Atlas Central

Domingo 29

El domingo surtido y abundante desayuno continental con exquisito zumo de naranja natural. A las 9.00 h. nos repartimos en dos taxis, 8 en uno  y 13 en el otro. Iniciamos el viaje hacia “El Valle de las Rosas”. El día es fresco y hasta pasadas dos horas no se despeja. Aproximadamente 10 horas. 3 paradas. La primera, antes de cruzar el collado de TichinTizka en un típico establecimiento para turistas. Super-precios y  WC previo pago junto a un amplio surtido de souvenirs, dulces y cerámicas típicas. La humedad nos hace temer por el equipaje que está situado en lo alto del vehículo. ¿Se mojarán los sacos? ¿Los colchones estarán húmedos? Empiezo a preocuparme. Más de 15 minutos le cuesta a nuestro Bus arrancar. No se pone en marcha. Ya me dijo Paco cuando cuatro meses antes me interesé por la actividad: “Es una actividad dura donde el confort no es lo característico”. Bajando al valle aparece el Sol que nos acompañará durante todo el trayecto. He dejado la mochila llena de galletas, golosinas y demás “tentempiés” en el maletero.  Hacia las 14.00 h. Comida típica en Qualazate: Tagin de pollo, ensalada bien surtida de coriander (1) y  de postre sandía y melón de Cantalupo. Té y café latte muy bueno. Faltaron los pasteles. Hubiera sido el final perfecto. En todo el trekking no los probamos.  Agua para todos. La cerveza y el vino están prohibidos.

Empieza a hacer calor. A lo lejos se percibe una cadena montañosa: “El Atlas Central”. Allí está nuestro objetivo: El Ighil Mgoun con bastante nieve. En bereber: Cresta de los vientos.

Pequeños pueblos de adobe aparentemente despoblados. Más de uno decimos que “por nada viviríamos allí”. De vez en cuando diseminadas construcciones muy bien acabadas sobre terreno sin urbanizar. Rebaños de ovejas pastando. Quizás sea el pastor quien descansa bajo la sombra de un árbol.

  • (1) Nos acompañará en todos los platos. Mi yerno que viaja bastante a Londres lo odia. Aprendió el nombre en inglés y desde entonces yo lo llamo “coriander”. En la cocina marroquí, me consta se utiliza para evitar el virus de la salmonelosis.

 

Última parada en Kalaat Mguna donde dos compañeras y yo intentamos comprar algo de fruta en el mercadillo. No nos aclaramos ni con precios ni con el idioma. El precio que interpretamos nos parece abusivo. Tras una infructuosa negociación con dependientes de otros puestos, decidimos no comprar. Los compañeros se impacientan. Llevamos ya un buen rato por el pueblo y  el resto del grupo ocupa ya sus asientos.

Sobre las 18.00 Llegamos a Alemdoum (1.500 m.) término en el que establecemos nuestro primer día de campamento. En medio de un paisaje de arena y cuando la luz empieza a atenuarse: 12 tiendas de dos plazas, las “jaimas” cocina y comedor y en la que se superpone la taza  WC que viajará todo el trecking sobre los colchones. Las mulas, los muleros, y lo más entrañable y acogedor de la jornada: más de dos decenas de niños y niñas que nos observan. No quieren ser fotografiados. Esperan sin pedir cualquier obsequio que no reciben. No tienen suerte. Es el primer día y no nos queremos desprender de los comestibles que llevamos.

Observan como escribo. Se colocan en torno a mí. Decido que haré la memoria de esta actividad y me urge tomar nota. Soy la maestra de campo. Los niños se sitúan en otro lado. Falta color en sus vestidos. No visten como los niños que yo conozco. Y las niñas cubren sus  cabezas con pañuelos. Me entristecen. Me los llevaría a mi modélica civilización donde  la “Felicidad está garantizada”.

La tienda comedor ya está dispuesta. A pesar de haberlo confirmado Paco, no hay sillas, ni las habrá. La “señorita” lo comprueba, y se sienta en el suelo, como los demás. Dobla las piernas cuando  entra en la jaima comedor  y bebe varios vasos de té. A ella también se le hincan las piedras del suelo.

