A.D. Grupo de Montaña Pegaso
Las Batuecas - Sierra de Francia (Salamanca)
8 y 9 de febrero de 2020
Viernes, 7 de febrero
El viernes día 7 fuimos llegando en coche a La Alberca, los 46 que participamos en la actividad. Nos alojamos en el Hotel Las Batuecas. El mismo viernes lo abrieron después de cuatro semanas cerrado por vacaciones. Fue obligado un paseo por un pueblo con una arquitectura tradicional muy bien conservada y el consiguiente tapeo por los bares.
Sábado, 9 de febrero
El sábado el desayuno estaba previsto a las 7:30. Salimos en dos grupos. El primero, de 16 personas, en cuatro coches hacia Monsagro, punto de inicio de la ruta larga. Desde el pueblo iniciamos la ascensión por un camino bien definido hacia el Alto del Copero. A media subida empezó a llover, como estaba previsto, y cuando llegamos a la cima nos rodeó la niebla que impidió que disfrutemos de las vistas desde las torres de prevención de incendio instaladas.
A partir de aquí seguimos por la cuerda hasta el pico de La Hastiala, el punto más alto de la Sierra de Francia, siguiendo vereda cuando la había o buscando pasos entre el matorral y la cuarcita mojada que hacía que tuviéramos que retener el paso para evitar resbalones. Desde La Hastiala ya podíamos ver La Peña de Francia y el collado que nos llevaba hasta ella. Pero aún quedaba un buen tramo de pedregal mojado hasta que encontramos una vereda por la que andar con más seguridad.
En el santuario de La Peña de Francia, descanso, comida e imaginación de lo que se podría ver alrededor en un día claro. A partir de aquí, la bajada por el valle del río Agadón hasta Monsagro, cruzando el Paso de Lobos, para después bajar por unas zetas hasta el río y continuar a su vera o alejándonos de ella cuando se encerraba. Tres compañeros de la ruta corta, una vez en La Peña de Francia, continuaron bajando por este tramo y se unieron al grupo en Monsagro. En el pueblo nos tomamos unas cervezas y vuelta en los coches a La Alberca sin incidentes.
El segundo grupo, de 30 personas, salió andando directamente desde el hotel, subiendo la carretera que cruza La Alberca. Pasada la ermita de San Blas, a mano derecha empieza la senda señalada por una flecha con marcas del GR10. El camino asciende hasta llegar a un cruce de caminos a la altura del Risco de La Talla. En ese punto se toma el camino de la derecha abandonando el GR10. Después continua la subida entre pinos por las faldas de la Peña del Huevo y Peña Carbonera hasta llegar al collado de Los Puertitos, cabaña incluida y buenas vistas, que no pudimos disfrutar por la niebla. En día soleado se podría ver todo el valle de Las Batuecas por un lado y el río Francia por el otro. Aquí encontramos varios cruces. Subimos el camino de frente hasta una curva muy pronunciada, donde abandonamos el camino y seguimos por una senda poco definida que nos lleva al Paso de Los Lobos, magnífico mirador de la Sierra de Francia.
A partir de aquí continuamos por el GR-10 con una pendiente pronunciada hasta la Peña de Francia. A pesar de la lluvia tuvimos la ocasión de hacer una visita por el santuario: iglesia, convento, hospedería y plaza con rollo jurisdiccional. El descenso lo realizamos por el lado opuesto, sin dejar el GR-10, atravesando un par de veces la carretera. Seguimos las marcas que nos bajan al río Francia. Cruzamos por un puente de piedra y subimos una cuesta larga hasta el Valle de Lara, cruzamos el río Arrohuevos y un esfuerzo más hasta La Alberca.
Domingo, 9 de febrero
El plan del domingo era andar por el valle del río Batuecas. Y lo hicimos de distintas formas. La ruta larga comenzaba en el Puerto del Portillo cubierto de niebla. Se dividieron en dos grupos y cada uno la hizo en el sentido contrario al otro. 12 compañeros bajaron al Monasterio
Así lo cuenta Cristina:
“El domingo empezamos la opción larga, pero desde el puerto del Portillo y en sentido contrario a lo programado, 12 personas. Comenzamos con niebla meona y poca visibilidad, pero, según íbamos bajando hacia el Monasterio, la niebla iba desapareciendo y el tiempo y la visibilidad fueron mejorando.
