Descripción de la actividad:
Recorrido por cimas poco habituales para el montañero español, de la parte más alejada, en la zona de los pirineos franceses.
Viernes 28 de junio
Viajamos hasta el albergue Pepe Garcés en Candanchú.
Sábado 29 de junio
Amanece un día nublado. También dan tormentas así que modificamos la ruta para hacer el Chemin de la Mature, puramente hablando, facilitando un track alternativo, e informando a los treinta y un participantes que probaremos suerte en este día. Los otros cuatro marchan a Jaca esperando encontrar mejor tiempo.
Este nuevo track evita tener que mover los coches, y es bastante más corto que el inicial planeado, permitiendo una retirada a tiempo, y a la vez, alargar la ruta por la opción larga si vemos que la meteo mejora o al menos se mantiene.
Comenzamos todos bien pertrechados, subiendo por el Chemin de la Mature, aunque desafortunadamente la niebla no nos permite disfrutar del panorama, ni ser conscientes del cortado que se abre a nuestros pies, fuera de la seguridad del camino tallado.
Finalizando el Chemin, comenzamos la subida por el bosque. La niebla es menos densa y los colores se aprecian brillantes. El bosque está precioso, y realmente no llueve, así que al llegar al Col d’Arras nos dividimos. Trece personas se bajan hasta los coches para continuar el resto del día haciendo turismo bajo el paraguas, y el resto intentamos subir al Lespetouse (por lo que sería la bajada de la ruta larga prevista)
La niebla lo pone difícil, pero a la vez fácil, pues nos ahorra calores innecesarios. La cuesta es considerable, y en el terreno mojado la progresión es lenta. Además, los hitos en subida y con la niebla son difíciles de localizar, y debemos caminar muy pendientes del track.
A mitad de la subida encontramos una pequeña granja con muchísimas ovejas y sus correspondientes perros pastores. Intentamos evitarlas así como a los perros, y damos un pequeño rodeo, pero llegamos pronto de nuevo al camino.
Pasamos el Col de Moustis en busca del Pas de L’espetouse, y casi llegando arriba encontramos al grupo principal, que iba un poco más adelantado. Nos comentan que por delante de ellos están otras cinco personas que se han dirigido a hacer el extra de la ruta, el Pic de Sesques (o l’Escarpou).
Llegamos al Pas y comenzamos el cresteo en dirección O, pero se trata de una progresión expuesta y con piedra descompuesta que no da mucha garantía. Vemos que cada vez se complica más, y tres compañeros con menos experiencia deciden darse la vuelta. Les acompaño por el mismo camino que hemos subido, mientras el resto sigue por la cresta, junto a los cinco que habían hecho el extra y que nos han alcanzado.
En la bajada tenemos algún tramo en el que incluso hace sol y que aprovechamos para comer. Bajamos muy tranquilamente, hasta completar el recorrido, llegando a los coches prácticamente a las seis de la tarde.
Ante nuestra sorpresa, dos participantes de los que se bajaron por la mañana (desde el Col d’Arras), están en uno de los coches. Han estado allí seis horas esperando para llevar a alguno que subió con ellos porque alguien les dijo que no había coches para todos…
Se marchan junto a mis tres acompañantes y yo espero al resto del grupo. Calculo que no les debe de quedar mucho, y efectivamente, una media hora larga después, aparecen y me cuentan que no han seguido por la cresta porque llegaron a una parte inexpugnable. Volvieron hacia atrás y bajaron por el mismo camino que nosotros.
La cena por diversas circunstancias, no resulta muy reconfortante, pero todos tenemos buena disposición y conseguimos superarla (si, digo bien: superarla).
Domingo 30 de junio
Ante la perspectiva de lluvia, solo trece participantes nos atrevemos a caminar. En una reinterpretación del refranero español, afortunadamente, “la niebla asusta pero no ahoga”, y nos permitió subir sin demasiados agobios por las empinadas cuestas.