En la calle se oye  conversar. Huele a comida.

Uno de los cocineros coloca una lámpara y todos alrededor de ella nos sentamos para degustar, como el resto de los días, la sopa harira (picante, cuando le echamos el concentrado que nos facilitan en cocina y que se hará inseparable de las  comidas, contundente y muy caliente). De segundo un guiso de albondiguillas con patatas y zanahorias aromatizado, eso sí, con cilantro. Naranjas de postre y verbena para conciliar el sueño. Una vez planificada la salida del siguiente día, para algunos muy corta, nos vamos a dormir.

 

Lunes, 30 de Abril. ALENDOUM-AIT TOUMERT (1.800 M.) –AMESSINE (2.300 m.)

Si en los arroyos no quieres caer,

dale la mano a Admer el “bereber”.

Los frutos secos no te han de faltar,

pues de su saco te has de alimentar.

 

Día tranquilo. Después del desayuno con Nutella, quesitos, mantequilla, mermelada y tortilla francesa irregularmente partida.

Salimos a las 8.00 h. y  pasadas dos horas paramos para descansar. ¡Qué relax! Charlas y más  risas. Improviso un test de asociación de ideas. Ante el estímulo: “Trekking Mgoun”: Sorprendentemente recibo las siguientes respuestas:

“Mulas”, “comida”, “si lo sé no vengo”, “Risas y diversión”, “Relax” “polvo”, convivencia”, “Africa”, “polvo”, otra vez, “aridez”, “no hay cervezas. Mi idea era repetirlo al finalizar y valorar el cambio sobre la percepción de la travesía. La mejora había sido considerable.

Los cocineros preparan la comida que nos ofrecen en Ait Tormert (Agua que sale de entre las rocas) antes de las 12.00 h. Atravesamos un barranco cruzando varias veces el río poco caudaloso, donde sorprendemos a varias  mujeres aseándose. Seis participantes deciden prolongar la actividad. “El Pegaso” no está acostumbrado a jornadas tan relajadas. A nuestro encuentro acude una madre con un niño que nos pide algún remedio para su dolencia. M. nos explica que tiene sarna. Alguien le ofrece jabón y continuamos el camino.

    

Martes, 1 de Mayo. AMESSINE-CAMPO BASE MGOUN (2.700 M.)

Salimos del Campamento situado a unos 2 kms. de Amessine donde encontramos a una anciana tejiendo. No nos pide, pero en sus ojos veo necesidad. Nos dirigimos al “Campo Base” con la intención de consumar al día siguiente nuestro objetivo. Seguimos ganando altura. Atravesamos hermosos collados y altas zonas de pastura, donde nómadas y familias bereberes se afanan, acompañando diversos rebaños, en sus labores campestres cotidianas. Esta escena se repetirá a lo largo del trekking.

Viento y frío al ponerse el sol. Hoy dormimos en el punto más alto previo a la ascensión. Por la tarde diferentes grupos subimos hasta más de 3300 mts. con la finalidad de ir aclimatando. A las 18.00 h. todos en el “campo base” para tomar el té.

Los “fantasmas” de la ascensión aparecen: ¿Hará buen tiempo?, ¿Conseguiremos subir todos? ¿Podré soportar la altura?

 

Miércoles, 2 de Mayo. CAMPO BASE MGOUN-CIMA MGOUN (4.060 M.)-CAMPO BASE

“EL GRAN DÍA”.

La tarde anterior Raúl nos dio las instrucciones: horarios, equipo, disposición del “picnic”, etc.

A las 6.00 h. nos levantamos para desayunar. No podían faltar las tortillas. Fuimos recogiendo frutas, huevos cocidos, pescados en conserva, pan y queso ordenadamente dispuesto sobre el suelo que metimos en una bolsa a modo de avituallamiento.

