El sábado 10 se pudo disfrutar de una cena especial en una sociedad gastronómida de la localidad de Pasaia.

Los participantes 33 inscritos ( 31 adultos 2 niños) se desplazaron con sus propios coches. A los mismos se unieron otros amigos de difernetes zonas que llegaron por sus medios.

En cada uno de los dos días de actividad se organizaron dos marchas de dificultad diferente, adaptándo así las rutas a los diferentes niveles de esfuerzo de todos los participantes.

Sábado 10 de septiembre de 2016.

Actividad larga: Jaizkibel, costa y Valle de los colores.

Los participantes se desplazaron en coche hasta el aparcamiento de Pasaia-Donibane. Desde allí comenzaron a caminar por este pueblo peatonal. Al principio se recorría su estrecha calle principal y después se continuaba por el borde del mar disfrutando de las vistas sobre la bahía, camino de la bocana del puerto, hasta la ensenada de Alabortza. Allí se comenzaba a caminar por una pista cementada que subía hasta el semáforo de Talaia.


Una vez alcanzado el semáforo el camino continuaba hacia el este por una aérea y estrecha senda. Esta senda se seguía hasta los pastizales de Miltitxola. Allí se giraba a la izquierda siguiendo un camino paralelo al litoral. En este punto se encontraba el primer valle colgado donde se iniciaba el descenso del barranco de Grankanto, siguiendo un camino bien marcado, hacia la desembocadura del torrente.

A partir de aquí se continuaba por el tramo más accidentado de la costa. Había que recorrer una senda estrecha, pero bien definida, con variaciones de desnivel importantes que subía y bajaba a lo largo de laderas herbosas y siempre amenizadas por la proximidad del mar y el rumor del oleaje.

Después de atravesar esta zona se llegaba a la “tubería”, un paso algo delicado y estrecho en balcón que sorprende y emociona. Una vez superado este paso se llegaba a la desembocadura del torrente y se iniciaba una ascensión hasta el borde del nuevo valle de Kostatxiki.

Allí se perdía altura y nuevamente se volvía a subir hasta colocarse en las rocas de Txakilarri, espléndido mirador sobre la extensa playa rocosa de Azabaratza. De nuevo era necesario descender, hasta el límite del agua, para lo cual era necesario atravesar una laja lisa, siguiendo unas pétreas huellas en las que había que prestar atención por estar algo húmedas, afortunadamente equipada con un cable.

A continuación el camino se suavizaba progresando por el borde del mar por una buena senda. Se superaban varias bordas de pescadores bastante deterioradas, hasta que se alcanzaba otra chabola, bien conservada y habitada, construida en la desembocadura de barranco Akerregi. En este punto era posible abastecerse de agua potable para el resto del camino. Esta construcción, además, era la referencia para salvar la grieta de Akerregi que se encontraba seguidamente.

Esta grieta fue superada por el grupo subiendo hasta su cabecera. Una vez allí fue necesario encaminarse a la izquierda y bajar por un camino poco definido que discurría al lado de un talud de geoformas. Aquí se llegaba a un muro con una abertura que facilitaba el paso y se seguía bajando hacia la costa. 

Poco después se llegaba al Valle de los colores (Labetxu) donde se podían contemplar las formaciones rocosas de infinidad de colores y muchísimas formas. La roca era arenisca y el modelado que presentaba era el resultando de la erosión marina selectiva de acuerdo con la dureza de los diferentes materiales.

Se salía de este valle de Labetxu cruzando un riachuelo y tomando un pequeño sendero de subida que conducía hasta una pequeña pared rocosa que fue necesario ascender. Un poco más adelante se llegaba a un tramo más engorroso por las ramas y arbustos que lo cegaban parcialmente. Al salir de esta zona de el camino se hacía ancho y seguía hasta la ruta de Talaia.

A partir de aquí el camino era sencillo pues solamente había que seguir la ruta Talaia. En primer lugar se cruzaba la carretera GI 3440 donde se pasaba al otro lado y se seguía la ruta de los Torreones del Jaizquibel. La primera torre que se encontraba eras la de Xangaxi y a continuación dos torres más. A partir de aquí solamente era necesario seguir por un camino fácil hasta llegar al aparcamiento de Pasaia-Donibane.