Comenzamos el camino en la curva del Camping remontando el valle, paso a paso. Pronto abandonamos el GR, y a sus abundantes transeúntes que se dirigen previsiblemente y según indican los carteles, a los Ibones de Anayet. Nosotros bajaremos por ese camino, pero será esta tarde.
El ascenso en dirección S por el definido sendero, nos impulsa con cierta facilidad unos doscientos metros. Algunos rayos de sol se cuelan entre las nubes y el paisaje nos reconforta. Siguiendo nuestro track, nos salimos del camino, que vira al E, y subimos hacia la cuerda campo a través, con gran esfuerzo. El mapa dibuja un camino que podríamos haber seguido probablemente con menos fatiga. Al llegar a la cuerda el viento, las nubes y la niebla nos desmoralizan brevemente.
Pero nos enfundamos el cortavientos y pronto retomamos el camino por la loma. El cielo recompensa nuestro tesón abriendo las nubes para dejar pasar el sol.
Casi sin darnos cuenta nos encontramos en la cima del Oporte, con el rojo Vértice de Anayet y a su lado el contraste gris del Pico de Anayet frente a nosotros.
Las nubes bajas se dispersan durante un rato, y tras subir al Vértice, permiten a siete compañeros ascender al Pico Anayet, por su vertiginosa placa, asistida por una cadena.
Hacemos un pequeño grupo de tres personas para bajar. Hay tres compañeros adelantados que no sabemos si han coronado el Pico, y sabiendo que tenemos a los que sí lo han hecho detrás, nosotros nos lo tomamos con mucha calma, parando a comer en la planicie justo antes de encarar la bajada por la controvertida Canal Roya. Desde donde comemos nos entretenemos viendo a los compañeros en el pico “progresando adecuadamente”.
Tras comer, comenzamos a descender los primeros metros algo verticales que después se suavizan. Personalmente me alegro mucho de que se hayan paralizado los proyectos de unión de las estaciones de esquí, porque el valle me parece espectacular como es.
La bajada es larga y gradual. Mientras estamos bajando la lluvia hace acto de aparición en forma de dos pequeños chaparrones, pero no llegan a empaparnos. Únicamente debemos prestar un poco más de atención a las resbaladizas rocas.
Nos cruzamos con algunas personas que aún suben. Dada la hora muy probablemente se dirijan a hacer noche en la cercanía de los pacíficos ibones.
Cuando llegamos a los coches nuestros compañeros adelantados nos cuentan sus aventuras, y mientras estamos en esas se reúnen con nosotros los que faltaban. Nos cambiamos las botas, y nos dirigimos a Biescas a ducharnos y cenar.
Allí nos reunimos con un participante que se une a la expedición a partir de esta jornada. Cenamos en el Restaurante Tendeñera, y nos alojamos y desayunamos en el Hotel La Rambla. En ambos sitios, como en otras ocasiones, nos tratan estupendamente.
Lunes 1 de julio
Desayunamos tempranísimo para compensar la hora y cuarto que tenemos de desplazamiento hasta el Lac de Bious Artigues, donde empiezan nuestras rutas.
Pagamos religiosamente los siete euros que nos solicitan en la entrada al lago y aparcamos nuestros coches en los párquines que se encuentran junto al lago y a algún que otro chiringuito.
El inicio es un poco descorazonador, porque esperábamos buen tiempo y sin embargo comenzamos nuestro recorrido entre la niebla.
La parte positiva es que no pasamos calor, y la negativa que no conseguimos ver casi nada a nuestro alrededor.
Pasamos por el collado donde arranca el camino que subiría al pico, pero nosotros continuamos en dirección al refugio Pombie, escuchando a nuestra derecha entre la niebla, a los escaladores que si van a subir al imponente Midi D’Ossau.
Abandonamos el buen camino unos cientos de metros antes de llegar al refugio de Pombie, y transitamos por un canchal de rocas para un poco más arriba recuperar camino definido que nos conduce hasta el collado de Peyreget. Un participante que iba en cabeza subió al pico del mismo nombre, enviando fotos al grupo de whatsapp y otros dos de nuestro grupo también se animan. Los demás no encontramos motivación, pues la niebla es densa.