En la cima de la segunda montaña más alta del Atlas, tenía que estar todo el Grupo para hacerse la foto. Así que “Aviso a navegantes”: Los más intrépidos podían subir más pausadamente, y los más conservadores, procuraríamos no demorarnos. Hubo quien se resistió a la advertencia, pero el día era espléndido y a 4.060 mts. pudimos agruparnos y plasmar este inmortal momento con varias fotos.  Nuestra bandera, La del Pegaso, presente en la cima.

Con una diferencia de no más de 2 horas y en diferentes grupos, acompañados por 6 guías: Raúl, Eduardo, Admed, “El jefe” y dos muleros, fuimos apareciendo alentados en el momento final por los que primero habían llegado. Algunos con “extra” incluido. A mí me fue muy necesario ese “clamor”. El “Naty…Naty….” Pues de lo contrario creo que me hubiese quedado a “las puertas”. Y así se lo trasmití a quien llegó el último quien pensaba que no iba a  ser capaz pero allí se presentó. Allí apareció junto a Raúl. Besos, abrazos, Fotos, “Vivas” y “Hurras”…y toda la satisfacción que quepa imaginar. ¿Sería la gorra que le dejé la que le dio fuerza? Creo que inconscientemente la había olvidado en la tienda para utilizar el hecho como excusa. Ni él mismo lo creía.

El esfuerzo, por tan dura subida,  se fue olvidando. Así lo fuimos reconociendo. Los más fuertes y los más débiles.

Cómoda y apacible bajada por gran parte de nieve bastante practicable nos situaron en poco más de 2 horas de nuevo en el Campamento. Hoy nos habíamos ganado “con creces” el té con galletas de la tarde que todos compartimos alrededor de la tetera, los funcionales y versátiles vasos (igual servían para el té, la verbena  o la macedonia del postre) y por lo especial del día.  Arreglar las mochilas, las tiendas, a nosotros mismos, quitarnos el polvo y  especialmente las espinas de la mano por haberla apoyado sobre alguno de los múltiples “cojines de monja” que nos acompañaronen  la bajada y que Antonio y J. Ángel decidieron traer a Europa.

El té se adelanta. Hoy nos llaman a las 16.00 h.  Acudimos muy pocos. Unos lavan en el río. Otros se asean, ordenan las tiendas.

Cuscús con pollo, con albondiguillas. Y la ya familiar sopa harira. Ligeramente picante. Hoy no hay viento. El cielo se cubre de nubes. Sólo tengo dos bolsas de plástico de gran tamaño para protegerme si llueve.

En una esquina del campamento se hacina el personal que nos asiste: 2 guías de montaña, cocineros y porteadores. Se disponen alrededor de una hoguera. Y por la noche duermen en la tienda comedor. Hoy han tenido que ir al pueblo más cercano a por pan. “Los muleros tienen mucha hambre y se han excedido en sus raciones”.

Me gustaría conocer sus gustos, a qué se dedican en invierno. Qué piensan de nosotros…

 

Jueves, 3.  CAMPO BASE-TICHKI-AMESKAR

“EL DÍA DESPUÉS…”

Desayuno especial. A las tortillas francesas se une la apertura de bote nuevo de mermelada de naranja y de Nutela.

Hoy pararemos en una tetería. ¡Qué emoción!  Alguno hemos pensado en civilización, pero… la realidad fue distinta. Aunque había refrescos de cola “made in Marruecos”. Grato descanso. ¡Hay mesas y bancos! Abandonamos el suelo por unos momentos. Admer y Raquel juntan sus bolsas de frutos secos que junto a las bebidas y algo de queso que nos ofrece “El bereber” convierten el descanso en un momento inolvidable. Descendemos el valle y llegamos a Tighremt donde coincide la hora de salida del colegio. Ocasión que durante toda la semana  había esperado Jesús. ¡Qué Felicidad muestran sus curtidas caras! Reparto de lápices y golosinas para los asistentes. Cuán agradecidos se sintieron aquí que llegando a Ameskar comprobamos que grupos continuos de niños nos salían al paso y en su no inteligible idioma nos “acosaban” repetidamente. ¿Qué querrán decir? Preguntó M. al guía. Pues muy sencillo dijo este, se han enterado que un tal Jesús reparte  lapiceros y golosinas y os preguntan si se encuentra entre nosotros.

