Me consta que alguna que otra mano se juntó a la vez que miraba al cielo pidiendo: “Que nieve, que nieve”. Y nuestros deseos, antes de Reyes, fueron cumplidos. Pero volvamos al día 3 de Enero…
A pesar de que todos los coches salían, más o menos a la vez, fueron llegando poco a poco. Y comenzaron las carreras, corre vete a la tienda de alquiler de material, corre vete a recepción a coger las llaves, corre ves bajando las maletas…y así, cada uno de nosotros nos fuimos alojando. Algunos con material, y otros sin él. Las idas y venidas de un apartamento a otro fueron constantes hasta que “organización, organización” terminaron en el “apartamento fiesta”. Quedamos en vernos el día 4 a las 9 de la mañana en la escuela de esquí.
Del 4 al 7 de Enero la actividad fue más o menos la misma. Esquiar…
Esquiar...
Y esquiar.
Para llegar a tal objetivo, hubo que acoplarse poco a poco, el primer día costó adaptarse al horario de las clases, tiempos de espera al grupo... y según iban avanzando las horas, se iban organizando grupos por nivel y por simpatía. Las horas pasaron rápidamente y sin darnos cuenta, ya eran las 7 de la tarde, y estábamos en el punto de quedada, el bar.
Y así fueron pasando los días. A las 9:00 primera quedada. A las 9:30 la segunda. Parada a comer algo antes de las clases. Clases de 2 a 5. Y a las 5 bajar corriendo que cierran los remontes. ¡Más de uno creyó que esa noche dormía en las pista! Por último, para cerrar bien el día, quedada en el punto de encuentro a comentar las aventuras del día.
Como buen viaje hubo anécdotas en todos los aspectos, tuvimos lesionados y casi lesionados, virus y casi virus, caídas, caídas pasadas por agua y muchos ¡Uy, casi me caigo! Y lo que más hubo fue ganas de esquiar y pasarlo bien, risas, bromas, cervezas, bailes a solas, bailes con barra…y hasta ahí se puede contar…
Por si todo esto fuera poco regalo, el día 5 de Enero pasaron por la estación unos reyes muy esquiadores, que nos regalaron una Cabalgata diferente.
Y llegó el día 9, dónde 5 de nuestros compas se volvieron. Su semana de esquí había terminado. A los demás, les quedaba sólo un día más, que aprovecharon cada uno, lo mejor que supo.
Como todo en esta vida, y parecido a lo que decía Serrat “Todo pasa y todo queda, pero lo nuestro es pasar, pasar haciendo pistas, pistas sobre las que esquiar”. El calendario marcó el día 10 de Enero y los 15 esquiadores que quedaban de este estupendo grupo, tuvo que recoger sus bártulos y comenzar su vuelta.
Semana de esquí inolvidable no por las pistas, ni la nieve, sino por la gente especial que la ha compuesto. Ha sido un auténtico regalazo.
Organizadora: Araceli R.