En la jornada del viernes fuimos llegando al valle de Liébana, donde nos encontramos con un clima totalmente veraniego con temperaturas excesivamente elevadas. Estas altas temperaturas nos empezaron a preocupar porque era bastante probable que se repitiesen al día siguiente y eso supondría una dificultad añadida a la ya de por si exigente jornada de montaña.
Afortunadamente el sábado amaneció con un ligero viento y algunas nubes que parecían presagiar un
cambio de tiempo para el domingo. Con esas condiciones meteorológicas y teniendo en cuenta que habíamos programado comenzar la ascensión temprano, gran parte de la subida por la canal de las Grajas la haríamos en umbría, lo cual suponía un alivio en la exigente ascensión.
Para acceder a los Puertos de Aliva desde la localidad de Espinama, 14 lo hicimos en dos vehículos todo terrenos que habíamos contratado, mientras que 3 lo hicieron a pie saliendo media hora antes y emplearon 1 hora y 20 minutos en recorrer la pista hasta la ermita (Nuestra Señora de las Nieves) (1.398 m) donde les esperábamos.
Aproximadamente a las 9 h 10´ iniciábamos la ruta bajando por la pista hasta los prados de Campomayor que atravesamos en diagonal hacia la derecha. Desde los pastizales del Campomayor yo, que conocía la ascensión, informé al grupo señalándoles unas referencias del terreno para que supieran hacia donde teníamos que dirigirnos. Así comenzábamos una ascensión sin tregua ganando altura en diagonal hacia la izquierda y trazando pequeñas cetas en el terreno.
Progresábamos por un terreno herboso siguiendo trochas trazadas por el ganado, cruzamos algunas torrenteras secas siempre buscando alcanzar lo más arriba posible la pedrera que cae desde la canal.Cruzamos el pedregal para situarnos a la izquierda y seguir ascendiendo por un terreno más firme y siguiendo algún que otro hito. En la canal la pendiente es muy fuerte y el grupo se estiró considerablemente.
En la parte alta de la canal la abandonamos girando a la derecha y llegamos a un promontorio rocoso donde hacemos una breve parada para contemplar la esplendida panorámica y enseguida continuamos, girando a la izquierda, por la senda que en una corta y suave ascensión nos conduce hasta el collado (2.217 m) donde nos reagrupamos.
A excepción de una chica que tiene una rodilla maltrecha, todo el grupo continuamos la ascensión siguiendo el itinerario marcado con pintura por un terreno quebrado y descompuesto. Muy pronto nos encontramos con una pequeña canal (I) que tenemos que descender y que supone una de las pocas dificultades que nos quedan hasta la cima.Poco después nos encontramos con un corto tramo de ascensión (I +) con poco espacio para los pies y donde hay que buscar buenos agarres que, como hicimos parte del grupo, se puede evitar descendiendo un poco para enseguida volver a retomar el camino de ascensión. Desde aquí y hasta la cima transitamos en continuo ascenso pero sin encontrar dificultades, a excepción de las propias del esfuerzo acumulado.
Después de aproximadamente 3 h 30´ desde que iniciamos la ruta llegábamos a la cima del Pico Cortes (2.370 m).
Desde la cima girando 360º pudimos contemplar el Macizo Central distinguiendo varias de las cumbres más destacadas, la Morra de Lechugales, una panorámica del valle de Liébana y en la lejanía las cumbres más emblemáticas de la montaña palentina. Repusimos fuerzas tomando un refrigerio, nos hicimos las fotografías de costumbre y al poco iniciamos el descenso hasta el collado siguiendo el mismo itinerario.
Dejamos las mochilas en el collado y ascendimos a la cima del Prao Cortes (2.287 m) siguiendo el sendero por la inclinada ladera y sin ninguna dificultad. Volvimos al collado donde hicimos la parada para comer antes de iniciar el descenso que íbamos a realizar adentrándonos de nuevo en la canal de las Grajas siguiendo el mismo recorrido hasta cruzar la pedrera, desde nos encaminamos en diagonal hacia la planicie de la Mesa Cimera.
Mientras tanto cuatro miembros del grupo se propusieron hacer un itinerario alternativo continuando por el cordal en dirección al Collado de Cámara, pero una vez superado el Prao Cortes se encontraron con dificultades para proseguir y decidieron bajar por una canal encaminándose también hacia la Mesa Cimera para reencontrarse con el resto del grupo.
En el descenso una chica del grupo tuvo problemas físicos en una rodilla que, debido al esfuerzo acumulado y al tipo de terreno por el que llevábamos transitando toda la jornada, le produjo una fuerte inflamación y dolor que le impedían caminar con normalidad.
Reagrupados de nuevo y después de atender los problemas físicos de nuestra amiga continuamos por la planicie. Descendimos por un sendero empinado y sinuoso hasta la Mesa Bajera, otra planicie de terreno blando y herboso que recorrimos hasta bajar a la pradera del Campomenor donde suele pastar el ganado. Atravesamos el pastizal hasta la pista que en continua bajada nos llevaría de vuelta a Espinama.
La jornada terminó con todo el grupo sentados alrededor de una mesa y disfrutando de una suculenta cena y comentando los avatares de la jornada de montaña que habíamos compartido.