 

Me cuesta explicarme por qué mecanismo ha llegado la noticia. Los pueblos distaban más de 3 horas. Gracias Jesús. ¡Qué gran detalle!

Nos adelantaron una jornada larga por la distancia, aunque con escasa dificultad técnica. Aunque en la información se hablaba  de 18 kms. Los GPS contabilizaron 26 y 400 mts. de altitud.

Pasamos por diferentes pueblos aparentemente deshabitados. Los niños en la Escuela y los adultos en sus labores. Pasadas dos horas ya no vemos el Mgoum. Muchos seguramente no lo volvamos a ver nunca más, aunque nos llevamos un muy grato recuerdo. Si el ascenso fuese hoy, quizás no hubiese sido posible. Muchas nubes y niebla que en unas horas dejarían lluvia.

Hacia las 14.00 h. y bajo la amenazante lluvia, nos disponemos a comer en una zona boscosa. La logística siempre es igual. Los muleros que se adelantan con toda la cacharrería  preparan el guiso de pollo o vaca. Alguien bautizó al primero: “Pollo a la Mouganesca”. Yo le llamaría “al limón” por los enormes trozos que de este cítrico contenía. Estaba bueno. Surtido de frescas verduras cocinadas con un aceptable aceite que, junto a los panecillos recalentados y un respetable apetito hacían las delicias de los que en torno a las cazuelas, vajillas y nutridas teteras nos sentábamos. Naranjas de postre. Té a discreción y…tensión en el grupo. Empieza a chispear y todavía quedan más de 10 kms. 

En esto de la montaña siempre hay que ir corriendo: qué viene tormenta, que se hace de noche, que hace calor y hay que llegar a la  cerveza con tiempo…Pero tener que coger buena tienda hasta ahora no había sido motivo de prisas.

No me gusta la zona. El barranco frente a las tiendas. Un río por medio y la amenaza de lluvia me hacen pensar en una “catástrofe”.

Pues, nada de lluvia. Tan sólo una ligera llovizna por la noche. Pienso que los guías ya sabían cómo iba a terminar el día y por ello no mostraron la mínima preocupación.

Finalizando la etapa se ven distintos pueblos. En el primero descubro que tengo cobertura en el móvil. “Estamos bien”. Consigo comunicar con mi familia. Desde que salimos en España no lo había hecho. En Marrackech las tarifas eran carísimas y en cuanto llegamos al primer Campamento dejamos de tenerla.

Distintas “Guite de etape” antes de llegar a ALEMDOUM. Esto me consuela. En el peor de los casos, podríamos dormir en una. No tuvimos necesidad.

Casi unánimemente decidimos que el último día no queremos andar. Así que los guías contactan con los mini- buses que nos llevarían a Marrackech y  de esta forma adelantamos la salida. Razón por la que antes de las 16.00 horas llegamos al hotel Imilchi en Marrackeh. Tan sólo dos compañeros prefieren  madrugar y que les recoja el Bus después de atravesar el barranco siguiendo el río. Cierto que era una buena experiencia, pero el cansancio acumulado y la necesidad de tomar cuanto antes asiento, nos hicieron desistir en la idea de acompañarles.

Una carretera por medio bastante transitada. Una caravana de mujeres israelitas va hacia el Atlas. ¡¡Qué griterío!!!  (Me recordaron “Thelma y Louisse” en sus  correrías).

Niños y más niños se muestran a nuestras espaldas. Saben que los turistas el último día acostumbran a desprenderse de todo comestible que no han consumido. Y así es. Juntamos todas las barritas, galletas y frutos secos que ordenadamente fuimos repartiendo uno a uno. Allí permanecieron. Cuán atractivo les parecía esta colección de personas que tanto tienen  porque  tanto necesitan. Qué inhabitual espectáculo les estábamos ofreciendo. Tan sólo vinieron a recibirnos el primer día y el último.