Comenzamos la primera bajada de hoy, desde el Col de Peyreget, en busca del GR que transcurre en el fondo del valle. Poco a poco la niebla se va disipando y al enlazar con el GR hace un sol espléndido que nos permite comer algo tranquilamente sentados en unas piedras. Un participante se baja con una emisora, por el transitado GR hacia el lago, y el resto continuamos con la opción L propuesta para hoy.
Como en prácticamente toda la ruta, el camino está perfectamente delimitado y nos cruzamos con numerosos caminantes en nuestro ascenso hacia los lagos de Ayous. En el Lac Bersau el Midi se yergue orgulloso y nosotros lo admiramos y fotografiamos, como debe ser.
Cuando llegamos a la vista del pequeño refugio de Ayous, el pico situado justo encima se antoja bastante asequible, pero no debemos demorarnos puesto que a las 19:00 cierran la barrera del parking y no podríamos salir.
Nuestro paso por el refugio es muy fugaz, porque nos obligan además a quitarnos las botas para comprar una cerveza, así que optamos por continuar la marcha y tomarnos esa cerveza en nuestro alojamiento.
Llegamos a los coches gradualmente sin contratiempos, y nos dirigimos a nuestro alojamiento en Gabas, la Maison des Gardes, donde Yves nos recibe con los brazos abiertos y las ollas llenas de comida.
Nos tomamos un aperitivo previo a la cena por cortesía de nuestro hospitalario anfitrión, y tras cenar, organizamos los coches para el día siguiente, haciendo los traslados pertinentes.
Martes 2 de julio
Dejamos los coches muy cerca del albergue y nuestro primer kilómetro es por carretera. Afortunadamente, porque al llegar al inicio de la ruta, donde deberíamos haber dejado los coches, se puede leer en un cartel que se trata de una propiedad privada así que quizás si hubiésemos dejado allí los coches, hubiésemos tenido un problema.
El día no comienza mucho mejor que ayer. Aunque la niebla en el bosque lo llena de encanto. Tras un par de subes y bajas, llegamos al desvío señalizado como Passaig Vertiginoux. Lo que viene a significar “no vayas por ahí si tienes vértigo”.
Como no es nuestro caso, todos elegimos el pasaje retador, y, asistidos por la cadena en excelente estado que encontramos, lo pasamos sin mayor dificultad. A pesar de la niebla, somos conscientes de la verticalidad del camino y no deja de impresionar intuir los árboles por allí abajo, al otro lado de la niebla.
Tras los tramos más empinados, llegamos a una llanura con una caseta y un cercado, y el día comienza a mejorar. Paramos a charlar con un alegre pastor brevemente y el día nos regala esa tregua, retirando las nubes para poner frente a nuestros ojos el retador Pic de Cezy.
Vemos a varios compañeros adelantados que se dirigen hacia él, probando y rectificando su camino. Finalmente lo ascienden ocho personas, y el resto mientras hacemos una agradable parada, admirando además del Cezy, el Midi, omnipresente en la zona. Según parece el Pic de Cezy es muy expuesto, y aunque no hay ningún paso difícil, es aconsejable ir con mucho cuidado y llevar casco para la descompuesta chimenea final.
Cuando el grupo que no ha ido al pico terminamos de comer, nos ponemos de nuevo en marcha, y la niebla se echa sobre nosotros de nuevo. Decidimos bajar siguiendo el track de la ruta larga, pues es temprano. Únicamente tres personas (de las que subieron al Cezy) deciden seguir el track por el valle por el que transcurre el Sendero de Barlour, y nos comentan al finalizar la ruta que es un camino muy entretenido, y que en algún tramo les parece más un barranco seco que un camino, y por tanto algo inquietante con la meteo que tenemos.
