditas y esas canales algo descompuestas. Al poco tiempo una piedra desprendida rebota por la canal y, aunque al rebotar en una zona con algo de tierra aminora mucho su velocidad, golpea a una compañera en la cabeza causándole una brecha que sangra profusamente. Con la hemorragia detenida por presión y otro buff como sujeción a modo de antigua cura de dolor de muelas, continuamos hacia la cresta con la aprobación de los dos heridos, ya que la bajada hubiera sido bastante peliaguda. En seguida llegamos a la cresta y ayudándonos en algunos pasos unos a otros, llegamos al primer Belloc. Hacía un día espléndido y viendo el ánimo de los compañeros, continuamos por la cresta, en algunos momentos muy aérea, pero con poca dificultad (casi toda se hacía con un solo brazo(jaja)) Hora y media después llegábamos a nuestro cuarto y último tres mil de la cresta, el pico Spijeoles, dónde tras un breve descanso, comenzamos el largo descenso. Sin realizar ninguna ascensión más de las planeadas, pero en un ambiente muy montañero, vamos andando por neveros hasta el Col du Pluviometre y posteriormente hasta el Lac du Portillón. A partir de allí, ya sin neveros y con paciencia, y llegamos pasadas la 7 de la tarde, al refugio de Espingo para la cena y el vuelo del helicóptero.

Lunes, 26 de junio

Un participante y yo bajamos de nuevo a Les Granges para coger un coche, recoger a los heridos, comprar ungüentos para la cura diaria que requiere el herido en el codo, y subir hasta el Val de Lis, de donde sale el bonito camino que lleva al refugio Maupas.

Amenizados por nuestro improvisado “Dj Jon”, superamos 1300 m de desnivel de subida y 7 km en aproximadamente 3 horas, y llegamos solo un poquito tarde para cenar.  No importa demasiado porque no hay ducha, y solo podemos hacernos un “lavado checo” con la manguera de la que disponen. El baño de este refugio se convierte en uno de los “trending topic” más comentados durante toda la travesía. ¡Qué espléndidas vistas para tan profana tarea!...

La jornada de nuestros compañeros ha sido esta (relato de Luis C.)

Este día hay que dejar el Refugio de Espingo y llegar al de Maupás. Las alternativas eran la A, que va por el GR10 hasta el Collado de la Coumme, punto donde lo deja para seguir por un sendero en ladera que más o menos manteniendo cota y atravesando todo el circo de Crabioules llega hasta situarse muy cerca del Refugio Maupás que se alcanza por una desviación con fuerte pendiente. La alternativa B era subir hasta El Refugio del Portillón d’Oô y desde allí alcanzar el collado superior de Literola, (con opción de subida al Perdiguero) y desde aquí casi siguiendo la línea fronteriza y entrando un poco en la parte española para no tener que subir al Crabioules, volver a volcar a Francia por el Col de Crabioules y desde ahí bajar al Refugio Mapuás. Las previsiones para este día anunciaban tormentas a partir de mediodía por lo que se decidió no arriesgar subiendo a cotas altas y todos decidimos hacer la opción A. Exceptuando a la coordinadora y otro miembro del grupo que bajaron hasta Granges d’Astau, para recuperar un coche e ir a buscar a los dos compañeros que fueron trasladados al hospital el día anterior.