 Y como era el último día y, aunque frío al ponerse el sol, al jefe de los guías se le ocurrió que podíamos hacer una tortilla de patata. Así aprenderían y podrían ofrecer la mundialmente conocida “Spanish omellette” a cualquiera de los grupos que reclamase sus servicios.

Poco nos faltó a Pedro, Mónica y a mí para que una vez tomado el té con galletas (era el último día y había que celebrarlo) nos dispusiéramos a hacerla. Fuimos a la tienda cocina para abastecernos de lo necesario. Comprobar el ‘sartenaje’ y allí con el abrigo puesto nos pusimos a la obra. No Mónica. ¡La patata no se corta a cuadros! Le increpé. A lo que ella me respondió: ¡En Madrid no sabéis hacer tortillas! ¿Cómo?  ¿Que no sé hacer tortillas? Si soy la reina. Pedro y yo nos hicimos con la cena a la que hubo que añadir la sopa y el guiso bereber, pues dos tortillas para 24 y la intendencia no eran suficientes.

Difícil nos las vimos en el infiernillo y girando tortillas de grandes dimensiones sin plato para el caso. Pero salieron riquísimas. Lástima que los interesados en aprender su elaboración “ni se les vio ni se les esperó”.

Cuando a Paco, allá por el mes de octubre le pregunté sobre esta salida, me dijo que no estaba pensada para “señoritas” como yo. Me sentí molesta, pues llevo ya varias travesías a mis espaldas y he vivido más y menos gratas experiencias. He disfrutado del aseo sin agua, del WC “virtual”, de los ronquidos, del frío, la lluvia…del pelear por el trozo de pan que queda por la noche en la panera. He sufrido  las mil y una dificultades que entrañan, siempre superadas por la satisfacción de la jornada concluida. Donde todo se olvida cuando se reparte mesa, sopa y risas.  El compartir lo bueno y lo no tan bueno. El superarte día a día. El aprender a minimizar las adversidades y a engrandecer lo cotidiano. A valorar lo poco o lo mucho que tienes. A ser más persona.  A comprender siempre que, entre las “gentes de 100 mil raleas” hay otros puntos de vista. “Otras realidades”.

Viernes, 4. ALEMDOUM-MARRAKECH Y ULTIMO DÍA.

En Marracketch pudimos asearnos. Tomar una o varias duchas. Cambiarnos la ropa que habíamos dejado antes de iniciar el trekking. Ordenar el equipaje, y como no, salir cuanto antes a la Plaza de Djema el Fna. En 10 minutos ya estábamos allí. Salimos en varios grupos. Vueltas y más vueltas por la Medina, el Bazar donde hicimos alguna compra y pudimos cenar una típica comida marroquí, no desmerecedora de las que habíamos tomado los días anteriores, pero eso sí: sentados y con actuación musical en vivo. Aunque lógicamente sin cerveza.

Tras un copioso desayuno nos disponemos a recorrer de nuevo el Centro de Marrackech.  Compras para llevar a casa. Recuerdos, tajines, bolsos, imanes…Es nuestra intención visitar la Madraza, aunque no pudimos por encontrarse en obras. Intentamos nuevamente dirigirnos a el palacio Bahia donde tampoco entramos. Son las 13.00 horas y los minibuses nos recogerán en el hotel sobre las 14.30 h.

Después de cambiar los dirhams que nos han sobrado y tras el intento infructuoso de tomar una cerveza (pues no la hay) llegamos al hotel con tiempo suficiente para comer unos bocadillos que habíamos preparado. Bocadillos que nos supieron exquisitos, pues por fin conseguimos algunas cervezas y patatas fritas en un Carrefour cercano.

Desplazamiento al aeropuerto y Fin de la aventura.

  • “SUCRAN” a todos los que han hecho posible este viaje:
  • A la AD GRUPO DE MONTAÑA PEGASO
  • A Francisco G. (Paco el Coordinador)
  • A los responsables de actividades: Arturo, Pedro B. y Junta Directiva
  • A los que en la sombra también aportan “su granito de arena”.
  • A los guías, cocineros y muleros que sin su aportación no hubiese sido posible adentrarnos en el Atlas Central.

                                                                                                                             Naty G.

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