Actividad corta: Jaizkibel, geoformas y Valle de los colores 

El punto de partida para esta actividad era el aparcamiento que hay al lado de la Ermita de de Guadalupe (a la que se llegaba por la carretera GI-3440) hasta donde se desplazaron los participantes. Desde al aparcamiento se continuaba hacia el norte pasando por delante de la Cantina de Guadalupe y nada más pasada ésta se seguía, por la misma GI-3440, en dirección oeste hacia la derecha. Una vez llegados al punto más alto del trayecto se tomaba un camino que salía a la derecha y que continuaba por la parte más alta de la loma. 

Se seguía el camino dejando un espeso bosque a la izquierda. Al terminar éste era necesario torcer bruscamente, en ángulo de 90 grados, hacia la izquierda para poder bajar hasta la playa en la zona denominada Unaputzu. A partir de ese punto se caminaba hacia la izquierda siguiendo la línea de la costa a una cierta distancia.

Después de caminar un rato aparecía un pequeño valle, recorrido por el riachuelo Martitxerrea, que se adentraba hacia la izquierda y donde el mar hacía un pequeño golfo. Allí se encontraba la bella playa de Sisurko. En ese punto ya se podían empezar a ver los cantos rodados tan renombrados en esta zona de la costa.

A continuación se continuaba hasta el espléndido Cabo Biosnar con unas vitas espectaculares sobre la costa. Siguiendo la línea de la costa, y dejando los acantilados a la derecha, se llegaba, después de un kilómetro y medio aproximadamente, a la Playa de los Fósiles. En este punto era posible bajar hasta el mar, darse un baño entre las rocas y ver las formas redondeadas que ha hecho el oleaje en las piedras y que reciben el nombre de Paramoudras. 

Cuando se alcanzaba el final de la Playa de los Fósiles, en su parte oeste, se volvía a subir sobre los acantilados y se continuaba en dirección sur siguiendo la línea de otro golfo (en el que existió un puerto romano en la antigüedad) que se adentraba en la costa formando un barranco recorrido por el torrente Erentzingo. Siguiendo el camino ascendente a lo largo de la costa nos encontramos unas escaleras que nos ayudaron en la subida. A partir de este punto, ya empezamos a ver las curiosas y coloridas formaciones rocosas de esta maravillosa costa.

 

Una vez pasado el barranco hicimos un giro hacia el norte, en dirección a la punta Arkarle, hasta alcanzar el Balcón de Erentzin situado a una altura de unos 100 metros sobre el nivel del mar. A partir de allí continuamos hacia el oeste y seguimos la costa, hasta la punta Turroia, donde descubrimos una famosa formación rocosa muy fácil de reconocer por su nombre y su forma: La Concha.

Después de ésta formación seguimos hacia el suroeste y empezamos a bajar de nuevo hacia la línea de la costa, por un camino que recorre el llamado Laberinto blanco.

A partir de aquí comenzó un maravilloso espectáculo de rocas con unas formas increíbles y de mil colores que nos sorprendió a todos. Una vez pasado el laberinto rocoso fuimos girando hacia la izquierda para entrar, poco a poco, en el barranco del Gastarrotz. A partir de él entramos en el Valle de los Colores con formaciones rocosas sorprendentes, de formas y colores extraordinarios, labrados por el agua y por el viento a los largo de los siglos. Atravesamos este valle girando a la izquierda, en dirección sur, hasta que llegamos a un pequeño collado.

En este collado tuvimos que girar de nuevo hacia la izquierda, siguiendo la parte más alta de la loma, hasta que alcanzamos una zona abierta con alguna construcción desperdigada. A partir de aquí el camino seguía por una buena pista que seguimos en dirección este. Después de este punto, y durante unos 4 kilómetros, la pista nos llevó, recorriendo bosques y praderas, a la fuente Amestimotz, después a la carretera GI-3440 y por fin al punto de partida en la Ermita de Guadalupe.

Cena en la Sociedad Gastronómica de San Juan Donibane

Estaba previsto que comenzara hacia las 21.00horas por lo que se aconsejo a los participantes visitar la zona del puerto. Nuestros amigos (socios de la sociedad) y algunos compañeros ayudaron en la preparación de las exquisitas viandas (especialmente la merluza) que degustamos. Bebimos (sidra, vinos, cervezas, refrescos… para hidratarnos) y nos recuperamos del esfuerzo que supuso la ruta (con demasiado calor para la zona norte) y dado que al día siguiente había otra ruta prevista muchos participantes dejaron el local para ir a descansar al albergue. Otros muy bien aconsejados, fueron a conocer Donosti de noche y al día siguiente ser reservaron para ir a la fiesta Nacional de Regatas que se celebraba en el casco viejo.