Nosotros bajamos por el Col de Gourzy. Decidimos obviar el tramo por la cuerda para no mojarnos innecesariamente (no hay vistas), y seguimos buen sendero entre conversaciones de lo más variadas.
Llegando al pueblo nos damos cuenta de que nos hemos salido del track; encontramos instalaciones de un parque de aventuras con tirolinas y lo rodeamos, y enseguida llegamos al parque central de Eaux Bonnes donde rápidamente encontramos uno de los pocos establecimientos de hostelería que hay abiertos en el pueblo.
Esperamos pacientemente en la terraza a los conductores, e impacientemente a un participante al que no teníamos localizado pero que apenas diez minutos antes de que lleguen nuestros coches, felizmente aparece.
Nos dirigimos a alojarnos en la estación de esquí de Gourette, en el Chalet del CAF, regentado por Emilie y Millán, una pareja franco-española encantadora que nos asiste en nuestras dudas con gran paciencia y nos da de cenar entre otras viandas, una salchicha típica de Isla Reunión (a donde iremos el próximo septiembre!).
Miércoles 3 de julio
Hoy todo es más relajado en lo que a horarios se refiere porque todos salimos desde el refugio y volveremos a él. Cada cual puede adaptar un poco su paso. Además, el día amanece despejado y se espera que continúe así.
Nadie elige hacer ruta corta ni extra larga, así que todo el grupo a mayor o menor velocidad, se dirige hacia el valle. Llegado el desvío en nuestro track dos personas deciden subir por la tubería en lugar de bajar por ella, en dirección inversa al track que llevamos. Una tercera les sigue, pero mientras estamos subiendo nosotros por los Lacs de Louesque, el tercer participante intenta contactar con nosotros vía emisora, y confirmamos posteriormente que para informar de que ha perdido a los dos participantes a los que seguía.
Al no conseguir contactar con él en ese momento, continuamos nuestra marcha, hacemos un alto para comer unas barritas agrupándonos, y tras el breve refrigerio comienza la aventura.
Hay un hito que marca el camino hacia una canal corta por donde deberemos subir para situarnos en la última parte de la cresta entre el Sanctus y el Louesque. Un nevero alargado nos corta el paso y lo esquivamos.
Al llegar arriba de la canalilla un participante valora si bajarse porque no le ha gustado mucho la trepada, pero finalmente decide venir con nosotros.
Somos seis participantes los que subimos por la canal. El resto se dirigen siguiendo el buen camino hasta el collado entre Les Becottes y Sanctus para comenzar la cresta de una forma más sencilla.
Una vez en la cresta nos encontramos con las dos personas que están haciendo la ruta al revés y vemos a lo lejos que varios intentan venir por la cresta hacia nosotros también. Como están muy lejos no esperamos, y los ocho nos ponemos en marcha en dirección al Taillades/Pic du Gabizos. Vemos con alivio que la persona que se había descolgado del grupo que hace la ruta al revés, se ha incorporado a este grupo desde el collado.
La cresta es más sencilla de lo que parecía a primera vista y avanzamos, lentamente porque ya estamos cansados, pero a la vez inexorablemente.
Se hace largo el camino hasta el Pic du Gabizós pero finalmente todos nos abrazamos en la cima.
En la vuelta, nos desviamos sin darnos cuenta por la cuerda que lleva al Soum de Louesque, aunque rápidamente rectificamos. En este pequeño desvío dos mulas que se encuentran pastando en los alrededores nos persiguen en busca de algo de comida, y ante mi inquietud, comienzan a seguirnos por la cresta. Afortunadamente desisten de tan peligrosa aventura y deciden ponerse a pastar en una zona con bastante pendiente, pero con mucha mejor pinta.
De vuelta a la chimenea descubrimos que casi todo el grupo que subía hacia el pico ha abortado misión y ha decidido bajar por la chimenea para volver al pueblo por el mismo camino de la subida.
