El que va por primera vez a Peñalba de la Sierra lo primero que piensa al llegar es que ese pueblo está mal ubicado en el mapa. Parece mentira que se tarden 2 horas en llegar a un sitio que los cartógrafos se empeñan en dibujar tan cerca de Madrid.
En cualquier caso llegamos allí aproximadamente a las 9:50, con tiempo para dejar que se asentara el estómago tras las curvas y hacer los preparativos previos, iniciamos la marcha más o menos a la hora prevista 10 h. 
Nos encontramos con un día radiante de primavera, temperaturas y vientos suaves y alguna que otra nube de las que no dan lluvia pero sí alguna sombra de vez en cuando que se agradece.
Total, un día estupendo que hizo que nos lanzásemos a la marcha con mucho entusiasmo. Cruzamos el pueblo y bajamos siguiendo, más o menos, por el sendero que discurre paralelo al arroyo de Cañamar.
En esta bajada algunos pararon un momento para contemplar la cascada del Cañamar, por la que caía un caudal considerable para lo modesto que es el arroyo.
Más abajo el sendero se aparta del arroyo y sigue dirección NE hasta llegar al río Jaramilla. Las personas que iban en ese momento encabezando el grupo se encontraron con el puente de troncos que sirve para cruzar el río desde tiempos inmemoriales, tras un análisis de estabilidad mecánica y resistencia estructural con el correspondiente ensayo in situ, decidieron que aguantaba, así que la mayor parte del grupo cruzó tranquilamente por encima.
No obstante algunos decidimos hacer lo previsto, que era remangarse los pantalones y refrescarse pies y pantorrillas con las frescas aguas del rio Jaramilla.
Pasado este trance comenzaba la subida hacia el collado llano utilizando un sendero que discurre siguiendo la mayor parte del trayecto los restos de lo que fue un antiguo camino de herradura que comunicaba Peñalba con Majaelrayo, durante este tramo también nos toca caminar unos 400 m por el asfalto de la carretera que une Majaelrayo con el puerto de la Quesera.
A partir del collado llano se inicia una zona alta y alomada (entre 1.600 y 1.800 m) de sube y baja en la que predominan las praderas que este día estaban cubiertas de hierba fresca y flores de jaras, cantuesos, retamas, brezos, etc. Sobre esta pradera destacan algunos robles viejos y salientes de pizarra. Se trata de una zona muy solitaria ya que no es recorrido habitual para senderistas y solamente algún pastor de la zona lleva allí sus ovejas. 
Supongo que el fresco aire primaveral así como el colorido del paisaje y el aroma de las flores iba animando a la gente, así que el grupo de cabeza de unas 20 personas se lanzo hacia adelante con muchas ganas, de forma que hicieron la ruta con dos horas de adelanto sobre el horario previsto. Esto trajo sobre todo unas consecuencias muy beneficiosas a los alicaídos negocios de hostelería de Riofrío de Riaza, pueblo donde terminaba la opción larga de casi 27 km.
El contacto con ellos llegaba a través de dos emisoras que portaban, sin que tuvieran que dar cuenta de ningún incidente importante, cosa de esperar ya que se trata de gente con mucha preparación en la montaña. Tanto que incluso tres de ellos se desviaron del camino previsto para ascender al pico de la Buitrera.
Entre tanto el resto del grupo íbamos avanzando de forma más o menos relajada, con lo cual el grupo se alargó bastante. En principio esto no tendría por qué traer mayores consecuencias ya que el camino era bastante evidente hasta el collado de San Pedro.
Entre este collado y el siguiente que es el de la Mesta se produjo el único incidente destacado de la jornada y es que una integrante del grupo, supongo que debido a lo idílico del paisaje, decidió desertar de la expedición para quedarse a vivir en la zona, esto podía conllevar algún que otro trastorno ya que para poder cuadrar la contabilidad humana al final de la ruta había que hacer el reclutamiento forzoso de algún lugareño, cosa difícil debido a la baja densidad demográfica del lugar.
Por suerte y tras verse rodeada por matorrales cambió de opinión, hubo arrepentimiento espontáneo y solicito su readmisión en el grupo mediante un silbato de emergencia. Fue localizada sin mayores consecuencias, y el incidente no supuso retraso a lo marcha pudiendo continuar incluso con un poco de adelanto sobre el horario previsto.
Desde el collado de la mesta hasta el vértice geodésico de la Atalaya no existe un sendero bien definido, sino varios pasos de ganado que discurren entre matorrales, con lo cual en esta zona el track que se colgó en la página era solo orientativo, así que los grupos iban ascendiendo de forma más o menos dispersa, evitando las zonas de brezos y jaras y buscando las de gayuba que es más agradecida para caminar sobre ella.
La ascensión termina en unos resaltes rocosos sobre los que se encuentra el vértice geodésico de la Atalaya, que no es propiamente el pico, el cual se encuentra 700 m más allá en dirección N-O. En esta zona la mayor parte del grupo decidió parar a comer algo y disfrutar del paisaje que aquí se hacía mucho más abrupto, pudiendo contemplar ya de forma clara la conocida popularmente como “cresta del dragón”, que en los planos siempre se ha llamado la cuerda del mal calzado.
También teníamos bonitas vistas del parque natural de la Tejera Negra, cuyos hayedos se encaramaban a la ladera este de la cresta.
Descendemos del pico de la Atalaya y tras llegar a un collado donde nace uno de los ramales del arroyo de la Tejera Negra que da nombre al parque, comenzamos la subida al Corralón, donde ya empiezan a sobrar los bastones para tener libres las manos.
En este pico comienza la cresta del dragón, que la mayor parte del grupo decide hacer por la parte superior trepando y destrepando entre las pizarras, que al estar secas ofrecen un buen agarre. Aunque algunos tomamos la opción alternativa que discurre a media ladera llegando directamente al collado de los Lobos.
La cresta termina en el pico de la Tiñosa, desde el que ya no queda más que descender hacia el puerto de la Quesera, pasando por la Peña de la Silla, un empinado pero fácil descenso.
La hora tope establecida de llegada al puerto de la Quesera para poder continuar con la opción larga eran las 17:30. Horario que pudo cumplir la mayor parte de la gente, por lo que al final fuimos solamente 10 los que finalizamos la ruta en este puerto, donde llegó el Autobús un poco antes de las 18:00 h. Tras cambiarse de calzado o ropa el que quiso, bajamos hacia Riofrío, recogiendo de camino a algunos componentes del grupo que encontramos en la carretera de acceso al pueblo evitándoles así los últimos 2 km. de asfalto.
Los últimos integrantes del grupo de la opción larga llegaron a Riofrío en torno a las 18:45, teniendo aún tiempo suficiente para agotar las existencias de cerveza de uno de los dos bares del pueblo.
Al final salimos de Riofrío con destino a Madrid, con 5 minutos de retraso sobre la hora prevista (19:15) debida a la poca habilidad del coordinador con las matemáticas al hacer el recuento del personal, no obstante tras asesorarse por aguien más cualificado, al final cuadró la contabilidad humana y salimos felices para Madrid sin bajas ni polizones a bordo.
Ya solo queda agradecer a la gente que se ofreció para ayudar en la coordinación de la marcha, especialmente Azucena y Vicente que asumieron el papel más ingrato de ir a la cola de la marcha y también a todos los miembros del club que realizan en la sombra un duro trabajo, que muchas veces no es suficientemente reconocido por todas las personas que nos beneficiamos de las rutas y viajes de este club.
El coordinador: Javier Santos.
