Domingo25. Salimos sobre las 11 h de Madrid. Tras 2 paradas, llegamos sobre las 19 h a Cal Nen, hotel familiar en la carretera de Berga a los Rasos de Peguera, regentado por Magda, una mujer con un sentido del humor muy peculiar. Compartimos la cena con 2 leridanos que también iniciaban al día siguiente la ruta.

Lunes26. Desayunamos con retraso y copiosamente, por lo que no salimos hasta las 9 h. Hemos decidido cambiar el punto de inicio de la ruta, para reducir algo la 1ª etapa y evitar la bajada desde el Gallina Pelada que es bastante pendiente, pues hay riesgo de lluvia, el día está nublado y la etapa es de por sí larga. Empezamos a andar en los Rasos de Peguera a eso de las 10 h, coincidimos con los leridanos, y nos encaminamos hacia Peguera, pequeño pueblo abandonado, lugar de nacimiento de Caracremada. Al poco rato, se produce el primer despiste de la ruta, al cruzar una valla, obviamos el camino que baja directo al pueblo, buscamos las marcas amarillas y cogemos dicho camino. Paramos junto al cementerio del pueblo y Alberto nos cuenta algo de la vida del Caracremada...

Reiniciamos la marcha por una pista a la izquierda, marcada con señales de GR, comprobamos la dirección en los sucesivos cruces de pistas para evitar nuevos despistes y tras unos 45 minutos, nos adentramos en bosque, la humedad es abundante y la subida exigente. A nuestra derecha, las paredes del Roc de Ferrús, donde se adivina la actividad de los escaladores, aunque no vemos ninguno, a la izquierda pasamos por una masía en ruinas con vistas espectaculares al valle, montañas y bosques circundantes. En otros 45 minutos llegamos al Coll de l'Estret, empieza a lloviznar. 4 deciden subir a la Roca Blanca y a la Gallina Pelada, y los 4 restantes bajamos poco a poco, en dirección al Coll del Portell, flanqueando por un camino a media ladera, entre paredones a la derecha y precipios cubiertos de bosque a la izquierda. Deja de llover, pero la niebla es abundante. Llegamos al Coll del Portell en unos 30 minutos y paramos a comer y esperar a los que han subido. Hay vacas y vistas de Gósol y el Pedraforca, cubierto por las nubes. Bajamos por senda a la derecha del collado, marcada como GR. A lo lejos vemos una familia que suben por el fondo del valle con una bolsa que adivinamos llena de setas. Al poco pasamos por una fuente, y enseguida nos adentramos de nuevo en el bosque. Llegamos a un prado y paramos a buscar las marcas, en ese momento, nos alcanzan los que vienen del pico. Han subido entre la niebla, pero en la bajada ha abierto algo y han podido disfrutar de las vistas...

 

Continuamos por el GR, al llegar al valle, se puede seguir por la carretera para atajar, pero preferimos evitarla. La traza es cambiante y hay que estar atento para no perder las marcas, pasamos por un molino abandonado, rodeado de vegetación al pie de un río, lo cruzamos y seguimos entre prados y bosques. Ascendemos por una pista hacia l'Espá, donde entablamos conversación con un pagés que dice haber conocido a Massana, que frecuentó estos pueblos tras regresar del exilio durante la Transición, sin embargo no recuerda a Caracremada. Seguimos cuesta arriba hacía Gósol por pista, pasamos junto a un campo de amapolas, llegamos al pueblo y cogemos una carretera a la izquierda, en dirección al camping y el Molí de Gósol, dejamos el camping a la izquierda y seguimos por sendero, para en unos 10 minutos llegar al Molí. Son las 19 h aproximadamente, preguntamos al guarda por los leridanos que nos habían adelantado en el Coll de l'Estret, y nos dice que uno de ellos se ha lesionado y no saben si seguirán la ruta. La cena, excelente.