Tuvimos la suerte de compartir con algunos de ellos una velada como siempre inolvidable, donde volvimos a brindar por esta unión fraternal que se remonta a más de 8 años atrás y que con el paso del tiempo se está convirtiendo en algo muy especial.

A esta cena finalmente acudimos 47 personas, incluidos los cocineros.

Domingo 11 de septiembre de 2016.

Actividades Larga y Corta: Bosques de Artikutxa.

Este día se dedicó a recorrer los bosques de Artikutxa. Las dos opciones larga y corta coincidían en la mayor parte del recorrido con la excepción de que la actividad larga daba la vuelta a todo el pantano por una pista bien marcada y fácil de seguir.

Para realizar esta actividad todos los participantes se desplazaron hasta el aparcamiento en la casa del guarda de Eskas (Que se encuentra en el kilómetro 15,50 de la carretera NA-4158 que es la continuación en Navarra de la GI-3631 en Guipuzcoa y que comienza en la población de Errentería). 

Una vez llegados a ese punto, y después de aparcar el coche, el camino comenzaba cruzando la valla que impedía el paso a los vehículos y bajando una carretera asfaltada en dirección sur.

Tras caminar unos 400 metros por asfalto hicimos un desvío a la izquierda, en un lugar donde un poste indicativo señalaba hacia Artikutza. Allí seguimos por un sendero que se adentraba en el bosque siguiendo una ruta muy bien balizada con pinturas amarillas y blancas. 

Siguiendo esta senda caminamos por un espectacular sendero entre hayas con sus troncos cubiertos por gruesas capas de musgo. También encontramos algunos árboles con setas de color anaranjado. Todo esto se debe al alto grado de humedad de la zona, ya que es uno de los territorios más lluviosos de la Península.


Poco después alcanzamos un puente de madera que cruzaba el regato Biandizco. Y unos minutos más tarde atravesamos otro riachuelo conocido como el Argarate.

Aproximadamente 600 metros después, el sendero se dividía en dos. En este punto tomamos el camino de la izquierda. La opción de la derecha nos hubiera conducido hasta un mirador sobre la preciosa cascada de Erroiarri.

Siguiendo este camino, y tras unos 400 metros de marcha, alcanzamos una verja y llegamos a un cruce en las proximidades del pantano.

En este punto se dividen la ruta larga y la corta. La ruta larga seguía tomando el camino de la izquierda (dirección este) donde se alcanzaba una pista que bordeaba el pantano, a unos 60 metros de distancia, en medio de un espeso bosque. Siguiendo por el camino de la derecha, ruta corta, se llegaba a la presa y al poblado del pantano.

El camino de la ruta larga se seguía muy fácilmente y poco a poco nos fue conduciendo hasta el otro extremo del pantano. Allí tuvimos que atravesar dos torrentes: Errobietako y Arrekorrungo. Después de cruzar el segundo nos dirigimos al oeste y comenzamos el acercamiento a la presa.

Una vez llegados al muro de la presa torcimos a la izquierda para entrar en el poblado de Artikutxa. Allí seguimos caminando hasta llegar al frontón donde se unían, de nuevo, las dos opciones larga y corta.

A partir de aquí las dos opciones continuaban juntas subiendo por la carretera que lleva al caserío Ostatu Zahar. A unos 100 m de la casa dejamos el asfalto y tomamos un sendero que subía a la derecha siguiendo la indicación hacia Eskas. La pendiente en este tramo era exigente.

Un poco más adelante giramos hacia la derecha siguiendo las indicaciones de otro poste que señalizaba hacia Eskas y, a partir de aquí, seguimos las pinturas amarillas. Ahora el sendero llaneaba. Seguimos caminando por el Camino del antiguo Ferrocarril, del que apenas quedan vestigios, y un poco más adelante pudimos ver, a la derecha del sendero, dos grandes y redondeadas piedras de molino. 

Varios balcones naturales a la derecha del camino nos deleitaron con sus espectaculares vistas.

Después de unos dos kilómetros más de marcha salimos a la carretera, unos metros más atrás del desvío que tomamos a la ida. Allí seguimos hacia la izquierda por asfalto hasta llegar de nuevo a la Casa del Guarda Eskas.

Mayte Mellado y Bonifacio Castaño.  

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HORARIO:
18:30h. a 21:00h. 
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