Guara Norte: Ascensiones al Tozal, Fragineto y Gabardiella
17 al 20 de Marzo de 2017
Empecemos por marcar como checkpoint en nuestro GPS el albergue Refugio San Úrbez donde nos alojamos este fin de semana largo. Se trata de una casa rural que, allá por los años 1980, un grupo de amiguetes franceses enamorados de la Sierra de Guara rehabilitaron como hospedaje. Por entonces no había ni agua ni electricidad; tan solo una pista de quince kilómetros maltrechos para llegar. Ahora, el caserón funciona con energía solar; por eso nos avisaron deque no derrochásemos en electricidad, y de que ojo con el agua. Por suerte, el depósito fue suficiente y los treinta dos componentes del grupo pudimos ducharnos calientes.
Entre los amiguetes que pusieron en marcha el negocio estaba Toño, un hombre que a primera vista pareciera el carpintero del pueblo, pero que no es más que uno de esos jubilados manitas que se aficionan al bricolaje al pasar a mejor vida. En su calidad de ex guía de montaña, puso a nuestra disposición sus conocimientos y nos brindóalguna información y consejos.
Él dejó de llevar el albergue hace tiempo. Cuando llegamos, María Cristina era quien estaba con el delantal al mando. Ella también es francesa (bueno, en realidad flamenca), pero se apaña bastante bien con el español; y si no, ahí está Gloria, una catalana que se mudó hace décadas a Aineto, uno de esos pueblos rescatados del abandono en la región.
Las dos demostraron sus habilidades culinarias con nota: en los desayunos (a base de cereales, pan, mantequilla y mermeladas, fruta y zumo del Mercadona) triunfó la receta de yogur casero; y en las cenas, la lasaña del sábado noche, tanto en su versión carnívora como vegetariana. A este respecto, cabe señalar lo bien alimentados que estuvieron nuestros compañeros herbívoros (a ellos les sirvieron seitán en lugar de lomo seco el domingo). Pero, como dice el dicho: no hay mal pan a gana de comer. Y gana de comer siempre hay después de una buena marcha.
El sábado salimos del albergue hacia las 8.30 horas y nos desplazamos en coche hasta el cercano pueblo de Nocito para iniciar la primera de las rutas previstas. Objetivo: los 2.077 metros del Tozal de Guara, la estribación más importante del Prepirineo aragonés. Zebru se conocía la senda bien y, muy
amablemente, guio durante todo el camino al grupo en cabeza (el perro solo pidió a cambio un poco de jamón y galletas).
El mayor miedo era que el río bajara crecido y nos impidiera el paso; pero no fue el caso, pues pudimos cruzarlo con más o menos facilidad hasta en siete tramos distintos. De lo más entretenido. Una vez superado el obstáculo, empezaron los zigzags cuesta arriba por un bosque cerrado y húmedo que en ocasiones se abría para avanzarnos las vistas con las que al cabo de unas horas nos encontraríamos en la cima: todo el Pirineo aragonés, desde Bisaurín(2.670m) hasta el Cotiella (2.912m), pasando por el Aspe (2.645m), el Collarada (2.886m), la Peña Telera (2.762m), el Tendeñera (2.845m), el Viñemala (3.298m), los macizos de Ordesa, la cabecera del Valle de Gistaín y el Posets (3.371m). Con ganas de más, nueve de los componentes del grupo alargaron la ruta para ascender al Tozal de Cubilars (1.945m).
El camino de vuelta fue algo más dificultoso, por las placas de nieve y por esos arbustos molestos de porte almohadillado que los científicos conocen como Erinacea anthyllis y el resto del mundo como cojín de monja. En cualquier caso, la ruta acabó sin imprevistos destacables en el bar del pueblo, con las cervezas (o el Cola-Cao) de rigor en la terraza, dado que el buen tiempo se prestaba: nos hizo sol todo el fin de semana, y el domingo incluso pasamos calor.
Este día, el grupo se dividió en dos:
- Los que subieron al Fragineto por las Cañatas (1.750m), recorriendo toda la cresta por la vertiente norte, por una ruta muy poco habitual, ya que supone descender quinientos metros que luego hay que ascender de nuevo.Pero era la única manera de hacer entera una de las travesías más bonitas de Guara desde la zona en que estábamos alojados. A pesar de los metros añadidos, o quizá a causa de ellos, el animoso grupo que la acometió disfrutó del trayecto y de los magníficos paisajes.
- Los que realizaron un recorrido de una veintena de kilómetros por las aldeas abandonadas de Guara. Por lo aisladas, se entiende que las abandonaran; es más, cuesta entender cómo pudo vivir gente allí alguna vez, cómo aquellas ruinas pudieron tener vida. Fue una ruta tan curiosa como hermosa, con unas
pozas de aguas claras ideales para comer y bañarse (incluye cascada de hidromasaje). Las noches estivales de luna llena se abarrotan de hippies nudistas. Esto al menos nos contó Tirso, el dueño de Zebru, cuando esa misma mañana nos mostraba la ermita de San Úrbez por dentro, detallándonos la historia y los milagros del monje francés y de su cuerpo incorrupto, venerado por todos los pueblos del Somontanohasta que llegó «la revolución», que es comollamaba a la guerra civil este vecino docto.
Para acabar, el lunes por la mañana abordamos el Gabardiella (1.696m) por el puente de Lúsera. Así como nos aproximábamos al cordal, la pendiente iba perdiendo intensidad (como viene a ser usual). Quienes no acortaron la ruta para anticipar la vuelta a casa, recorrieron la cresta, amplia y cómoda, hasta alcanzar la cumbre deun mirador excepcional. En un día despejado como el que nos tocó se ve la cadena pirenaica y, por supuesto, dos viejos conocidos de esta escapada: el Fragineto y el Tozal de Guara.
Nota final 1: Solo me queda agradecer la colaboración de todos, y especialmente la ayuda prestada por Pero Bravo como co-coordinador de la actividad (a él debemos el diseño de las rutas) y la de Jesús Álvarez como cabeza o cola de las marchas.
Nota final 2: Desde el albergue Refugio San Úrbez nos felicitaron con tesón por ser limpios, ordenados y colaborativos.
Nota final 3: El equipo de los chicos ganó la partida de Pumba.
Nota final 4: Las fotos que ilustran la memoria son de Manu Crespo y Pedro Bravo.
Meritxell-Anfitrite Álvarez M