Sobre el mapa el sendero de la opción A parecía que más o menos iba manteniendo cota, pero tiene varias fuertes subidas la primera a poco de empezar y tras abandonar el camino que baja a las Granges d’Astau afortunadamente es por ladera orientada al Oeste, por lo que toda la subida de hace en sombra, y tras un par de horas alcanzamos el Collado de La Coumme. En este punto, un compañero decide acercarse al Pico Cériré, situado apenas a un kilómetro del collado y solo 200 m de cota más arriba. Será la única extra que se haga este día. Cerca de la cabaña de Coume Nere encontramos una fuente y nos reunimos todo el grupo. Hasta aquí la única dificultad fue la incomodidad del camino, que aunque pisado y sin pérdida, se encuentra totalmente “peraltado”, con la misma inclinación de la cadera, por lo que los tobillos sufren y hay que hacer buen uso del bastón para ir manteniendo el equilibrio en cada paso.
Desde la fuente, la horizontalidad del camino mejora, pero también se vuelve más aéreo, discurre por unas repisas de apenas un metro de anchura y tras perderse en una pala herbosa muy inclinada en la que hay que ascender unos 150 m de desnivel, vuelve a aparecer para superar el contrafuerte que baja desde el Pic de Sarnés. Algunos cables sirven de ayuda en los puntos más críticos. Y pronto se supera el paso y se alcanza la cabaña de Sarnés, bien equipada con mesa, sillas, colchones y un altillo. Todos decidimos parar aquí para comer, e incluso alguno para una pequeña siesta. La ruta continúa rodeando todo el circo de Crabioules junto a un canal excavado en la roca para recoger toda el agua que escurre por los muchos regatos del deshielo y conducirla hasta los tubos que bajan a la central hidroeléctrica del Valle de Lis. A las 5 de la tarde todos los que hemos hecho esta ruta hemos llegado ya al Refugio Maupás, nos aseamos con una manguera improvisando una ducha de agua fría, y tenemos noticia que los otros 4 compañeros suben desde el Valle de Lis y esperan llegar al refugio para la cena.

 Martes, 27 de junio

Nathalie, la guardesa del refugio de Maupás, al contrario que Clara, la guardesa del refugio de Venasque, nos dice que hay nieve en el puerto viejo, así que decidimos hacer un mix, que nos permitiría “abortar misión” a los que no llevamos material invernal, sin tener que dar demasiadas vueltas si encontrásemos nieve en el puerto.

No es el caso, está limpísimo de nieve, y todos bajamos sin problema y sin equipo invernal por el vertical puerto. Tres participantes intentan ascender al Pico Viejo, pero más tarde nos cuentan que se dan la vuelta cuando descubren que los pasos son de escalada y se requiere equipo y cuerdas.

Bajamos seiscientos metros, un tramo de ellos algo resbaladizo pues el camino va literalmente por encima de un curso de agua y al llegar a la pradera, con un paisaje impresionante, hacemos un corto descanso.

Continuamos la ruta en dirección al GR que sube hasta el Sacroux. De hecho, algunos se saltan nuestro desvío debido a lo evidente y concurrido del camino que seguimos y se hacen un extra innecesario.

El track se sale del camino evidente para seguir primero unos hitos sin ganar ni perder altura, yendo por la ladera sin senda. Veo los hitos que continúan en dirección E, pero nuestro track los abandona. Seguimos el track y vemos que cada vez se complica más. Llegado un punto ya muy cercano a la Montañeta, el consenso es no continuar por el track y, evidentemente, siendo un montón de gente, preferimos ir a lo seguro. Más aun teniendo en cuenta que se prevén tormentas por la tarde y que aún tenemos que llegar al refugio de Venasque. Son apenas las dos de la tarde y optamos por el camino largo.

Bajamos en dirección a los Llanos del Hospital los metros que habíamos subido. Nos quedan aún 700 m por subir desde allí para llegar a nuestro refugio.

Avisamos a los grupos que van más atrás para que no se molesten en subir, y para alguno llegamos a tiempo.

Doy la opción, dado el esfuerzo extra que ha supuesto el intento de seguir el track, de dormir en Benasque. Cuatro participantes se apuntan a la variante tomando el bus lanzadera para llegar al pueblo, y el resto seguimos hacia el refuge de Venasque por el camino que sube al Pic de Salvaguardia con sus inmejorables vistas del macizo de Aneto y Maladetas.

Subimos tranquilamente la cuesta, zeta tras zeta, con un amago de lluvia que dura escasos dos minutos. Llegados al Portillón de Benás (otro Puerto Viejo), los truenos nos hacen apurarnos, aunque no pueden evitar que disparemos algunas fotos desde allí, para recordar las vistas. El Boum de Benasque, con su profundo azul, y el reformado refugio a sus orillas, merecen la corta parada bajo el cielo amenazante.