Cinco personas continuamos la cresta hacia el Sanctus, siguiendo el track a pies juntillas. Dos personas que habían bajado por la canal, se incorporan en la cresta un poco más adelante, evitando un paso un poco más comprometido que de subida se hace bien.
En el Sanctus encontramos un sello seco aún en buen estado y buscamos entre nuestras cosas un papel para “imprimirlo”, pero no encontramos. Tendremos que contentarnos con hacerle una foto.
Bajamos por el camino hasta el Col d’Uzious donde continuamos por camino claro hacia los lagos de Lavedan y después d’Uzius, donde encontramos otro sello seco en peores condiciones que el del pico.
Pasamos sobre el desagüe del ibón y comienza el descenso por el camino con los restos de tubería auxiliar utilizada como parte de una antigua instalación para la extracción del hierro.
Hay una zona un poco más vertical auxiliada por cadenas o cables, y con escalones tallados que, junto con la propia tubería, convierten el tramo (en seco) en un descenso/ascenso perfectamente asequible a cualquiera que esté habituado a grimpear un poco en la montaña.
Dejamos atrás la briosa cascada d’Uzious, y en poco tiempo conectamos con el frecuentado GR, que gentilmente nos coloca en la estación de esquí, donde nos tomamos un refrescante helado/cerveza/lo que sea… antes de volver al refugio a cumplimentar nuestro ritual de las tardes: ducha, lavado de ropa, cena…
Jueves 4 de julio
Hoy madrugamos también porque no estamos seguros de si la carretera para llegar al Lac du Tech está o no cortada, y si lo está, supone una hora más de camino porque se debe dar un rodeo considerable.
Afortunadamente no lo está, y nos permite llegar bastante temprano al inicio de la ruta.
Ante la falta de información fidedigna (en el refugio Migouelou no saben decirnos), y la nieve observada por nosotros mismos desde la cuerda en la ruta del día anterior, decidimos evitar el collado crítico de la extralarga y la larga (entre el Hautafulhe y el Pic de Fanlou), haciendo un mix entre opción larga y corta, subiendo por el refugio Migouelou, luego al Col d’Hospitalet y bajando por la subida de la opción larga por arroyo de la Lie.
Una compañera se queda en el albergue porque no va a caminar, otros dos harán la otra opción corta (Midi d’Arrens), y el resto tras aparcar comenzamos a caminar en dirección al refugio sin tener muy claro hasta dónde llegaremos.
Nos cuesta encontrar el inicio de la subida, pero finalmente lo encontramos. Es muy vertical, y se desarrolla continuando un poco el trazado de la tubería de la central hidroeléctrica que “preside” la zona.
Poco a poco vamos ganando metros, a pesar de que el sol hoy quema… En ocasiones el camino nos recompensa con bonitas vistas. El grupo en cabeza se adelanta, pues planean subir al Hautafulhe, pero el resto nos lo tomamos con más calma.
Cuando alcanzamos la cabecera de la tubería el grupo con el que voy decide hacer una parada. El grupo de cabeza nos avisa de que ha llegado al refugio, y yo continúo andando porque no estamos lejos, a ver si les pillo.
Al llegar al refugio, que se encuentra junto a la presa, un participante que está esperando a otros del grupo de cola para ver si suben, me informa de que el resto del grupo de cabeza ya ha empezado a ascender hacia el Col d’Hospitalet, y allí a lo lejos les veo, en las marcadas zetas, bien ordenaditos.
Me comenta que han preguntado al refugiero cómo es la subida del Hautafulhe y ha dicho que esa es solo de andar, y que la bonita es la del Arrouy.
Continúo el camino cruzándome con bastantes caminantes, y cuando estoy más o menos a medias de la subida, los que han llegado al collado comentan por al emisora que van a subir al Arrouy, siguiendo los consejos del guarda del refugio Migouelou.
Llegando al collado me alcanza el que se había quedado en el refugio y encontramos a dos participantes que no han subido al Arrouy y no planean tampoco subir al Hautafulhe, y están tranquilamente echando una siesta.
