Cordales. Circular por el Valle de Canencia.
A.D. Grupo de Montaña Pegaso.
Sábado, 12 de diciembre de 2020
Todos recordaremos el año 2020 como nefasto en todos los sentidos. Un año sacudido por la pandemia que obliga a resignarnos a cumplir las medidas establecidas para evitar la propagación del maldito virus. Aunque al aire libre, el riesgo de contagio es prácticamente nulo comparado con estar en un sitio cerrado, hay que atenerse a las restricciones. Los criterios tienen que ser objetivos y en lo que a actividades de montaña se refieren nos afectan directamente por el tamaño de los grupos y por las limitaciones de movilidad territorial.
Hubo que suspender todas las actividades extra provinciales e improvisar nuevas actividades acordes a lo permitido, muchas veces con muy poco margen de tiempo pues estas restricciones cambian de un día para otro. Este fue el caso de esta salida, publicada a escasas 2 semanas antes de tener lugar, pero no fue impedimento a que enseguida se llenaran las plazas disponibles.
Las previsiones meteorológicas, unos días antes, apuntaban fuertes lluvias y era de esperar una jornada pasada por agua y que los arroyos bajaran muy crecidos por la lluvia y el deshielo de la nieve que había caído unos días antes. Hubo que improvisar una alternativa a la ruta corta para evitar tener que vadear el arroyo del Maíllo que iba a ser imposible cruzarlo por las piedras que en condiciones normales están dispuestas para tal fin. Finalmente la lluvia se adelantó unas horas y el día de la salida apenas cayó un chirimiri que tan solo duró unos minutos al principio del día. Eso sí, habían llegado a caer más de 100 litros en algunos puntos del Valle de Lozoya durante las 24h anteriores. Los arroyos iban a estar especialmente cargados, pasaríamos por algunas zonas de pastos encharcados y, casi con seguridad, encontraríamos zonas con barro en los cortafuegos y pistas de firme no compactado.
EL sábado 12, a las 9 de la mañana, nos vamos reuniendo en la plaza principal del pueblo. Hacemos recuento y estamos todos. Empezamos la marcha manteniendo las distancias en un pelotón que va estirándose ya en el primer kilómetro conformando los diferentes grupos que irán completando alguno de los dos recorridos propuestos.
El camino remonta el valle del Arroyo del Ortigal, dejando el cauce a la derecha, hasta cruzarlo más adelante por una pequeña represa. El arroyo va rebosante de agua y podemos disfrutar del espectáculo poco habitual de la chorrera de Rovellanos que solo se puede ver así en contadas ocasiones. Desde aquí la ruta afronta la subida más dura del día. No es que sea especialmente larga y de gran desnivel a superar, pero el viento racheado y en contra hace que incomode un tanto, anhelando llegar al pinar donde acaba la subida pues el bosque ofrece protección ante el vendaval.
Ya en el pinar y por cómoda pista se llega pronto al puerto de Canencia, atestado de coches y familias que han subido aquí a disfrutar del día. Algunos quizás buscando la nieve que ya no queda o los coletazos de un otoño que apenas hemos podido disfrutar. No quedan ya tonos amarillos en los abedules, ni nieve, pero sin embargo sí que encontramos varios acebos y “acebas” adornadas con sus bayas rojas dando ya un toque navideño y anunciando las fechas que se aproximan.
Sobre las once y media llegamos los primeros a la fuente y merendero del Hornillo. Aquí se separan la ruta larga y corta. Los que hacemos la primera continuamos por pista ganando altura ligeramente hasta el collado del Hontanar. Nos encontraremos algún arroyo que inunda la pista y nos obliga a desviarnos unos metros para buscar el mejor punto para cruzarlo sin mayores problemas, pero los de la corta que cruzan el mismo arroyo pero un kilómetro más abajo, lo encontrarán ya mucho más cargado y tendrán que hacer un desvío bastante más largo distanciándose más del track propuesto.
El resto de la ruta larga transcurre sin mucho más que reseñar. Como era previsible, encontramos zonas con barro y pastos encharcados en el cortafuegos, alcanzamos el vértice geodésico y por cómoda pista vamos bajando hasta el pueblo completando los 27 kms de una ruta larga que no se hizo larga en absoluto, pues la completamos en unas 6 horas. Los de la ruta corta tendrán alguna complicación más con los arroyos en uno de los cuales tienen que descalzarse para cruzarlo, pero sin incidentes vamos todos llegando al pueblo disfrutando de una magnífica tarde que nos permite a algunos terminar la actividad con unas cervezas tomando el sol en la puerta de un pequeño bar cerca de la plaza.
Los últimos en concluir la ruta llegan sobre las 17:30 al pueblo. Lo achacan al caudal de los arroyos y que, a causa de algún despiste, han tardado algo más pero, me pregunto, si no tendrá más que ver ese hechizo de la luz de las tardes de invierno que invita a alargar la estancia en la sierra y a posponer el momento de encerrarse en el coche para volver a Madrid.
Coordinador: Luis Cano