El refugio está nuevecito. La ducha, aunque corta y cara, resulta muy reconfortante.

Nuestra guardesa, Clara, nos cuida muy bien, y sin ayuda de nadie. La copiosa cena (vegetariana, eso sí), nos sorprende a todos; lasagna y profiteroles de café… todo bien rico.

Las habitaciones huelen a madera y las amplias camas nos garantizan un buen descanso.

No hay cobertura y no conseguimos contactar con el “Equipo Benasque-pueblo”. Mañana nos encontraremos de nuevo con ellos.

 

Miércoles, 28 de junio

El día amanece radiante, y la ruta prevista, incluso la larga, es corta. Así que nos lo tomamos relajadamente.

Mientras preparamos las mochilas damos una improvisada serenata al ritmo de Los Beatles que Clara aplaude entusiasmada.

Subimos de nuevo al Portillón de Benás. Al llegar al puerto nos dividimos en grupos. Algunos se dirigen a realizar el primer extra, el Salvaguardia, mientras otros dos participantes eligen directamente la ruta corta directa hasta el Refugio de Artiga de Lin.

El resto bajamos hacia La Besurta por el excelente camino, viendo llegar los autobuses lanzadera y preguntándonos en cuál de ellos irán nuestros compañeros “desertores”.

Tomamos una chocolatina tranquilamente sentados en el quiosco, y acto seguido nos ponemos en marcha bajo el sol implacable hacia el Plan de Aigualluts, por camino bien marcado y con pendiente muy moderada.

Nos hacemos las fotos pertinentes y continuamos por el camino que los numerosos turistas que han llegado hasta el Forau, ya abandonan.

El ascenso hasta el collado es algo vertical en algún momento pero muy amable y llevadero en general.

Cuando llegamos al Coth de Toro paramos a comer y un grupo de andarines se cruza con nosotros. Uno de ellos lleva una pierna ortopédica.

Quede constancia de mi admiración hacia el héroe de la pierna de metal, que no deja de crecer a medida que, tras terminar de comer, bajamos por el vertical camino, equipado en algunos tramos con cadenas. Que haya subido por ahí es de admirar… Eso es espíritu y arranque, y superación. ¡Olé por él! Eso es un superhéroe y no los “ñáñaras” esos de las pelis.

 Como hemos llegado muy pronto al refugio de Artiga de Lin (sobre las tres), pedimos a Joan, el guarda, que llame a un taxi para organizar la recuperación de los coches esta misma tarde.

Así lo hacemos, dejando uno de los coches en Artiga de Lin, como coche de apoyo en el que dejar peso, otros dos en la boca sur del túnel de Vielha, y otros dos en Vielha (por cuestiones de tiempo).

Los conductores llegamos algo tarde a cenar, pero nadie se come nuestra cena, entretenidos como están, con el juguete de moda, “Alexa”. Mientras cenamos volvemos loco al pobre aparato con peticiones de lo más variopintas. (Juraría que al final de la noche Alexa decía palabrotas…)

Tras la cena algunos nos acercamos a los Olhs deh Joau, que es la cascada por la que vuelve a salir a la superficie la masa de agua que desaparece en el Forau de Aigualluts, que hemos visto esta misma mañana.

Si no subes un poco no es visible la surgencia. Desde donde estamos, parece una cascada más. Pero es de noche y queremos volver, solo uno de nosotros sube a verlo donde aflora.

En el camino de vuelta, una fluorescente luciérnaga se convierte en el insecto más fotografiado del paraje.

Conversaciones más o menos trascendentes en el porche del refugio mientras Joan persigue moscas por todo el salón con un trapo de cocina, y a dormir.

Jueves, 29 de junio

El día se levanta nublado y descorazona un poco, pero contamos con que a lo largo de la mañana superaremos las nubes y se impondrá el sol, como en día anteriores.

