A.D. Grupo de Montaña Pegaso
Cordales. XIV Marcha de la Mujer
Puente de la Aceña a la Jarosa
Domingo,10 de marzo de 2024
Nosotras, aunque aguerridas montañeras, queríamos más bien una ruta lúdico-festiva fácil de gestionar, pero la vida nunca sabes dónde te va a poner, y aunque el fin de semana anterior hizo un sol de escándalo, este día hizo un frío del bueno, en donde pudimos disfrutar de todas las inclemencias meteorológicas (desde lluvia, nieve, viento y niebla, hasta vimos un tímido sol). Fue una ruta muy pegasiana.
Aunque partíamos de una única ruta para todos, tres personas, por motivos de lesiones varias, hicieron parte del camino y se dieron la vuelta (aunque eso no quita que también disfrutaran de su día). El resto, hasta los 50 que acudieron ese día, completó la ruta íntegra sin ningún inconveniente, que siempre es de agradecer.
Salimos del puente de la Aceña y subimos protegidos por el bosque, disfrutando del camino y de la cascada que había en el camino (cascada del Hornillo). Hubo que vadear el río en varias ocasiones y en algunos sitios bajaba con bastante caudal, sin embargo, como montañeras pro que somos, cruzamos el río estupendamente (ellos, también).
Dejado atrás el bosque, el viento comenzó con el protagonismo que esperábamos, mejor dicho, la ventisca ya azotaba de lo lindo. Ventisca que no nos abandonó en ningún momento. Enseguida empezamos a pisar nieve. Cierto es que si no hubiera sido por el viento (rachas de 80 km/hora), se habría disfrutado un poquito más. Pero qué os voy a decir que no sepáis, que los pegasianos disfrutamos también de las inclemencias meteorológicas.
Como es de imaginar y suponer, la llegada a Abantos fue también ventiscosa, y a partir de ahí, empezamos a bajar de forma sostenida. De camino estaban los Pozos de Nieve (bueno, había que desviarse, ida y vuelta), aunque no se desvió casi nadie porque el día realmente era bastante inhóspito.
Continuamos por el GR10 por la pista de Cuelgamuros, con una ventisca de lo más guerrera que incluso llegó a tirar a alguna persona. Eso sí, se levantó y continuó el camino.
Por fin llegamos al cerro de la Carrasqueta, desde donde se veía el Valle de los Caídos. Unas vistas muy bonitas, claro que, dicho sea de paso, cuando se va de bajada y sabes que queda menos, todo se ve más bonito. La bajada era por un cortafuego sin dificultad, y luego enlazaba por una pista que finalmente llegaba a la Jarosa.
El grupo fue llegando de forma escalonada con ganas de piscolabis. Y aunque a una cerveza siempre se le dice que sí, algunos optaron por tomarse un caldo en el restaurante que había, que cierto es que apetecía más que el refrigerio.
Con lluvia, sí, lluvia, no; con sol, sí, con sol, no, organizamos las consabidas empanadas, con unas patatitas y unas cortezas en una de las mesas de la Jarosa. Con tan suculento manjar y sobre la hora prevista, comenzamos con el picoteo que duró un periquete. Y acabamos con el postre, que no podía ser otro que la tarta de manzana de siempre, igual de rica.
Como colofón, entregamos el regalo, que hizo mucha ilusión. Este año nos decantamos por un bidón para el agua. Nos hicimos una foto de grupo: las pegasianas y los pegasianos que nos acompañaron.
Lo disfrutamos mucho. Una ruta siempre deja buen sabor de boca, y cuando es especial, más. Es un viaje hacia el exterior, es subir, es bajar, es tropezar, es continuar. Es un viaje hacia el interior, es pensar, es reflexionar, es mejorar, es esforzarse. Interior y exterior en la montaña se convierten en vasos comunicantes.
Nosotras, vosotros, conquistamos cada paso.
Coordinadoras: María Díaz y María Negri.