Yo decido subir al Arrouy y me cruzo con los cinco que habían subido que ya vuelven al collado. Uno de ellos me acompaña hasta el pico. Se trata de una cresta hitada en la que hay que ir con mucha atención y en ocasiones expuesta, pero ningún paso supera una dificultad de un segundo grado.
Cuando llegamos al collado recibimos noticias de los que se han quedado en el refugio, que van a bajar por la ruta corta.
Nosotros nos ponemos en marcha, en busca del evidente camino que se ve en la vertiente opuesta, bajo el Hautafulhe. Hay algunos neveros para llegar a él, pero la nieve está blanda y nos permite progresar por ella sin mayor problema.
Al pasar junto al hito que marca el desvío para el Hautafulhe cinco compañeros deciden subirlo. Yo prefiero continuar la bajada tranquilamente. Los tres que estaban en el collado que no subieron al Arrouy están por delante de mí, así que probablemente me encontraré con ellos, o si no, los rapidillos que están en el pico me pillarán, como suelen hacer. En posteriores conversaciones me indican que el pico no es bonito de hacer, es muy vertical y de material descompuesto, no hay trepadas, solo andar pero con la sensación de que si te caes, no paras hasta abajo…
La bajada por el bien señalizado camino es preciosa, hay flores por todas partes, y, aunque es un poco vertical, se me hace corta. A mitad de la bajada además entran nubes, y el sol deja de picar. Me cruzo con dos personas que suben y disfruto como una enana del paseo.
A tres kilómetros del final recibo noticias por la emisora de que dos de los adelantados están esperando con el coche en el final de la ruta para llevarnos a donde están los coches (unos dos kilómetros más arriba). No consigo contactar con el “equipo Hautafulhe”, y con el fin de no haber hecho esperar para nada a los que están esperando, y teniendo en cuenta que llevo encima la llave del coche de mi conductor, acelero un poco el paso para recoger el coche y ahorrar a los que están arriba esos dos kilómetros de carretera.
Así ocurre: me llevan al coche (gracias!), lo recojo y lo bajo, ellos se van al albergue y yo me quedo esperando. Durante esta espera ¡recupero la cobertura que no había tenido desde que entré a Francia!!... así que espero la mar de entretenida. Aproximadamente 45 minutos después aparecen los últimos de Filipinas, y realizamos la misma operación para el último coche.
Ducha y espléndida cena en nuestro alojamiento “Centre de Vacances La Salamandre”. Un compañero nos abandona esta noche porque le toca trabajar.
Otro participante me comunica que dado que va a hacer malo al día siguiente, prefiere irse porque tiene mejores cosas que hacer. Pues nada, cancelamos… menos mal que solo quedan dos alojamientos…
Viernes 5 de julio
Hoy tenemos que desplazarnos hasta el Lac d’Estaign para comenzar la ruta.
Tres personas van a hacer la ruta corta hasta el collado, pero se confunden y terminan llegando a los lagos de Liantran, y Lacs du plaa de Prat, por donde bajaremos nosotros.
Comenzamos el día por el bosque, sin nubes a la vista. Los primeros metros aunque pinos, se hacen bien. El camino es muy bueno, y abandonando el bosque pronto nos encontramos en el desvío del GR, cerca de una cabaña. Abandonamos el GR para tomar el camino indicado en rojo en una piedra como “Barbat”.
Continúa sin aparecer una sola nube, así que la moral está alta. Pronto empieza la zona de canchal donde es más complicado seguir el camino, pero hay hitos más o menos continuos que nos indican el mejor trazado. Esta parte del camino es muy trabajosa y vemos más arriba un nevero que parece que no conseguiremos evitar. Quizá sea necesario darse la vuelta…
Paramos a retomar fuerzas hidratándonos y comiendo algo y continuamos por el canchal. En la zona en la que viramos por debajo del Pic de Badescure se pierden los hitos y se pueden encontrar trazas de camino, pero es bastante vertical e incómodo. Afortunadamente en los últimos metros se encuentra el nevero que nos puede facilitar el ascenso, o bien hacernos descender... cruzamos los dedos.