Cuatro personas van directas hacia Vielha, y trece nos dirigimos por la opción larga hacia el Mulleres.

Efectivamente, las nubes suavizan la intensa subida al principio, resguardándonos del azote del sol, aunque en el Coth des Aranesi va asomando el astro.

Por poco tiempo, me temo. Cuando llegamos a la sencilla zona de lapiaz (con gran adherencia y mucho menos inclinada), nubes negras se ciernen sobre los picos cercanos. Aceleramos con la esperanza de librarnos, o al menos estar bastante abajo cuando aquello se desate.

Por fin entramos en la zona de canchal de rocas, y empieza a hacer algo de aire. Nos damos prisa en disparar las fotos y en comer algo en la cima del pico, y pronto iniciamos la bajada.

Primero continuando por canchal, hasta el hito que marca el “corredorcillo” de bajada. Son un par de pasos de II, y al pie de la pequeña pared hay un nevero de unos veinte o treinta metros a salvar en travesía horizontal. Algunos lo pasan con crampones, otros sin ellos, aunque todos con el piolet en la mano. Tras el nevero se suceden neveros pequeñitos con nieve de lo más agradecida, que permite avanzar rápidamente.

El grupo se disgrega, algunos van más adelantados que otros, aunque con las emisoras vamos manteniendo el contacto.

Nos cruzamos con un ordenado grupo que va con guía. Parece que uno de los integrantes ha tenido un percance en un pie, aunque siguen todos andando y, según me comentan los compañeros, no tardan mucho más que nuestros últimos compañeros en llegar, imagino que azuzados por los truenos que empiezan a hacer retumbar el valle.

Nos organizamos en turnos para los coches (uno tiene que hacer dos viajes), recuperamos el coche de Artiga, y nos damos una ducha como dios manda.

Durante la estupenda cena en el hotel de La Abuela, contamos con dos componentes añadidos al grupo: Un participante que se incorpora para los últimos días de la travesía y la visita de un viejo conocido del club, nuestro “Indómito”.

Viernes, 30 de junio

El día amanece lloviendo y no tenemos mucha prisa por ponernos en marcha. Retrasamos la hora de salida hasta las nueve y media, pues nadie tiene ganas de mojarse.

Cogemos los coches y tardamos aproximadamente una hora en llegar al Santuario de Montgarri, donde dormiremos esta noche.

Dejamos peso en el coche y salimos de paseo. Todo está mojado pero ya no llueve. La ruta de la cresta, debido a la humedad, había sido descartada, así que todos los participantes menos dos se dirigen al Pic Montoliú.

Otro participante y yo, decidiendo de forma improvisada (avisando a los demás), nos acercamos a ver si al salir el sol nos da buena impresión la cresta y la vemos factible.

Pero nada más lejos… las nubes se agarran más aún en ese lado, así que terminamos haciendo la ruta circular usando el viejo GR acondicionado por los mineros. Lo perdemos en una parte del camino y no conseguimos cruzarnos con tres participantes que han decidido hacerlo en sentido contrario una vez ascendido el Montoliú. Pero llegando ya al Tuc der Ohme, nos encontramos con los últimos participantes que están bajando del Montoliú y nos “agregamos” al grupo. Ya tenemos que ir dándonos prisita para bajar.

Un poco más adelante van dos participantes que se han animado con el extra del Mauberme, según comentan ellos mismos, entre nieblas…

El camino de vuelta es tan sencillo y tendido, por praderas de hierba, que el progreso es más rápido de lo estimado y llegamos al refugio aun a tiempo (algunos) de ducharnos.

Los chicos del refugio se esmeran en que disfrutemos la cena en el pequeño comedor y así lo hacemos.

Rápidamente nos mandan a la cama (hoy no tocan conversaciones profundas), y como somos muy obedientes, allá que vamos.

Sábado, 1 de julio

Muy amablemente el guarda del refugio de Montgarri nos ha organizado el transporte hasta el aparcamiento de La Perosa, y el minibús allí está puntual a las 7:30.