 

Martes27. Desayunamos a las 7,30 h. El guarda nos reparte las camisetas y mapas de la ruta, los calcetines quedan pendientes. Salimos a las 8,45 h más o menos en dirección al Pedraforca. Desandamos el camino del día anterior hasta Gósol y buscamos algún cartel que nos indique la subida por el Coll del Verdet, que es la opción que hemos elegido. Salimos por caminos de piedra, con los campos alrededor y dejando el pueblo a nuestra espalda. Cruzamos unos prados y giramos a la derecha ascendiendo por bosque hasta el Coll del Verdet, donde llegamos sobre las 12 h. Hasta aquí el camino es fácil de seguir, a partir de aquí, tenemos que guardar bastones y trepar por arista. Alcanzamos un primer pico, vemos que la cumbre aún está lejana. La niebla va y viene y vamos viendo algo de los precipicios a nuestra izquierda, volvemos a trepar otra falsa cumbre, así hasta la cuarta y definitiva trepada al Pollegó Superior. La piedra agarra bien, sólo hay un paso equipado con una cinta que requiere algo de esfuerzo. Llegamos sobre las 14 h al pico, hacemos fotos con las 2 banderas catalanas que ondean en la cumbre y comemos. Una pareja que han subido por la tartera nos preguntan cómo está por donde hemos subido, les aconsejamos que bajen por donde han subido. Bajamos a la Enforcadura, por camino empinado, por pedrera al comienzo, y luego por bosque, fácil de seguir, pero hay que estar atento antes de llegar al valle a las marcas, que remontan a nuestra derecha en dirección a Gósol, en un giro de unos 90º. Llegamos al pueblo sobre las 18 h. Unas cervezas y al Molí, en donde nos espera una cena incluso mejor que la del día anterior. Felicito al guarda por lo bien que nos ha dado de comer.

 

 

Miércoles28. Desayunamos y salimos sobre las 9 h, es el primer día soleado aunque abundan las nubes. Atravesamos unos campos de cultivo siguiendo las marcas, hoy verdes, de la ruta, seguimos por pista y por senda hasta cruzar una pista apta para todoterrenos donde entablamos conversación con un grupo de seteros. Tras media hora de animada charla, nos despedimos y seguimos por senda empinada por un lado del barranco, hay otra opción por el bosque a nuestra izquierda, pero no la vemos, y preferimos no arriesgar. Se ha nublado, pero no corre el aire y el calor es sofocante. Nos reagrupamos en el collado y subimos al pico de Tossals Verds, loma pedregosa, con un buzón y donde ondea la "senyera" (bandera catalana). Charlamos con 2 chicas que se acercan con un perro.

No hay vistas por la niebla, consultamos el mapa y viramos a nuestra derecha en busca de las marcas de nuevo amarillas de la ruta. A nuestra izquierda se abren precipicios intransitables y hay que elegir bien la bajada. Sale el sol y las vistas son espectaculares. Vemos las marcas y nos adentramos por una tartera empinada, de piedra inestable. Por los tramos de roca más gruesa, es mejor dirigirse a la derecha y bajar por las gradas, por los tramos de roca más fina, se baja mejor deslizándose de tacón. A media altura, sin bajar del todo, buscamos las marcas amarillas a nuestra derecha que nos conducen por un tramo de bosque, luego prados con vacas, con vistas a las paredes de donde venimos que quedan a nuestra espalda y un nuevo tramo de bosque poco tupido. Perdemos las señales y tenemos que retroceder hasta encontrarlas en pocos metros. Cogemos una pista, que parece reciente por lo removido del terreno, sin marcas, que no coincide con la descripción que tenemos, y bajamos una media hora, hasta dar con un desvío a nuestra derecha, donde recuperamos las marcas y que sigue sin coincidir con la descripción. Tras un tramo de bosque, llegamos a un cruce de carreteras, donde se encuentra nuestro alojamiento, el refugio del Coll del Port, aunque la reserva original era en el refugio de l'Arp, que ha estado cerrado durante un tiempo. Son las 17 h aproximadamente.