Observo que los que no se fían mucho de sus botas y no llevan bastones se van buscando la vida por las pedreras, y metiéndose en líos diversos, teniendo que destrepar algún tramo.
Otros esquivan lo que pueden del nevero por la izquierda. Yo voy por el centro del nevero trazando zetas muy cómodamente, y llego a la Breche de Barbat donde espero pacientemente a que vaya llegando el resto. No parece que haya nieve en la zona por la que tenemos que bajar, buenas noticias que comunicamos a través de la emisora.
Todos conseguimos subir hasta la Breche de una u otra forma, y todos nos dirigimos hacia el pico por camino bien señalizado con hitos. Encontramos algún canchal de rocas, pero casi todo es camino sencillo, sin trepadas, solo de caminar, aunque con cierta exposición de la que somos más conscientes a la bajada.
Abrazos y fotos en el pico y reconocimiento de cumbres vecinas bien conocidas. Ver las moles desde otra perspectiva supone un ejercicio de visión espacial para algunos.
De vuelta en el collado comemos algo y nos ponemos en marcha para bajar por la vertical canal. El camino primero se dirige hacia la izquierda de la canal, es sencillo de seguir. A mitad de la canal aproximadamente traza una larga diagonal por la pedrera para situarse en la derecha, al abrigo de la pared, donde recuperamos los hitos.
Estos hitos nos evitan bajar hasta el lago, aunque no son fáciles de seguir y me pregunto si en realidad compensa… perdemos los hitos algún rato pero la traza es más o menos evidente con perfecta visibilidad y el terreno no es especialmente escarpado. Nos podemos arreglar para llegar al camino que vemos claramente junto al Lac Llong, y así lo hacemos.
De las tormentas esperadas sigue sin haber rastro, así que sin prisa, pero sin pausa, recorremos el camino de bajada hacia la planicie del Plaa de Prat, donde se encuentra un bucólico lago y una cabaña, y que está “lleno” de gente de lo más variopinta: Un pescador a lo lejos y varios excursionistas. Uno de ellos me sorprende llevando al extremo su expresión sexual, vistiendo claramente como una mujer, y maquillado debajo de la mochila y el polvo del camino.
Un poco más adelante en la vertiente de la izquierda en el valle escuchamos a un pastor desgañitarse nervioso dando órdenes a sus perros. Las ovejas de su rebaño se han metido en un pequeño atolladero, en una pedrera, y parece que estén a punto de liarla parda. Observamos brevemente la escena y continuamos el camino.
El grupo que va inmediatamente después que nosotros presencia el desprendimiento de una gran piedra y el “revolcón” de las ovejas consecuente. Los compañeros opinan que hubo heridos pero no muertos… (ovejas). Me imagino el terror de las pobrecicas… y me da una idea de por qué se ven ovejas cojas con tanta frecuencia.
El sol castiga durante la bajada y se agradece llegar al bosque. Solo queda un último esfuerzo para llegar al lago y al parking donde están nuestros coches. El chiringuito junto al que hemos aparcado cuelga el cartel de “Fermé” en las narices de un sediento participante.
Recibiendo noticias de los que van los últimos (a tres kilómetros del aparcamiento), retrasamos la cena en el hotel, y nos ponemos en marcha hacia él.
El Hotel Du Gabizos está regentado por Patrick, quien nos acoge muy amablemente. Sorprendentemente cenamos en relativo silencio, parece que todos estamos cansados.
Mañana dan más tormentas, pero hoy desde luego no acertó el tiempo, así que ponemos desayuno temprano para dar oportunidad a los que quieren andar.
Por la noche cae la del pulpo.. una tormenta eléctrica, de viento y mucha lluvia que nos hace agradecer el estar a buen recaudo. “No quiero ni imaginar que nos caiga algo así mañana mientras estemos de ruta”, es mi último pensamiento consciente mientras me quedo dormida.