Desde el Monasterio fuimos por un sendero al lado del río Batuecas de aguas cristalinas y con una vegetación muy variada y exuberante: tejos, madroños, robles, alcornoques, abedules, sauces, una especie de laurel… Nos desviamos un momento de nuestro sendero ribereño para acercarnos a ver unas pinturas rupestres y volvimos a él hasta llegar a una zona denominada Las Torres desde donde 5 nos desviamos por la senda que nos lleva al Chorro, donde coincidimos con otro grupo que hacía la corta.
El camino al Chorro era de ida y vuelta por lo volvimos de nuevo a Las Torres y comenzamos a ascender por un precioso camino, también cerca del río, que tuvimos que atravesar varias veces siendo algún cruce por lajas un tanto inclinadas y resbaladizas, aunque yendo con cuidado no había problema alguno. Según seguíamos ascendiendo volvía la niebla y ya cuando llegamos al Collado de Los Puertitos la visibilidad era prácticamente nula.
Desde allí unos siguieron por la pista y tres continuamos por la cuerda. Era ancha, pero con poca visibilidad por lo que las vistas del valle se intuían como una verdadera gozada para los ojos. ¡Habrá que volver! La cuerda empezó a hacerse muy rocosa y con espeso matorral alto y húmedo por la niebla.
Como no se veía bien y la roca resbalaba, llegando casi a la Peña del Huevo, decidimos bajar a la pista por la que llegamos de nuevo al aparcamiento del Puerto El Portillo donde habíamos dejado los coches. Comenzamos a las 8:40 y terminamos a las 16h, por lo que la ruta nos llevó unas 7 horas y 20 minutos”
Desde el Portillo el otro grupo decidió hacerlo en sentido contrario, en dirección a los Puertitos y bajar el valle hasta el aparcamiento del Monasterio donde les recogieron en coche otros compañeros con los que se habían puesto de acuerdo.
Así lo cuenta José Manuel:
“Salimos, Javi G, Ignacio M y yo, del puerto del Portillo y al poco (unos 300m) tomamos a la izquierda por un camino/arrastradero que se veía claro y que se internaba en el pinar, subiendo en dirección a la cuerda que pretendíamos crestear. Llegados al primer roquedo donde, tras varios intentos de empezar el cresteo no muy exitosos por la humedad de las piedras y considerando que con la niebla que nos rodeaba no íbamos a ver nada en la cresta, replegamos velas y seguimos por la pista hasta el collado después de la peña del Huevo.
Desde allí, primero accedimos a la peña Carbonera, donde hay una estación meteorológica y cuya subida directa está cubierta por un denso brezal que evitamos rodeándolo por el pinar a su izquierda. De esta peña un camino ancho por el que, sin mayor dificultad, llegamos al alto de Lera, donde la niebla levantó intermitentemente durante un rato, permitiéndonos tener alguna que otra vista parcial del valle, con lo que tuvimos una ligera idea de su espectacularidad visto desde las alturas.
A continuación bajamos al collado de los Puertitos y por la senda que parte de allí y rodea la cabecera del valle del río Batuecas en ligera bajada, nos internamos en el bosque del fondo del valle, al principio por camino de tierra muy empinado y después por lajas enormes que tuvimos que atravesar con mucho cuidado por la humedad que presentaban; más tarde cruzamos a la orilla izquierda del río y, pasando por una estrecha cornisa sobre él, desembocamos en buen camino de tierra que nos condujo cómodamente hasta el convento de San José y de allí al aparcamiento donde nos esperaba Jesús Á, el dueño y conductor del coche que nos llevó a la Alberca y, tras comer allí, a Madrid.”
La ruta corta también se hizo con añadido voluntario. 30 compañeros subimos desde el aparcamiento del Monasterio hasta el Chorro y, al volver a Las Torres, algunos subieron un tramo del valle subiendo por el camino junto al río. Pudimos ver las pinturas rupestres y andar por un valle único declarado Bien de Interés Cultural.
Durante el fin de semana el cielo estuvo nublado, las cimas con niebla e incluso nos llovió el sábado a primera hora. Pero pudimos disfrutar de un pueblo y un entorno magnífico y el ambiente acostumbrado en las salidas del grupo. Y todo ha sido posible gracias a la ayuda de Pedro B., Arturo A. y Manuel P. Y gracias a José Manuel A. y Cristina S. por sus relatos.
Muchas gracias a todos por vuestra colaboración.
Coordinador: Juan Gallego