 

 

Jueves29. Iniciamos la marcha sobre las 9 h, a buen ritmo, pues esta etapa es una de las más largas, ya que hay que subir 4 km por carretera que hubieramos tenido que hacer el día anterior. Llegamos en algo menos de 1 h al refugio de l'Arp donde hay un mirador con vistas a todas las montañas circundantes: Pedraforca, Sierra del Cadí, y otros picos pirineaicos que están parcialmente cubiertos por la niebla. Enfilamos hacia el cordal que queda al lado izquierdo de la carretera por las pistas de esquí nórdico de Tuixent-Lavansa, siguiendo las marcas azules y amarillas que son abundantes en este tramo de bosque. Llegamos a lo alto de un cordal secundario, y nos toca bajar, siguiendo las marcas, dejamos a la derecha una cabaña, atravesamos unos prados, y enfilamos entre bosque abierto, hacia el siguiente cordal. Este tramo está bien señalizado, y por terreno pedregoso, una vez superado el bosque, alcanzamos el pico Tossa Pelada. Se ha cerrado la niebla y no vemos nada. Seguimos por el amplio cordal, en forma de meseta, en dirección al Pedró del Quatre Batlles, donde también ondea la senyera.

Hay mesa de orientación con fotos y los nombres de los picos que se ven alrededor, aunque con la niebla no vemos nada. Leemos la descripción y miramos el mapa y subimos a Les Pedrusques en el mismo cordal. La niebla se cierra cada vez más y nos empezamos a mojar. El cordal pierde altura y tendríamos que haberlo dejado antes, creemos que vamos mal y retrocedemos hasta el Pedró en busca de las marcas amarillas que hemos perdido hace rato. Abre la niebla y nos reorientamos con el mapa, vamos bajando a nuestra izquierda , y casualmente uno de nosotros encuentra las marcas y una senda apenas visible. Este tramo está muy mal definido, bajamos siguiendo las marcas, hasta que éstas desaparecen y nos volvemos a perder. Dudamos pero seguimos por la pista que venimos hasta que ésta se desdibuja y nos damos cuenta que vamos mal. Retrocedemos y consultamos un cartel que hay en un cruce de pistas que hemos dejado y nos reubicamos. Estamos junto al refugio de Baciers, actualmente abandonado, decidimos coger un camino a nuestra izquierda, paralelo a una pista que indica al Forat de la Bofia, punto marcado en la ruta por donde deberíamos pasar. Atravesamos unos prados y un nuevo cartel nos hace dudar. Torcemos de nuevo a la izquierda, en dirección al Forat. Es una zona kárstica donde abundan los agujeros más o menos profundos, el de la Bofia es el más grande, a modo de cueva excavada en las paredes. A partir de aquí la ruta discurre por pistas de esquí en dirección al aparcamiento de la estación de esquí del Port del Compte. Son más de las 17 h y aún quedarían unas 3 h más para completar esta etapa hasta Sant Llorenç de Morunys, por lo que todos decidimos abandonar la marcha. Preguntamos a unas mujeres que nos informan de la existencia de un sendero que baja al pueblo de la Coma y de allí a Sant Llorenç por carretera. 4 llaman al guarda del albergue donde nos alojamos que les baja en coche, y los 4 restantes bajamos andando. Cruzamos la amplia estación, a la que sigue una urbanización y cogemos el sendero marcado con estacas a la Coma, en cuyo desvío decidimos seguir a Sant Llorenç por un sendero bien señalizado con estacas, en lugar de bajar a la carretera. Empieza a llover y ya no para en toda la tarde. Llegamos al pueblo y retrocedemos 1 km hasta el albergue Torre del Baró. El guarda se ofrece a darnos impresas las correcciones que Paco Crestas ha hecho en las 2 etapas que aún nos quedan. La cena es buena y abundante, así como el picnic del día siguiente. La Torre del Baró es un alojamiento muy recomendable.