Sábado 6 de julio
El día amanece cubierto, pero de momento no llueve. Desayunamos y seis personas decidimos intentar subir al Pic de Ardiden. El resto se van de turismo a Lourdes
Nos ponemos en marcha los dos coches y llegamos al aparcamiento. Mientras nos estamos cambiando, comienza una tormenta. Caen cubos de agua y truena y relampaguea mientras observamos desde la agradablemente seca seguridad del coche. Tras un rato de espera, decidimos irnos con la música a otra parte.
Bajamos a Luz Saint Sauveur, en busca de alguna oferta de material deportivo que no encontramos en ninguna de las muchas tiendas que hay allí.
Finalmente buscamos refugio en la Salamandre (repetimos refu), donde llegamos aproximadamente a la hora de comer. Algunos compañeros dan buena cuenta de las salchichas y queso sí que hemos encontrado en las tiendas del pueblo, acompañándolas con un vino de la zona.
Recibo un mensaje de otras tres bajas, mañana no pensaban andar y deciden adelantar su vuelta a Madrid.
La tarde nos permite dar un paseo, y Arrens está en fiestas, así que algunos van a intentar disfrutar del ambiente.
Mañana será otro día…
Domingo 7 de julio
Hoy volvemos a España, y aunque el tiempo en Francia no promete nada, parece que al otro lado de la cordillera se deja hacer…
Efectivamente, cuando llegamos al aparcamiento donde dejaremos los coches en Formigal, el sol español está ahí esperándonos.
Por el camino hemos perdido a otros dos participantes que han sufrido un problema de “estacionamiento”, quedando encallados en un barrizal, así que los últimos once valientes comenzamos con ilusión la ruta, mientras estos pobres esperan a la grúa.
La Foratata Occidental está justo ahí al lado…
Iniciamos la ruta saludando al “guarda” del camino (un maniquí metido dentro de un telecabina en el jardín de un paisano).
Camino perfectamente marcado, con cuesta moderada que nos lleva rápidamente hasta el colladete. Hay mucha gente haciendo la misma ruta. Nos metemos en la zona de pedrera donde la pendiente es menor, para llegar al collado entre las dos Foratatas, eligiendo nosotros la Occidental.
Un poquito de trepada en la que nos cruzamos con gente que baja y milagrosamente llegamos todo el grupo a la cima prácticamente a la vez. Pedimos a unas chicas en la cumbre que nos hagan unas fotos. Rodeados por gigantes esta vez desde ángulos más conocidos, jugamos a nombrarlos. Incluyendo algunos que hemos pisado en esta semana.
Bajamos por el camino atentos al desvío y se ponen en cabeza los rapidillos. En la cola nos quedamos dos, y observando el track, nos desviamos según indica. Nos sorprende no ver a nadie por delante de nosotros así que intentamos contactar con ellos y descubrimos que se han pasado el desvío y que están desandando para recuperar el track. “Los últimos serán los primeros”..
Con ellos ya a la vista por allí arriba continuamos el camino hacia el collado en la zona del Monte Baladrias, donde ya nos alcanzan los más adelantados del grupo.
Desde allí quedan apenas dos kilómetros que completamos sin demasiado esfuerzo.
Intercambiamos abrazos y enhorabuenas y nos despedimos hasta la próxima salida, esperamos que dentro de no mucho.
AGRADECIMIENTOS: A Luis B, coordinador del fin de semana, porque hace muy fácil trabajar con él. A Jon, que me hace huecos para tomar aire y me asiste tecnológicamente. A todos los que habéis colaborado apoyando y facilitando las gestiones, ayudando a otros compañeros en las rutas, o manteniendo el buen humor en los momentos “menos divertidos”. Y a los que habéis sido comprensivos con las circunstancias que escapan a nuestro control.
Fotografías de: Julio M., Ricardo M., Esther P.
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