Una vez pasado Prádena del Rincón, nuestro conductor decidió no seguir adelante: Si la situación seguía así, a la altura del puerto de la Hiruela podríamos meternos en un aprieto. Paramos a la salida del pueblo, rodeados de un paisaje blanco pero el frío era moderado.
Allí se barajaron alternativas para no echar a perder este día de condiciones excepcionales.
Decidimos volver hacia la Cabrera y efectuar una actividad senderista.
La mayor parte de los participantes de decantaron por hacer una circular por el macizo de La Cabrera, hacia la ladera norte, pasando por Cancho Gordo y retornando al pueblo una vez alcanzado el monasterio, por la cara sur.
Otro grupo se decidió por una marcha más ligera por los bosques al oeste del pueblo que coincidió con el grupo principal en el Monasterio.
A lo largo del día vimos como las condiciones se hacían menos severas y paraba de nevar, dando paso a un día nuboso con cierta claridad y una temperatura agradable y sin viento.
En los bosques se juntaban la nieve derretida en los arroyos con un musgo floreciente y la hierba fresca.
Eran los últimos estertores de un riguroso invierno que precede a una floreciente primavera, que con fuerza, crecerá en las próximas semanas.
Lamentablemente dos compañeros, decepcionados por no poder ir a los bellos parajes previstos nos abandonaron antes de comenzar la actividad alternativa, no pudimos disfrutar de su presencia ni ellos del bello espectáculo del que fuimos testigos.
Sobre las 17:00, después de una jornada atípica pero bien aprovechada, retornamos a Madrid, con un día ya claro.
Antonio Oñate