 

Viernes30. Desayunamos a las 7,30 h, pero no salimos hasta las 9,30 h entre unas cosas y otras. Cogemos el GR, que entre huertos, nos conduce al pueblo. Lo atravesamos, y tras 1 km más o menos, llegamos al desvío donde 2 deciden seguir por carretera y los 6 restantes, cruzar a la Sierra de Busa en piragua por el pantano de la Llosa del Cavall. En una media hora dejamos la piragua, y por un sendero, llegamos a la carretera, cruzamos y nos reagrupamos al inicio de la pista de acceso a la Sierra de Busa por Llengots. Tras una media hora por pista, llegamos al Coll dels Llengots, unos hitos y un cartel que pone Les Trasseres nos indican el comienzo de la trepada por estas paredes quebradas, de conglomerado, que recuerdan en el paisaje, tapizado de bosques, y en su morfología, a Montserrat. Guardamos los bastones y nos agarramos con precaución, pues algunos de estos cantos se te quedan en las manos. Pasados unos metros encontramos el primer tramo de cuerda equipado por Paco Crestas. Cruzamos de uno en uno, y vemos bajar a una pareja que estaban el día anterior en el albergue e iban por delante nuestro, porque no lo ven claro. Las vistas son espectaculares. Seguimos flanqueando por senda expuesta, pero fácil, hasta el siguiente paso equipado. Hay 2 opciones, la utilizada en años anteriores, que con las riadas, ha quedado inservible, o la instalada este año por Paco, menos expuesta, pero que requiere mayor esfuerzo al tener que elevarse varios metros por una piedra resbaladiza agarrado a una cuerda con nudos. Lo superamos hasta una cornisa y bajamos por bosque abierto hacia una masía en ruinas (Les Trasseres). Cruzamos el barranco entre campos abandonados y cogemos una pista, siguiendo las marcas amarillas, en dirección ascendente por el lado opuesto. Recorremos un bosque tupido, húmedo, siguiendo las marcas amarillas. Trepamos por unas piedras y dejamos el bosque, poco después llegamos al Coll del Capolat, hay una mesa de orientación y vistas panorámicas del entorno de paredes rojizas, bosques, vemos el collado de donde venimos, el barranco y la posible pista alternativa a Llengots, por la Canal de l'Om, que discurre por el lado opuesto del barranco hasta Les Trasseres, donde se unen ambas opciones. También se divisa el pantano que hemos cruzado y el pueblo a lo lejos, además de la sierra del día anterior. Dejamos las mochilas y nos dirigimos a la antigua prisión del Capolatell, especie de peñasco sólo accesible por un puente metálico que tiene unas grandes vistas. Echamos unas fotos y volvemos.

Descendemos siguiendo las marcas amarillas, por sendero entre bosque abierto, luego por pista entre campos y prados, pasamos por una masía (Casa Vila), por una fuente y poco después empieza a llover torrencialmente, pero de forma breve. Seguimos buscando las marcas en los sucesivos cruces de pistas. Esta zona está mejor marcada que la etapa del día anterior, pero no hay que descuidar la atención. Bajamos por pista atravesando hacia otro valle rodeado de paredones y bosques. Un cartel indica Sant Pere de Graudescales a nuestra izquierda, aunque la descripción señala a la derecha, cogemos el desvío y enseguida vemos las marcas amarillas. El sendero que va perdiendo altura bordeando les Cingles de les Estaques es muy panorámico, baja por un bosque tupido y acaba en la ermita de Sant Pere, de estilo románico que se puede visitar por dentro. Es un lugar aislado, mágico, rodeado de montañas. Continuamos ahora a la derecha, siguiendo las marcas de GR, en unos minutos cruzamos un puente, hasta el que llegan los coches por pista. Enfilamos en ascenso, en dirección opuesta al acceso en vehículo, por pista marcada como GR, paramos en el Mirador dels Presidents, punto panorámico y continuamos por el GR, ahora en descenso hasta el Molí de Bancell, donde llegamos sobre las 19,30 h. Nos acomodamos en un par de habitaciones donde apenas cogemos, en compañía de la pareja del día anterior, que han caminado 15 km por carretera. Hay un baño para todos y las condiciones dejan mucho que desear, una de las paredes está desconchada y la tierra cae a la cama. Aparece Paco Crestas que hará la última etapa con nosotros. Nos dan la cena en una masía enfrente, está bien, pero hace mucho frío, pues la ventana está rota. Cuando volvemos han cortado la luz para no gastar, nos lo tomamos con humor y nos metemos en la litera.