Menos mal, porque el camino hasta el parking dando toooooda la vuelta por el puerto se hace eterno. Con lo fácil que hubiese sido ir en 4x4 unos 9 km hasta allí (imposible encontrar un servicio que nos llevase).

Nos sueltan en el lugar convenido y comenzamos a caminar.

El tiempo es bueno cuando empezamos a andar, pero va empeorando según nos acercamos a Francia. Al llegar al Col de Clavera la niebla y el frío se nos echan encima.

Cuatro participantes, junto con un “agregado belga” que estaba perdido, se bajan por el Col hacia los lagos y el refugio.

El resto continuamos por toda la cresta hacia el Mont Valier. Llegados a la primera punta de la cuerda la continuación del camino en medio de la niebla no es muy intuitiva, pero con las indicaciones que nos da el grupo que va adelantado, y siguiendo las marcas amarillas, nos vamos apañando.

Se trata de una cresta con algunas destrepadas disfrutonas, ninguna difícil, algunas de ellas asistidas por sirgas.

Lo malo que no se ve nada con la bendita niebla.

Cuando llegamos al Col de Faustin, hay un participante del grupo anterior que ha decidido no subir al Mont Valier, y está esperando para no bajar solo. Algunos comienzan el descenso.

Uno de nuestro grupo sube al pico. Otros nos quedamos a comer, y pronto van bajando los que habían subido del primer grupo.

Más o menos juntos nos ponemos en marcha hacia el cercano refugio, manteniéndonos pendientes por radio del último participante que había subido al pico.

Todos llegamos sanos y salvos y nos tomamos unos panchitos en la mesa de fuera del refugio, pero pronto se pone a llover, y entramos en el lúgubre y apretado interior. El refugio no es pequeño, pero hay demasiada gente.

Cenamos guiso de pato, y prontito a dormir.

Domingo, 2 de julio

Nubes y nubes, pero no llueve.

Nos preparamos, arreglamos las cuentas, y bajamos hasta el Etang Long. Desde el mismo, subimos los primeros ciento cincuenta metros del total de seiscientos que subiremos hoy.

Bajamos poco hasta el desvío al Col de Clavera pero seguimos hacia Barlonguera.

Pasamos rasando el agua de Le Riberot por un GR asistido por unas sirgas. Lástima que de nuevo no se vea nada, aunque la niebla sobre el lago tiene su punto mágico.

Continuamos subiendo lo que nos queda en un sencillo terreno, con pendiente no muy pronunciada, siguiendo el GR y una variante del mismo perdida en el mapa (para evitar bajar unos metros).

Y por fin en el Col de Barlonguera el sol español hace su aparición y nos acompaña en el resto del camino.

Los prados están repletos de flores y la bajada se convierte en un maravilloso paseo.

Ya cerca de Montgarri empezamos a ver pasar un coche tras otro por la pista levantando polvo. Se dirigen hacia la romería que tiene lugar precisamente ese domingo, que hemos elegido para terminar nuestra travesía.

Algunos participantes reciben una botella de vino por parte de los romeros, y la aprovechan para regar los bocadillos que se comen mientras esperan a los que tardamos más. 

Sobre las tres de la tarde ya estamos todos en los coches.

Rápidamente nos quitamos de encima la mochila que nos ha acompañado toda la semana, nos cambiamos de ropa, y lánguidamente nos despedimos entre apretados abrazos para ponemos en marcha de vuelta hacia Madrid.

Se acabó la aventura pirenaica por este año.

 

MUCHÍSIMAS GRACIAS DE CORAZÓN A TODOS LOS PARTICIPANTES, POR TODA VUESTRA AYUDA Y BUENA DISPOSICIÓN, Y POR TODO LO QUE APORTÁIS CADA UNO.

Y POR SER TAN BUENAS GENTES.

VOSOTROS HACÉIS QUE LAS TRAVESÍAS SEAN GENIALES.

 

 

Coordinadora: Esther Pérez Morales.

Dibujo realizado por Luis C. durante la travesía usando pincel al agua

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