Con las amenazas permanentes que lanzan los informativos de lluvias intensas para el sábado 17 abril en toda España, muchos de los participantes se dan de baja en las horas previas al inicio de la travesía; aún así, dos autocares con 94 aguerridos montañeros iniciamos la marcha.
El primer tramo, alternando llanos con pequeñas subidas, bosques con claros, va discurriendo con tranquilidad; apenas unas gotas, que ni siquiera nos obligan a sacar ropa impermeable para protegernos.
El primer punto de agrupamiento es el Puente Nuevo, allí el paisaje empieza a ser más abrupto, todo está verde, el agua discurre por todas partes y hace un día perfecto. ¡Que más se puede pedir! Tres participantes deciden hacer la ruta más corta bajando a Jerte por el desfiladero de los Infiernos y los Pilones, otro ha abandonado antes la marcha, los 90 restantes decidimos continuar hasta Jarandilla de la Vera.
Este segundo tramo hasta el collado de las Yeguas es el más bonito de todo el recorrido y también el que tiene mayores desniveles; la columna de participantes se va alargando llegando la cabeza al collado de las Yeguas más de una hora antes que el último participante. Cansados por el esfuerzo todos alcanzamos el collado dónde la mayoría comemos e iniciamos un largo descenso hasta Jarandilla.
El camino está muy bien señalizado, aspecto que nos había preocupado, pero la lluvia que nos había respetado durante todo el trayecto hace acto de presencia y un buen aguacero nos acompañará durante un rato.
Con cuentagotas y bajo la lluvia vamos llenando los bares de Jarandilla, todos los participantes, llegamos en tiempo razonable y sin incidentes; como los autobuses no salen hasta las nueve de la noche todavía nos dará tiempo para probar las migas extremeñas y la “prueba” de matanza.