Sábado1. A pesar de las incomodidades del alojamiento, he podido dormir bastante bien. Esta noche los roncadores se han juntado en la misma habitación, y oíamos el coro en la lejanía. Nos enteramos que Paco cogió su colchón y tuvo que abandonarles y dormir fuera. Esta etapa es más corta y salimos sobre las 9,30 h. Seguimos marcas de GR por pista, pasamos por el camping D'Aigua d'Ora. Allí se nos une Paco, que se ha desplazado en coche desde el Pont de Llinars, hasta donde llegan los vehículos, y que está a unos 10 minutos del Molí de Bancell. Subimos por pista y después por senda siguiendo las marcas amarillas. Hoy vamos más relajados con la seguridad de no perdernos. La senda es panorámica, con bosque tupido, por un paisaje rural hoy abandonado.

Cruzamos un río y pasamos por 2 masías deshabitadas. A partir de aquí el camino se va transformando en pista y pierde interés paisajístico, que en los últimos tramos se degrada con la tierra removida por las sacas de madera. Siempre en ascenso, siguiendo las marcas amarillas, vemos a la izquierda la Sierra d'Ensija por donde empezamos a andar el primer día, con el Gallina Pelada. Llegamos a los coches sobre las 15,30 h, nos despedimos de Paco que baja a recoger su vehículo y nos dirigimos a Cal Nen. Nos encontramos a la pareja por la carretera, han cogido la opción larga por Cal Jardí, que hemos descartado, pues al finalizar hay que subir 3 km por carretera hasta los Rasos de Peguera. Damián les recoge y les sube en el coche. Cal Nen nos parece un alojamiento de lujo. Magda nos recibe con su humor peculiar, paseo por Berga y cena opípara a la que se une Paco. Nos acostamos sin prisas pues tenemos el domingo para regresar.

 

 

 

No sé si habremos seguido los pasos del Caracremada, pero lo que si sé es que me lo he pasado genial, y que hemos conocido unas montañas de gran interés, que no hubiéramos visitado de otro modo. Eso si recomiendo al que la haga llevar GPS, ya que en algunas zonas la orientación no es fácil por lo cambiante de la ruta, y porque muchas de las marcas desaparecen por diversos motivos. Felicito a Paco Crestas por el diseño de la ruta y por el esfuerzo que hace en mantenerla, aunque alguna etapa y algún alojamiento necesitan una remodelación.

Carmen Martínez

!Larga vida al Caracremada!

 


Breve reseña sobre la vida del Caracremada:

El 1 de abril de 1908 nace en Peguera (Berguedà, Cataluña) el militante anarcosindicalista y maquis anarquista Ramon Vila Capdevila, también conocido bajo varios pseudónimos (Caracremada, Pies Largos, Capitán Raymond, Ramon Llaugí Pons, El Jabalí), según los diversos periodos de su actuación.

Había nacido en una familia modestísima y era conocido como En Maroto, nombre de la masía donde vivía. Pasó la niñez en la colonia minera de Peguera, donde quedó huérfano el agosto de 1920. Dos años después, se puso a trabajar en el ramo del textil en la Pobla de Lillet, afiliado a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). Entre 1929 y 1930 saboteó la maquinaria de una fábrica de la Pobla de Lillet que había despedido obreros y realizó otras acciones luditas; por este hechos fue detenido y condenado a ocho años de prisión. Con la llegada de la II República española y su amnistía, salió en libertad. Nuevamente se estableció en la Pobla de Lillet, se afilió a las Juventudes Libertarias y, debido a su condición de expresidiario, se vio obligado a trabajar en las minas de Fígols. En enero de 1932 participó activamente en el levantamiento anarquista de Fígols. Después de los hechos capitanea la fuga de unos 400 hombres, que también tuvieron participación, pero fue detenido en la Nou de Berguedà y encarcelado en Manresa y más tarde en Barcelona.

Al salir, a finales de 1932, no encontró trabajo en Fígols, hizo de leñador en Berga, donde conoció a Marcelino Massana Vancell. En abril de 1936 tuvo un importante enfrentamiento con la policía en Castelló de la Plana, detenido, se le intentó aplicar la «Ley de fugas».

Salió de la prisión el 18 de julio de 1936, con el levantamiento fascista, y se enroló en septiembre en Manresa en la «Columna Tierra y Libertad», combatiendo en primera línea en el frente de Teruel, junto con Marcelino Massana, Ramon Casals, Josep Ester y Josep Viladomiu, entre otros. En octubre, con la rotura del frente, fue a parar a una columna comunista, dentro de la cual fue detenido y traído a Montjuic, de donde fue liberado, poco después, gracias a las gestiones de la CNT. También perteneció al Servicio de Información Periférica Militar (SIPM) e incluso se infiltró en la retaguardia enemiga en Zaragoza. En marzo de 1937, con la militarización, abandonó los frentes y volvió a Fígols, donde hizo una gran amistad con el director de las minas colectivizadas, Maximiliàno Puertas. Después fue nombrado delegado de Abastecimientos de la central térmica de Fígols y comandante del Cuerpo de Carabineros. Con el triunfo franquista, pasó a Francia con Puertas y pateó los campos de concentración. En 1941 huyó del campo de Argelers y se integró en la lucha clandestina encuadrado en los primeros grupos antifranquistas como guía y enlace.

Después realizó acciones de sabotaje, como por ejemplo la voladura de los Carburos de Berga y de diferentes líneas de alta tensión en el Bages, el Berguedano y Osona. En 1943 fue detenido por la policía nazi en uno de sus frecuentes desplazamientos por el Midi por no traer suficiente documentación, fue encerrado dos meses en el Castellet de Perpiñán y después fue enviado a trabajar por la organización alemana Todt a las minas de aluminio de Bedarius, de las cuales huyó para integrarse en la resistencia gala de Limoges.

Sobresalió en operaciones de castigo contra las divisiones de las SS y de sabotaje bajo el pseudónimo de Capitán Raymond. En Rochecouart comandó un grupo de 200 guerrilleros de «L'Armée Secrete», que asaltó y aniquiló toda una división alemana, y después encabezó una compañía del «Batallón Liberado» en la costa atlántica.

Con la derrota nazi, se incorporó a la lucha antifranquista en las comarcas pirenaicas, apoyando grupos de acción que se dirigían a Barcelona, especialmente Francisco Sabaté Llopart, y actuando muchas veces con Marcelíno Massana en la comarca del Berguedà, especialmente entre 1946 y 1949, realizando espectaculares sabotajes. El 17 de mayo de 1947, a raíz de una visita de Franco a las minas de Sallent, dirigió un grupo de 50 guerrilleros que tenía que atentar contra el dictador, pero un incidente chafa el plan. Entre 1947 y 1948 hizo de guía.

También, en este periodo, colaboró con Josep Lluís Facerias, especialmente a través de la sierra del Canigó y la del Cadí. Trajo, también, el grupo francés encargado de instalar en Barcelona la imprenta de Solidaridad Obrera. Hacia el 1949 operaba en el Alto Berguedano con Francesc Denís (Catalán), Manel Sabaté y el italiano Elio Ziglioli.

En la Pobla de Lillet, cayó gran parte de su grupo y fue gravemente herido. A partir de 1951 empezó a ser muy buscado por la policía franquista, puesto que se le atribuía el asesinato de dos ingleses en la collada de Tosses.

En 1953 la CNT en el exilio desautorizó la lucha armada, pero él mantuvo el combate por su cuenta. En esta coyuntura, se le presentó la oportunidad de emigrar a América, cosa que rehusó.

El 7 de agosto de 1963, después de haber realizado cinco días antes el que sería su último sabotaje en una línea de alta tensión que alimentaba la ciudad de Barcelona, fue sorprendido y abatido por un pelotón formado por 200 miembros de la 231 Comandancia de la Guardia Civil de Manresa en la Cruz de Perelló, cerca del castillo de Balsareny (Castellnou de Bages), y fue enterrado al otro lado del muro del cementerio de Castellnou, sin cruz ni referencia. Ramon Vila Capdevila fue el último maquis catalán y con su muerte se puede dar por desaparecida la resistencia armada al franquismo.

 

 

Carmen Martínez

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18:30h. a 21:00h. 
(Sólo días concretos, cuando hay reunión presencial) 
 
 

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